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Ser perro en Ucrania

La seguridad de los animales, desde los que habitaban los zoológicos hasta las mascotas de cada hogar, se convirtieron en prioridad nacional.

01 de junio de 2025
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  • Ser perro en Ucrania

Por Lina María Múnera Gutiérrez - muneralina66@gmail.com

Hay gestos que hablan de la sensibilidad de una persona sin que esta tenga que manifestarse de manera grandilocuente. Y hay decisiones que si se toman en el contexto de una guerra pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte. Si bien la prioridad es proteger a las personas, hay otros seres que no se olvidan tal vez por ser una fuente inagotable de afecto.

Hace tres años, cuando comenzó la invasión rusa de Ucrania, el ministro de Relaciones Exteriores, Dmytro Kuleba, tomó una decisión: motivar a todos los empleados de la cancillería para que fueran a trabajar cada día a la oficina con sus perros. De esta manera, los canes no tenían que quedarse solos y aterrorizados en casa mientras arreciaban los ataques de drones y misiles.

Esta decisión, aparentemente inusual, no ha sido la única durante estos tiempos de guerra. La seguridad de los animales, desde los que habitaban los zoológicos hasta las mascotas de cada hogar, se convirtieron en prioridad nacional. Muestra de ello son las imágenes que todos hemos visto de familias desplazadas que viajan con perros y gatos, soldados que alimentan y cuidan a los que se quedan rezagados y grupos de voluntarios que se arriesgan para conseguir llevarlos a ciudades más seguras donde otras familias los adoptan.

Parece mentira que en circunstancias tan adversas, -qué puede haber peor que una guerra-, Ucrania haya pasado de ser un país bastante criticado por el tratamiento que le daba a sus perros y ahora se haya convertido en un lugar que convive con ellos en restaurantes, hoteles, cafés, salones de belleza y hasta tiendas de comestibles.

Las historias sobre perros rescatados de zonas donde se desarrollan cruentos enfrentamientos son tantas, que hasta periódicos como el Washington Post, que tiene oficina y un gran equipo de corresponsales en Kiev, han publicado extensos reportajes sobre este asunto. Animales que tienen crías en medio de combates, que superan el hambre durante días, que sobreviven a heridas de metralla o que recorren cientos de kilómetros hasta que son rescatados.

A quienes han tenido perro algunas vez, no les extraña la capacidad de resiliencia que muestran los canes. La forma como responden al afecto de desconocidos, su constante ejemplo de que se vive en el instante presente sin importar lo que haya pasado y su generosidad con los humanos, son características que muchos reconocen.

Pero esta vez, desde las entrañas de un país asolado por la guerra, han demostrado tener un poder de cohesión único. Han generado todo un cambio cultural y le han demostrado a los humanos que aún en las condiciones más adversas, siempre hay espacio para el afecto y la bondad. De semejante drama, algo bueno ha salido.

Kuleba renunció a su cargo en 2024, pero el ministerio de Relaciones Exteriores continúa con la política que él promovió. Ese cambio ya no tiene vuelta atrás y Ucrania, que sueña con la paz que no llega, está comprometida en ello.

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