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Ni obedientes ni sumisos

Pueden convertirse en lecciones para el mundo que demuestran que agachar la cabeza y aceptar verdades absolutas o imposiciones por dinero no tiene por qué ser el destino irremediable del ciudadano de a pie.

10 de diciembre de 2023
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  • Ni obedientes ni sumisos

Por Lina María Múnera Gutiérrez - muneralina66@gmail.com

La sociedad sueca ha decidido desobedecer y disentir contra un organismo internacional y contra un semidiós tecnológico casi intocable, y los resultados de estas dos acciones no pueden ser más satisfactorios. Es más, pueden convertirse en lecciones para el mundo que demuestran que agachar la cabeza y aceptar verdades absolutas o imposiciones por dinero no tiene por qué ser el destino irremediable del ciudadano de a pie.

La primera batalla la dio Suecia contra el criterio de la Organización Mundial de la Salud respecto al tabaco. La OMS se niega desde hace años, de manera dogmática, a diferenciar entre el daño que produce el cigarrillo tradicional frente a alternativas de nicotina libres de humo como el cigarrillo electrónico o las bolsitas de nicotina.

Pues bien, los suecos, amparados en estudios científicos que demuestran que estos productos reducen la exposición a sustancias tóxicas en un 95% crearon el snus, su propio tabaco húmedo y pasteurizado que administra nicotina a través de las encías. Y lograron convertirse en el primer país libre de humos, al alcanzar una tasa de tabaquismo inferior al 5% de la población, frente al 23% de media que registra por ejemplo la Unión Europea. Y para mayor mérito, lo consiguieron 17 años antes de la fecha que se había puesto como objetivo la UE.

Se salieron del camino marcado por la OMS, incentivaron a los fumadores a usar alternativas libres de humo, desobedecieron y triunfaron. Las arcaicas estrategias para luchar contra el tabaquismo centradas en la prohibición han quedado por el suelo gracias a que los suecos pusieron en práctica eso que muchos padres le repiten a sus hijos cuando estos pretender tener las mismas reglas laxas que ven en otras casas: “Yo pienso con mi propia cabeza”.

Y en otro campo totalmente diferente, los suecos vuelven a dar una lección de insumisión. En vista de que Elon Musk, dueño de Tesla y X, se niega a cumplir con el convenio colectivo, 130 mecánicos afiliados al potente sindicato IF Metall iniciaron una huelga en siete talleres donde se reparan los automóviles eléctricos. En solidaridad con ellos, trabajadores de otros ocho sindicatos se sumaron a lo que han bautizado como huelgas por simpatía que aplican solo a actividades que tienen que ver con Tesla.

La pataleta de Musk en redes sociales no se ha hecho esperar, e incluso ha demandado al Estado sueco. Pero lo único que ha conseguido es que se sumen trabajadores portuarios que ya no cargan ni descargan carros de su marcas, operarios que ya no limpian las instalaciones de la firma, pintores que se niegan a pintar Teslas, obreros que no fabrican piezas para la filial sueca de la empresa y empleados de correos que no procesan la correspondencia relacionada con la automotriz, así que no están repartiendo las matrículas de los vehículos. Y el tsunami de solidaridad que ha generado esta actitud de los suecos se está extendiendo ya a Noruega y Dinamarca cuyos sindicatos le han advertido a Musk que tampoco se le van a arrodillar si intenta eludir el bloqueo de los estibadores suecos entrando los carros por sus puertos.

Ni obedientes ni sumisos, confiados en la ciencia y defendiendo su cultura laboral, los suecos dan un golpe en la mesa.

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