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Petro, Hitler y los Sudetes

Como a Chamberlain, salvando las distancias con el líder conservador, a Petro “no se le ha perdido nada allí” y prefiere posicionarse con China y Putin y entregarle un trozo de Ucrania al “Reich ruso”.

20 de junio de 2024
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  • Petro, Hitler y los Sudetes
  • Petro, Hitler y los Sudetes

Por humberto montero - hmontero@larazon.es

El 3 de septiembre de 1939, tras la invasión nazi de Polonia dos días antes, al primer ministro británico Neville Chamberlain, no le quedó más remedio que anunciar la declaración de guerra a Alemania. Chamberlain lideró el conflicto durante los ocho primeros meses, hasta su renuncia en favor de Winston Churchill, después de haberla pifiado con su política de apaciguamiento con el Tercer Reich que se plasmó en el Acuerdo de Múnich, firmado un año antes y por el que se entregaba a Hitler la región germanófona de los Sudetes de Checoslovaquia. “Qué se nos ha perdido a nosotros en una disputa por una tierra lejana entre gente de la que no sabemos nada”, dijo entonces Chamberlain, en una de esas frases que le acompañan a uno a la tumba, donde se iría seis meses después de abandonar el cargo.

Las teorías de por qué Chamberlain pronunció aquel llamado “discurso por la paz” a su llegada de Múnich tras un acuerdo con el que creía haber evitado la guerra con Alemania, son variadas. La más verosímil es que Gran Bretaña pensara que la expansión nazi limitada a Centroeuropa frenaría a la Unión Soviética y protegería sus intereses en el por entonces vasto imperio británico. Sin embargo, esos años de apaciguamiento sirvieron a Alemania para preparar a su aviación y crear la Luftwaffe, que estaba en franca desventaja con la RAF británica.

¿Para qué les traigo este cuentito? Pues al pairo de la negativa del “apaciguador” Petro de sentarse en la conferencia de paz de Ucrania celebrada el pasado domingo en Suiza. “Lo que hemos encontrado respecto a la conferencia de paz, entre comillas, en Suiza, es que es básicamente un alinderamiento al lado de la guerra y nosotros no estamos de acuerdo con eso”, dijo tan pancho.

“Nos estamos acercando a una conflagración mundial mientras se agota el tiempo para resolver la crisis climática que puede acabar con todo mientras las naciones, el poder, se dedican a la guerra”, añadió, saliendo por peteneras. “América Latina no quiere más guerra, lo que quiere es la construcción de la Paz, lo más pronto posible”, añadió sin sonrojarse.

La cumbre de Lucerna estuvo marcada por la esperada ausencia de China y Rusia, que rechaza por completo el plan de paz ucraniano al negarse a retirar a sus fuerzas de los territorios ucranianos invadidos y a devolver a Kiev la soberanía de las regiones ucranianas bajo su control, como exige Zelenski.

Podemos deducir que a Petro le importan un comino “los sudetes” ucranianos -el Donbás, para más señas- por no hablar de Crimea, cuya invasión ya le importó un rábano a todo el mundo, pese a que era el inicio de la guerra. Como a Chamberlain, salvando las distancias con el líder conservador, a Petro “no se le ha perdido nada allí” y prefiere posicionarse con China y Putin y entregarle un trozo de Ucrania al “Reich ruso”.

Las similitudes entre Hitler y Putin son enormes. Su comportamiento expansionista y totalitario así lo indican. Bien harían los líderes mundiales, incluido el por ahora presidente Petro, en dejarse de “cambios climáticos” y paces de cartón piedra, y poner freno a Putin. Cada uno con sus armas por escasas que sea.

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