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Buenos seres humanos

Yo le dije que sí, que ya estábamos muy viejas para ponernos en esos trotes pero que eso no importaba, al fin y al cabo, sus óvulos congelados serán eternamente jóvenes.

hace 7 horas
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  • Buenos seres humanos

Por Sara Jaramillo Klinkert - @sarimillo

No ha nacido y ya está matriculada en el colegio. Hablará tres idiomas y estudiará en el exterior una carrera que le permita tomar las riendas de la empresa familiar. Congelará los óvulos, igual que su madre, para poder aplazar sin remordimientos la maternidad. Tal vez elija una buena pareja y se case enamorada y eso será lo más cerca que esté de tomar una decisión propia. Tendrá dos hijos y un gato. Heredará la miopía, las migrañas y el desprecio hacia las mismas personas que sus padres desprecian. Quizá su madre la convenza de que toque la guitarra ya que ella no pudo, pero tocará el piano porque es el instrumento que le gusta a su padre. Estoy hablando del feto que reposa plácidamente en la barriga de una amiga. Ya oye a Mozart y reacciona a los mantras. Con escasas veinticuatro semanas tiene gran parte de la vida resuelta. En la mente de mi amiga, la bebé será alérgica a la lactosa y al gluten y eso que aún no ha probado ni la leche ni el pan.

Le pregunté qué pasaría si su hija no quisiera hablar francés ni mandarín o si en vez de estudiar Derecho, como su padre, decidiera irse a cultivar ajos en un kibut o a adiestrar caballos salvajes en Colorado. Qué pasaría si le gustaran las mujeres, si no quisiera tener hijos o si deseara convertirse en hippy y vivir en una comuna autosostenible. Al principio se mostró incrédula. Se tocó la barriga. Dijo que nada de lo anterior iba a pasar, por la sencilla razón de que en su familia nunca antes había pasado. Yo le dije que los dinosaurios no se habían extinguido hasta que se extinguieron. Hubo un silencio incómodo entre nosotras. Lo rompió al cabo de un rato para preguntarme si yo la veía muy vieja para tener otro hijo. Seguro pensaba que, teniéndolo, iba a asegurar la continuidad de sus planes en caso de que a la niña que venía en camino le diera por escribir su propio libreto. Yo le dije que sí, que ya estábamos muy viejas para ponernos en esos trotes pero que eso no importaba, al fin y al cabo, sus óvulos congelados serán eternamente jóvenes. Nos reímos al tiempo y lo último que recuerdo es haber pensado que una misma sonrisa puede tener significados completamente diferentes.

Caminé de regreso a casa pensando en lo mal definido que está el concepto de éxito. Ignoro si la hija de mi amiga será considerada exitosa por darle continuidad a la cadena familiar o por ser, precisamente, quien la rompa. A lo mejor el éxito radica en elegir con libertad, incluso a sabiendas de que cada elección encierra tras de sí un montón de renuncias y, sobre todo, un montón de posibilidades de equivocarse. Sigo creyendo que tomar decisiones es lo que nos hace adultos pero arrepentirse de ellas es lo que nos hace humanos. En un mundo tan torcido a lo mejor el éxito es hacer lo que nos dé la gana sin hacerle daño a nadie y sin dejar de ser humanos. Buenos seres humanos.

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