Recuperar el Centro, luego de varios años en los que pareció tocar fondo, no era una promesa más de la administración de Federico Gutiérrez sino una obligación con carácter de urgencia. La alcaldía entrante lo sabía perfectamente. Tanto así que lo dejó claro en la posesión que realizó en la Plaza Botero y varias de las estrategias que pusieron en marcha como medidas de choque en materia de seguridad, espacio público, reactivación económica y aseo en sus primeros 180 días de gestión estuvieron enfocadas en la comuna 10.
Luego de seis meses, entre los diferentes actores del Centro parece existir consenso en que la estrategia de recuperación ha arrojado resultados en Plaza Botero, símbolo del profundo deterioro que experimentó el corazón de la ciudad. Tras la decisión de desmontar el cerramiento que impuso el exalcalde Daniel Quintero hay síntomas de su mejoría. El Museo de Antioquia decidió volver a abrir los domingos; varias marcas emblemáticas han aterrizado en la zona, como El Social y el Astor (en el Palacio de Cultura); y contrario a lo que defendía la administración pasada sobre un supuesto desbordamiento de la inseguridad y afectación al comercio al reabrir la plaza, pese a que ya no existen vallas, turistas y comerciantes dicen tener una percepción de mayor seguridad y acompañamiento de las autoridades. Según la Alcaldía, de los 89 operativos adelantados en seis puntos estratégicos del Centro, 31 se realizaron en Plaza Botero.
Según Jorge Mario Puerta, director ejecutivo de Corpocentro, la alcaldía Gutiérrez puede adjudicarse dos hitos en estos seis meses de intervención: la recuperación de Plaza Botero y la gestión de Emvarias en materia de ornato y aseo pues la percepción de que el descuido físico que padeció la comuna 10 en sus puntos estratégicos se ha mitigado drásticamente este año. Las actividades adelantadas en esta materia, que incluyen la campaña de voluntariado de la ciudadanía, arrojó el balance de pintura de 74 mobiliarios públicos, acondicionamiento de cuatro muros, el retiro de publicidad en más de 380 postes, barrido de más de 32.000 m2 de zonas duras, lavado de más de 26.000 m2 de suelo duro, limpieza de 22 sumideros y recolección de más de 80 m3 de residuos sólidos por Emvarias.
Pero el balance positivo se agota cuando se dirige la atención hacia otras zonas estratégicas. El Parque de Bolívar sigue convertido en el símbolo de la decadencia y la incapacidad institucional para recuperar un sector de importancia histórica en la ciudad. Álvaro Torres, integrante de la Mesa de Artesanos de Medellín, respalda la gestión que ha adelantado la alcaldía a través de sus dependencias como la Gerencia del Centro para atenuar la degradación física que atraviesa el parque. “Es innegable que hay un cambio en el aspecto físico. El desaseo del parque había tomado ya dimensiones críticas incluso para la salud de cientos de personas. También hay una mayor voluntad para hacer una presencia que al menos no permita que los actores ilegales actúen con tanta libertad”, apunta.
Pero son apenas paños de agua tibia. Entre los más de 300 artesanos que actualmente conforman el tradicional Mercado Sanalejo varios coinciden en que el parque es como un organismo con cáncer en etapa avanzada. Ya no responde a los tratamientos. Álvaro señala que las dinámicas delincuenciales y problemáticas sociales, como el microtráfico y el aumento de habitantes de calle, los ha obligado a reflexionar sobre el futuro del Mercado Sanalejo. Relata que una de las posibilidades que han valorado, todavía de manera informal, es explorar nuevas zonas en las que pueda expandirse el tradicional espacio que fue declarado patrimonio inmaterial de Medellín al cumplir 50 años de historia.
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“Sabemos que el Sanalejo está estrechamente vinculado al Parque de Bolívar y en cualquier escenario nuestro interés es mantener allí para la ciudadanía este espacio icónico los primeros sábados de cada mes como ha sido en el último medio siglo. Pero también sentimos la necesidad de explorar otros espacios que precisamente permitan mantener fuerte esta tradición”, insiste.
Y es que varios artesanos sostienen que incluso las familias y personas más fieles y que llevan décadas disfrutando de una de las más arraigadas tradiciones en la ciudad les han manifestado que, con tristeza, han optado por abandonar paulatinamente el hábito sabatino de recorrer los toldos simplemente porque ya no se sienten cómodos dentro del parque ni seguros una vez caminan a los alrededores: por Junín o de Bolívar hacia abajo ni tampoco caminando hacia arriba a la Oriental.
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Algunas de esas opciones que se han sopesado incluyen llevar en fechas distintas a los primeros sábados del mes el Sanalejo con sus cerca de 300 artesanos a sectores como el parque de Boston o Parques del Río y se espera avanzar en esta posibilidad de la mano de la Secretaría de Cultura y de la nueva secretaría de Turismo para la próxima Feria de Flores.
Según responde la Gerencia del Centro, una de las prioridades de la administración es fortalecer al Parque de Bolívar como corredor turístico de la ciudad y para ello ha desplegado un trabajo en tres frentes: seguridad, inclusión social y espacio público.
Habitantes de calle y espacio público, problemas que no arrojan avances
El director de Corpocentro plantea que así como se le puede adjudicar a la administración dos hitos positivos en estos seis meses como el mejoramiento de Plaza Botero y el plan general de aseo y ornato, dos frentes que preocupan y que todavía no arrojan resultados esperados son el aumento de habitantes de calle y el caos del espacio público. Frente al primer tema, Puerta apunta que si bien existe un plan para “moverlos, desacomodarlos donde están asentados e intentar que accedan a la oferta institucional, el alcance todavía es muy limitado. “Tienen que existir más centros días, más granjas, una propuesta más ambiciosa si de verdad queremos aminorar el problema y defender efectivamente a esta población instrumentalizada por la criminalidad. Lo que hay todavía es muy insuficiente”.
En consideración del directivo, respecto al conflicto con el espacio público también ocurre algo similar: pocos dientes y falta de personal en las calles para adelantar pedagogía y control en zonas críticas como Maturín, Parque Berrío, la esquina de la Oriental con la Playa y parque de San Antonio. No se trata solo de la pérdida de espacio público en una comuna que se hizo intransitable, sino también de un grave problema de salud pública por las afectaciones que está generando el ruido, concluyó Puerta.
La transformación de la Gerencia del Centro la sintieron como un golpe
Una de las grandes apuestas de la alcaldía Gutiérrez en el resideño del Distrito —la transformación de la Gerencia del Centro en la Gerencia del Centro y Territorios Estratégicos— fue recibida entre sectores cívicos, culturales, comerciales y empresariales como un mazazo. Y es que este cambio que puso a una gerencia que hasta ahora se dedicaba exclusivamente a los problemas de la comuna 10 a ponerse al frente además de los líos de El Poblado y otras zonas complejas, levantó ampolla hasta en el Concejo, donde fue aprobado con 13 votos a favor y 8 en contra.
Lo que temían en el Centro es que una Gerencia que, para bien o para mal, siempre fue un interlocutor directo entre actores del Centro y la Alcaldía, terminara diseminando los pocos recursos con los que cuenta para atender otros frentes. Dicen diversas voces que los temores se materializaron y que esa interlocución ha ido desapareciendo a medida que la nueva Gerencia se enfoca más en zonas como El Lleras y Provenza.