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Las termoeléctricas generan a pérdida y el Gobierno aún no anuncia soluciones

A falta de gas, y el poco que hay se vende caro, las térmicas no tienen más que usar combustibles líquidos. El Gobierno aún no toma medidas. ¿Crisis?

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23 de octubre de 2015
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Tarde que temprano los colombianos terminarán pagando en sus “recibos de la luz” el revolcón y alzas históricas de precios que se registran en el mercado mayorista de energía del país: si en agosto el kilovatio-hora valía entre 150 y 250 pesos, ahora está entre 700 y 800 pesos, según XM, operador del mercado.

Mientras tanto, el Gobierno, sea el Ministerio de Minas y Energía o la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), no toma medidas, llegan demasiado tarde o generan fricciones en la cadena.

Desde la semana pasada EL COLOMBIANO intentó sin éxito hablar con el ministro de Minas y Energía, Tomás González Estrada para indagar medidas en un mercado en estado crítico.

Ayer dijo a medios, en Cartagena, que “cuando estén listas se las vamos a contar a ustedes y no quisiera especular. El compromiso es que la energía que está ahí se pueda llevar a los colombianos”. Pero la situación exige más que invitar a que no solo se ahorre agua, sino también energía.

El coctel es preocupante. Primero, una sequía con nombre de fenómeno de El Niño que arrecia más que el padecido en 1997, iría hasta abril y hace que en octubre los aportes de agua (lluvias) a los embalses de las centrales hidroeléctricas estén casi a la mitad de la media histórica, la principal fuente de energía barata del país.

Y con más calor, Colombia demanda más energía, prende ventiladores y aires acondicionados: en septiembre se consumió 4 por ciento más de la energía de lo que se esperaba, según XM.

La sequía financiera

Segundo, las centrales termoeléctricas que generan a gas, carbón y combustibles líquidos (diésel y demás), entregan más energía, y más cara, al mercado, mientras que los generadores hidráulicos restringen su oferta para cuidar los embalses en esta sequía, lo que también sube los precios.

Así que en un octubre sin Niño (lluvioso), lo normal es que el 80 por ciento de la demanda de energía nacional proceda de generación hidráulica. Pero en este momento es 55 por ciento con hidráulica y el otro 45 con térmica (ver gráficos).

Ahora, esa energía cuesta más producirla y, para ajustar, las empresas con termoeléctricas distintas a las que funcionan con carbón, están en el peor de los mundos, pues sí o sí deben cumplir con entregar la electricidad asignada por el regulador (energía en firme).

El país no produce el suficiente gas para la demanda, bajan sus reservas y el disponible deben pagarlo caro en las subastas de Ecopetrol.

Y ya se activó el llamado precio de escasez en la Bolsa de Energía, cuya fórmula está atada a los precios bajos del crudo, y hace que les paguen a las térmicas 302 pesos kilovatio-hora, así les valga mucho más generar el mismo kilovatio.

El gas, convertido a ese kilovatio, les cuesta unos 350 pesos, o si es con líquidos les vale entre 450 y 750 pesos, según la eficiencia o la ubicación de la central. Además, no hay los suficientes tanques en puertos para almacenar el combustible requerido.

“Si se mantiene ese nivel de costos para generar energía a gas y con líquidos por seis meses más de Niño, la pérdida es de entre 2,1 y 2,5 billones de pesos. A ese paso, no hay empresa que resista y habría insolvencia financiera, los bancos no prestan a quien trabaja a pérdida”, afirma Alejandro Castañeda, director de la Asociación Nacional de Empresas Generadoras (Andeg).

En esas condiciones, el dirigente señala que el problema puede resolverse modificando la fórmula del precio de escasez, en lo que han insistido las generadoras desde 2007 a la Creg.

“Si eso se da, la demanda se puede ver afectada, y para que no suban las tarifas, el Gobierno tendrá que mirar cómo se cubre el faltante, o si no, los generadores se quiebran”, puntualiza.

Salta otra liebre

Pero desde el eslabón final de la cadena, la Asociación Colombiana de Comercializadores de Energía (Acce), señala que los usuarios, vía tarifa, remuneran a los generadores el llamado cargo por confiabilidad, del que se han girado a los generadores unos 7.838 millones de dólares o 16,16 billones de pesos desde 2006.

Se trata de una suerte de seguro para garantizar la prestación del servicio y que se activa cuando el precio en la Bolsa supera al de escasez, como ocurre desde el 19 de septiembre pasado.

“Los generadores deben cumplir con la demanda, cuyo único beneficio es tener suministro de energía teniendo como precio máximo el precio de escasez en periodos críticos”, concluye Marta Aguilar, directora de la Acce. Agrega que no se entendería una decisión regulatoria que permita elevar el precio de escasez.

En ese contexto, el Gobierno tiene la palabra. Cada día que pasa no se tiene certeza de que las térmicas puedan generar esos 90 gigavatios-hora (GWh) para que las hidroeléctricas no desembalsen.

Por ahora, el ministro de Minas y Energía puede tener a la mano varias medidas: quitarle impuestos al combustible importado para generar a líquidos; asegurar disponibilidad de más gas para las térmicas, ahora que Venezuela promete que desde enero de 2016 venderá 40 millones de pies cúbicos diarios; o, como ya pasó con el agua potable, ponerle topes al consumo promedio y pagar mucho más si se lo pasa; y, claro, campañas para ahorrar energía, como invitó ayer..

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Termoeléctricas, a pérdida y no se generan soluciones
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