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Por Rafael Pardo Rueda - opinion@elcolombiano.com.com
El gran acuerdo nacional ha producido numerosas columnas en diferentes medios de comunicación y muchas reuniones. Empezando por el presidente Gustavo Petro quien esta semana se reunió con el Consejo Gremial, la bancada liberal de la Cámara de Representantes y cuatro gobernadores del país: Norte de Santander, Boyacá, Arauca y Casanare.
Se desconoce sin embargo lo más importante, la metodología con la cual se construye el acuerdo y los temas fundamentales.
Si es como dice el representante Alfredo Mondragón que el acuerdo no incluye aquello por lo que la gente votó y es parte del programa de gobierno del presidente, entonces no es claro el objeto de las reuniones. Pues para este representante las reformas propuestas por el presidente no serían objeto del acuerdo nacional.
El martes próximo se sabrá si la comisión accidental de la Cámara que deberá concertar la reforma de la salud tiene efectos concretos. Se ha presentado una contradicción entre lo que propuso la comisión accidental, la representante Miranda, el gobierno y los miembros del Pacto Histórico. El debate es si debe suspenderse el trámite de la reforma a la salud o debe continuarse.
Mauricio Rodríguez Múnera ha planteado algunas conclusiones sobre el acuerdo nacional que comparto: “Gran Acuerdo Nacional no es opcional, es una imperiosa necesidad, los colombianos debemos comprender cuanto antes que quienes piensan distinto a nosotros, NO son nuestros enemigos. Hay que despolitizar la labor de búsqueda de la Paz, verla como un objetivo de la sociedad entera, y no solo del gobierno y unos pocos partidos, la educación es la herramienta más poderosa para transformar a Colombia. Una educación de calidad, a la cual puedan acceder todos, que enfatice la ética, el civismo, la empatía, el respeto y la solidaridad, es clave para lograr el cambio, ... los medios de comunicación son un potente formador de buenos ciudadanos”.
Todas las premisas son correctas. La pregunta es cómo lograrlo. Cómo llegamos a ellas es la almendra del asunto. Las reuniones de esta semana abren una oportunidad sin igual, pero no tendrán frutos sin que se informe de manera transparente a la ciudadanía sobre los puntos conversados y acordados. Y también sobre aquellos en los que no hay consensos. Sin que se establezca el método y los tiempos de construcción del Gran Acuerdo, no parece haber luz al final del túnel.
En un editorial del periódico del Eln, para mayor confusión dice:
¿Qué papel quieren jugar las Fuerzas Armadas?
“Es tiempo de definiciones: o se suman al #GranAcuerdoNacional, que debe ir más allá de los partidos políticos o se perpetúan como enemigos de la paz”.
Ahora bien, si el presidente es quien debe liderar el acuerdo nacional, en su reciente discurso en los Montes de María, repetido al día siguiente a manera de alocución presidencial por los canales nacionales, hay una contradicción por ahora insalvable: muestra que el presidente padece de una gran pugnacidad, que sus permisos retóricos van en la vía contraria a la búsqueda de consensos, sus reiterados ataques son poco explicables y así es imposible crear un acuerdo nacional.
Para que no pase lo que Alejandro Gaviria ha dicho que “en manos de Petro el acuerdo nacional va a ser un fracaso”, debe el presidente reducir su pugnacidad.