Hace 100 años Noel no se llamaba Noel, no vendía galletas Saltines y no tenía los 2.500 empleados que alberga hoy en su planta de Guayabal, en el sur de Medellín.
Nació bajo el nombre de Fábrica Nacional de Galletas y Confites Hoy, la marca estrella era Papagayo y para mediados de 1916 apenas contaba con tres empleados y 14 obreros en la sede de Ayacucho con Tenerife, en el centro de la ciudad.
Actualmente, el éxito de esta filial del Grupo Nutresa no está solo en que produce 350 toneladas diarias de galletas, sino en cómo se ha reinventado y ampliado su portafolio para llegar a más mercados, incluso a países como islas Fiji, el Congo y hasta Argelia.
Pero un siglo atrás las buenas ventas locales de los inicios eran por culpa de la escasez generada por la parálisis del comercio exterior durante los duros años de la Primera Guerra Mundial.
Hoy el presidente de Noel, Alberto Hoyos Lopera, celebra porque productos clásicos como Saltines (1932), Sultana (1932), Ducales (1981) siguen siendo parte de alacenas y comedores de los colombianos, al punto que estudios de la compañía arrojan que la marca está en 98 de cada 100 hogares.
Y esos éxitos se explican por el trabajo tenaz del primer gerente, Fernando Escobar Chavarriaga, quien para 1918 logró ventas de 6.000 pesos en varias ciudades del país, que contrastan con la meta de vender 2,6 billones en 2020.
Pero también estuvo la visión de un empresario como fue Jesús Ramírez Johns, fundador de Noel y su tercer gerente, y quien durante más de tres décadas enseñó a los colombianos a comer sabores y recetas particulares de Noel.
Además heredó una compañía que buscó rebautizarse con las ideas de sus clientes. Por eso en 1924, Marcelina Ospina de Restrepo fue la ganadora del concurso público por el que la fábrica pasó a llamarse Noel desde 1932. Ella recibió 50 pesos, unas libras de galletas y confites, como recuerda un anecdotario de la compañía, para una marca que en este siglo ya vale miles de millones y llega a 50 países.
Pero el toque secreto de Noel, no está solo en la capacidad de sus gestores de innovar cuando esa palabra no se usaba, sino también por las movidas para crecer en mercados y capacidad, como ya es norma. Estuvo la fusión con la Confitería Dux (1933) o la alianza con la Topps Chewing Gum para crear su línea de chicles (1952), la compra de Productos Zenú (1960) o la instalación de hornos eléctricos (1967). Al final, no solo Colombia, sino el resto del mundo comenzó a destapar Noel desde 1972 (ver Para saber más).
Y al final, queda la gente, la que hace todo esto posible. Es el caso de Álvaro Sánchez, quien estuvo vinculado por 40 años a Noel y quien en 2013 contó a este diario que sabía dónde estaba cada tornillo de cada horno y para qué servía.
Por personas como él y muchas más, también hoy empleados, jubilados y directivos darán gracias en una misa en la Catedral Metropolitana, a las dos de la tarde. Recuerdos y planes se reunirán en torno a una joven empresa de 100 años que a diario evoca la Navidad