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Que nada parezca normal

La invitación es para detenernos, hacer una pausa y mirarnos adentro para ser capaces de mirar al otro diferente.

hace 11 horas
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  • Que nada parezca normal

Por María Luisa Zapata Trujillo - JuntasSomosMasMed@gmail.com

¿En qué momento normalizamos vivir en piloto automático y agotados? ¿Cuántas veces no nos hacemos los de la vista gorda con los problemas de los demás? ¿Acaso la naturaleza no está hablando a gritos por un cambio?

Nos acostumbramos a que la vida se vuelva paisaje, no somos capaces de leer las señales de nuestro cuerpo, de nuestros vecinos y de nuestro entorno; y lo peor de todo, no queremos ni nos gusta que el cuerpo hable, que los otros nos reclamen y que la vida se nos vea afectada por circunstancias que no podemos controlar.

Permítanme plantear una reflexión en tres dimensiones para invitar a una conversación urgente. Por un lado, normalizamos la afectación en la salud mental y el agotamiento. Según el Ministerio de Salud, en 2023 en Colombia el 40% de personas entre 18 y 45 años viven con ansiedad. Para el caso de Medellín, el 34% de los jóvenes entre 18 y 28 años han reportado afectaciones en su salud mental, de acuerdo con la encuesta de Medellín Cómo vamos del 2023. Sin embargo, somos expertos en hacernos los locos, en responder “todo bien” mientras el cuerpo grita. Vivimos hiperconectados, pero ausentes emocionalmente de nosotros mismos.

También hemos aprendido a vivir desconfiando de todo y de todos. Hemos perdido sensibilidad al dolor de los demás. De acuerdo con Latinobarómetro del 2023, solo el 14% de los colombianos dice que confía en la mayoría de las personas. Estamos perdiendo nuestra capacidad de cooperar y deterioramos el tejido que nos une como sociedad.

Por último, estas dinámicas, desde lo personal y lo colectivo, también las podemos ver reflejadas en nuestra relación con la naturaleza. Nos acostumbramos y en muchos casos nos resignamos a la desconexión con la naturaleza. En Antioquia, de acuerdo con el IDEAM ya este año ha superado el promedio histórico de lluvias. Cada año, 2 de agosto en 2023, para ser más exactos, nos gastamos los recursos que el planeta puede generar anualmente. Estamos viendo como la naturaleza afecta a nuestros vecinos y muchas veces, lejanos, no nos damos cuenta de que la falta de conexión con la naturaleza nos afecta a todos de manera, física, mental y emocional. Las montañas y los ríos nos están diciendo muchas cosas que no hemos querido escuchar.

Que no tengamos que seguir recibiendo alertas contundentes, como apagones masivos que nos obligan a parar y reconectarnos entre humanos, cuando esto debería ser nuestro nuevo normal.

La invitación es para detenernos, hacer una pausa y mirarnos adentro para ser capaces de mirar al otro diferente. Solo desde lo que cuestionamos seremos capaces de transformarnos y transformar. A nuestra ciudad y a cada uno de nosotros nos vendría bien recuperar la capacidad de indignarnos y de actuar. Dejemos de fingir que todo está bien y empecemos a cambiar. Empecemos por un gesto de empatía al día, por una ducha más corta, o un día sin responder “todo bien” cuando no lo está.

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