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Por Melquisedec Torres - @Melquisedec70
Joseph Fouché fue un personaje astuto, manipulador y oportunista que navegó con éxito las turbulentas aguas de la Revolución Francesa y del Imperio napoleónico. En su biografía “El genio tenebroso”, Stefan Zweig destacó de Fouché la ambigüedad moral, o la falta absoluta de ella, y su genialidad política, al igual que su ausencia de escrúpulos: “No había crimen que Fouché no pudiera justificar ni lealtad que no estuviera dispuesto a vender”.
Sin duda Fouché sería hoy altamente superior a cualquiera de nuestra política nacional, pero algunos de sus rasgos encajan en la figura del exfiscal, exmagistrado, gran contratista público y privado y ahora Ministro de Justicia Luis Eduardo Montealegre Lynnet. Desde 1997 a hoy ha sido defensor de las Convivir, de la reelección de Uribe, del acuerdo de paz de Santos y ahora es la conciencia “inmoral” del decretazo de Gustavo Petro para la consulta popular y de las intenciones de una Constituyente.
Desde cuando el entonces procurador Jaime Bernal Cuéllar lo puso como Viceprocurador y luego magistrado de la Corte Constitucional, Montealegre ha cultivado tal capacidad de intriga y poder oculto que, “mientras otros se perdían en pasiones y principios, Fouché tejía su red en las sombras”. Por ello Montealegre renunció abruptamente a la Corte en 2004 para fungir como abogado de su amigo y paisano Carlos Palacino, el todo poderoso de Saludcoop, la EPS que llegó a manejar la salud de casi todo el país; muy bien recompensado, con más de $6 mil millones en honorarios (contablemente). Palacino paga hoy dos condenas por corrupto, lo que Montealegre consideraba que jamás existió.
El presidente Petro ha dicho entre otras que la “integración vertical” de las EPS fue uno de los canales de corrupción; Montealegre defendió a Palacino con un alegato contrario, bajo juramento en 2019: que de la plata del Estado a las EPS salían utilidades (incluyendo reservas técnicas) y estas se podían gastar libremente.
Como Viceprocurador en 1997 ante la Corte defendió las Convivir (escudo legal de paramilitares); dijo que en Colombia “donde el monopolio de la violencia se impuso sobre las instituciones... se justifica la creación de cooperativas que permitan a los particulares... el control de la seguridad nacional”.
Tras el fin del gobierno Uribe, que le proveyó enormes beneficios, saltó a la defensa a ultranza del proceso de paz de La Habana, como Fiscal puesto por Santos, cargo en el que se congelaron todas las investigaciones contra Saludcoop y se dilapidaron miles de millones de pesos entre otros con un proyecto de “Universidad de la Fiscalía” y un “modelo matemático” pagado a su amiga Natalia Lizarazo de Springer, completamente inútil.
Tan habilidoso este “Fouché” criollo que poco supimos de su estrecha relación con el entonces magistrado de la Corte Suprema, Leonidas Bustos, gran jefe del Cartel de la Toga. La Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía en tiempos de Montealegre vio pasar numerosas cuotas en altos cargos de Bustos y de otros magistrados en compensación no solo por su elección como Fiscal. Encuentros en Panamá de ambos eran algo frecuentes.
Estos oscuros antecedentes nada le importan al presidente Petro. Tener su propio Fouché le genera alta rentabilidad política.