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Crónicas de un Fan Fatal: estamos vivos para cantarlo

hace 1 hora
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  • Crónicas de un Fan Fatal: estamos vivos para cantarlo

diego

londoño

@Elfanfatal

No sé si es la edad o la suma de todo lo vivido, pero cada vez celebro más la existencia en lo simple. En esas acciones cotidianas que parecen insignificantes, pero que en el fondo son un recordatorio de lo esencial: ver una película en calma, acariciar a mi gato mientras la tarde se diluye en la ventana, escuchar esas canciones que me han acompañado como fieles cómplices a lo largo de la vida. Para mí, esos gestos son una forma de resistencia, un pequeño himno íntimo frente al vértigo de un mundo que nos exige correr. Y, entre todas esas maneras de agradecer, hay una que prevalece: la música, ese ritual sagrado y cotidiano que se ha convertido en mi celebración más preciada de estar vivo.

De ahí que la frase “Estamos vivos para contarlo” me resuene, pero no la quiera dejar quieta. No me basta con contar: prefiero cantarlo. Cantarlo con fuerza, con actitud, a los gritos, en cualquier escenario posible. En la ducha, sí, pero también en la calle, en el metro, en mi casa, en una fiesta. Porque cantar es un acto de libertad, una declaración de vida. Y quizá por eso me conmueve tanto cuando veo a alguien con audífonos caminando por la ciudad, ajeno a la mirada de los demás, entregado a su concierto interno. O cuando un motociclista, entre el ruido y la prisa de la vía, canta a pulmón abierto y convierte su trayecto en un escenario rodante. Allí, en esos gestos, hay algo profundamente humano: la música como refugio y como grito de resistencia.

Ese mismo espíritu es el que inspira el concierto “Estamos vivos para cantarlo”, un encuentro que se inscribe en la programación de los 350 años de Medellín y que busca celebrar la vida a través de canciones que ya forman parte de nuestra memoria colectiva. No será un recital más en la cartelera cultural: será un espacio donde se conjugan emociones, vulnerabilidades y esa fuerza insospechada que nos levanta de la cama incluso en los días más difíciles.

El 3 de octubre de 2025, en el Teatro Pablo Tobón Uribe, uno de los escenarios más emblemáticos y queridos de Medellín, se vivirá esta experiencia sinfónica que recorrerá himnos de distintas latitudes del rock y el pop latinoamericano. Será una expedición por canciones tatuadas en la piel de varias generaciones: desde Café Tacvba y Gustavo Cerati, hasta Aterciopelados, Los Prisioneros, Estados Alterados, Manu Chao, Los Fabulosos Cadillacs, Kraken, Robi Draco Rosa, Molotov, Héroes del Silencio y muchos más.

No se trata solo de música: se trata de la educación sentimental de miles de personas, de los recuerdos que despierta cada acorde, de los amores y desamores que quedaron anclados a esas melodías. En algún punto de nuestra vida todos hemos cantado estas canciones: en un bus, en una borrachera, en un concierto multitudinario, en un cuarto en soledad. Por eso este concierto es también un espejo, una celebración compartida de lo que hemos sido y de lo que seguimos siendo.

La cita, además, tiene un propósito social. Los recursos recaudados beneficiarán a la Corporación Escuela Nacional del Grito y a la Corporación Pasión & Corazón, con su Filarmónica Metropolitana – La Metro. Este proyecto, que llevaba más de tres años gestándose como un sueño, hoy es una realidad que se expande y encuentra en este concierto un impulso fundamental. Se trata de demostrar que la música no solo entretiene: también transforma, educa, genera comunidad y sostiene causas que le dan sentido a nuestra existencia colectiva.

Así, “Estamos vivos para cantarlo” se convierte en un manifiesto hecho música. Una oportunidad para recordarnos que, pese a las dificultades, seguimos respirando, seguimos soñando, seguimos cantando. Y que cantar juntos es, en el fondo, un acto de esperanza. Medellín celebra 350 años de historia, pero también celebra su presente y su futuro con este evento que trasciende lo artístico para convertirse en un testimonio de vida.

Estamos vivos, y esa ya es razón suficiente para cantar. Hagámoslo con fuerza, con emoción, con gratitud. Cantemos estas canciones que nos han sostenido y que hoy, en el Pablo Tobón, nos invitan a celebrar la vida misma. Porque la música, al final, siempre será nuestro mejor recordatorio de que seguimos aquí, respirando y sonriendo.

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