Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
¿Será que tendremos que enseñar, de nuevo, poética, retórica y lógica para que emerjan de nuevo los grandes diálogos...?
* Director de Comfama.
Querido Gabriel,
En medio de la reunión, el gerente tomó el celular, no para ver las redes o eludir el momento, sino para conversar con su IA de confianza. “¿Cómo debería afrontarse este asunto en una empresa de tal sector?”, preguntó. “¿Cambiaría algo si estamos en Colombia?”, continuó. Al ver las primeras respuestas, la presionó un poco más. “Qué diría un filósofo de esto? ¿Qué diría un CEO profesional? ¿Cómo aplicaría para una empresa familiar?”. Con las respuestas, pensó en su siguiente aporte a la discusión, tomó cuaderno y lápiz e hizo un diagrama... La verdad, este nuevo instrumento le había dado un par de muy buenas ideas para sumar a su intuición y experiencia.
Hay una vieja discusión en el mundo de la tecnología sobre si inventos, aparatos y programas computacionales nos reemplazarán o, al contrario, nos elevarán como humanidad. Walter Isaacson, en su libro Los innovadores, plantea que, hasta ahora, siempre ha ganado el aumento, la mejora y la extensión de nuestras capacidades, no la sustitución. Nuestra productividad e inteligencia colectivas se han multiplicado con los avances de las tecnologías de información y comunicación que, no solo nos tornan más eficientes, sino que amplían nuestra memoria, capacidad de razonamiento y creatividad.
El neurocientífico Mariano Sigman, en su reciente visita a Medellín, propuso que a la IA debemos mirarla como a una “máquina de conversar”, como un aliado para, siguiendo el método socrático y retornando al viejo arte de las buenas preguntas, expandamos nuestra cognición, nuestra capacidad de resolver problemas y nuestra posibilidad de proponer nuevas soluciones a retos personales o hasta para los más acuciantes desafíos de nuestra especie. ChatGPT y sus homólogos son una invención completamente diferente a Google. No se trata ya de búsquedas sino de conversaciones en las que se explora, debate, propone e imagina. “Usemos la inteligencia artificial como usamos una bici”, nos invitó Mariano, llegaremos a nuestro destino más lejos, más pronto.
El diálogo siempre ha sido fundamental para el aprendizaje y puede que estemos a punto de experimentar su mejor momento. ¿No te seduce la idea de que la conversación con las IA es como debatir con una combinación entre un alumno aplicado y un sabio maestro? A una IA, además, podemos retarla con toda confianza, cuestionarla de manera crítica, plantearle desacuerdos o ponerla a discutir con otra IA. Estas herramientas no se cansan ni molestan, no se impacientan y tampoco sienten vergüenza. Tendremos, finalmente, a un conversador curioso e incansable a nuestro lado.
Hablemos del arte de preguntar, de dejar atrás el chat a la carrera y volver a las largas conversaciones envolventes que son caminos de descubrimiento y aprendizaje. ¿Será que en colegios, universidades y empresas tendremos que enseñar, de nuevo, poética, retórica y lógica para que emerjan de nuevo los grandes diálogos que alguna vez merecieron libros completos e iluminaron los más profundos y fecundos debates de nuestra especie?
Inspiremos nuestra tertulia con estas palabras de Montaigne: “El más fructífero y natural ejercicio de nuestro espíritu es, a mi modo de ver, la conversación...”. ¿No crees que pocas cosas hay tan emocionantes como una conversación que amplía y enriquece nuestros horizontes? Tal vez, como ha sucedido tantas veces, nuestro siguiente nivel evolutivo sea una combinación entre uno de nuestros más antiguos artilugios, la lengua hablada, con uno de los más novedosos, las inteligencias artificiales.