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El pragmatismo sinvergüenza

La aprobación arbitraria de la amnistía para los promotores de la separación catalana por fuera y por encima de la Constitución ha sido escandalosa, pero le ha permitido salirse con la suya al hábil maquinador pero deficiente mandatario y estadista.

20 de noviembre de 2023
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  • El pragmatismo sinvergüenza

Por Juan José García Posada - juanjogp@une.net.co

Son demasiado indulgentes los vocablos desvergonzado, inverecundo, caradura y desfachatado. Es muchísimo más contundente señalar que alguien o algo es sin vergüenza, así, en dos palabras. La utilización de la política sólo para sostenerse en el poder a toda costa, mediante el recurso inmoral y sin ética del todo vale, siempre ha estado de moda en los regímenes autocráticos y monárquicos y es ya de uso corriente en las democracias, donde al menos se simulaba que había recato, pudor, afán por aparentar decencia, así no fuera algo real y auténtico sino pura fachada. No sólo actuar de modo decente sino dar ejemplo en las actuaciones públicas, para sostener las formas básicas y atribuirles siquiera mínima justificación a los medios para conseguir el fin.

La investidura forzada por el señor Sánchez para aferrarse al poder en España es el ejemplo actual más sobresaliente de pragmatismo inverecundo. Quebrantó su palabra, los principios esenciales de un estado de derecho, los presupuestos de la transición democrática, al practicar el todo vale como procedimiento para ganar el respaldo de partidos que han puesto en alto riesgo la integridad de la nación española. La aprobación arbitraria de la amnistía para los promotores de la separación catalana por fuera y por encima de la Constitución ha sido escandalosa, pero le ha permitido salirse con la suya al hábil maquinador pero deficiente mandatario y estadista. El caso es que unos trescientos incursos en la comisión de delitos gozan de la impunidad instituída a cambio de siete votos de más en el Congreso de los Diputados.

Que un pragmatismo razonable y decente sea legitimo en la política, es defendible. El gran problema consiste en que no se respeten fronteras ni morales, ni éticas ni jurídicas. Darles cierta prioridad a las motivaciones prácticas de utilidad y conveniencia, ha sido característico en el actuar político, de acuerdo con circunstancias específicas. Si no, sería imposible, ilusoria, cualquier actividad humana y social. La política no es para ángeles. Incluso recordemos que todo aquel que vaya a vivirla tiene que estar dispuesto a “vérselas con todos los demonios”, como dice un sapiente profesor. Pero hasta cierto punto. Brincarse las barreras de la sindéresis, la justicia y la prudencia y obrar con desvergüenza o sinvergüenzada no puede ser garantía de confiabilidad de ningún político. Tarde o temprano los ciudadanos despertarán para cobrarle su avilantez.

El péndulo es tan implacable y rápido como lo determinen sus operadores. Es posible, como decía alguien, engañar mucho tiempo a mucha gente. Y engañarse. Pero no para siempre. Y esto es válido no sólo para el actual y el próximo discurrir de la realidad política española. En un país que bien conocemos... está precipitándose el descrédito de los que han abusado del pragmatismo político, confiadísimos en que todo vale y todo puede olvidarse. Cuando el río del malestar y la desconfianza suena, con eslóganes y clamores colectivos como el del estadio de Barranquilla, es porque “está naufragando la orquesta”.

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