Pico y Placa Medellín
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Por Lorenzo Villegas Periodista gastroturística
Callos a la madrileña, dicen algunos coterráneos recién llegados de España y el efecto les produjo un acortamiento de la letra ese al pronunciarlos, ¡pues es eso es lo que hemos comido, jod...!. Mondongo, palabra heredada por África a nuestra cocina. Plato vilipendiado por muchos, acusado de ser horrible por muchas y comparado hasta con la textura de toalla por cómicos en desgracia. Dicen los historiadores de las ollas, que existió primero en Las Canarias, luego pasó a la Madre Patria.
O sea que el plato es viajero. No voy a decir aquí, de qué parte del noble vacuno es esa carne, por ser amable. Tampoco si su ingestión es para una perfecta alimentación o si cabe dentro del diccionario de las dietas malditas de los y las que ejercitan sus músculos, para luego poner las fotos en redes sociales como adonis y afrodita buscando alabanzas. No, acá hablaré del logro de un plato, de la conquista del paladar y la recordación de lo que somos de verdad.
Pregunté en Mondongos si esas filas de diciembre y enero son comunes en otra época del año. Me dijeron, que si hay filas, pero no tan largas. Luego indagué quiénes eran los clientes que con paciencia esperan en línea, hasta que otro comensal, que no quiere acabar pronto, salga del sitio. Me respondieron que vienen de todas partes del país. Esa era la respuesta que quería escuchar. Como pueden ver, si existe el turismo del mondongo. Es más me atrevo a pensar, que muchos vienen a Medellín a ver sus atractivos, pero sin duda, el modesto mondongo es pieza clave de su visita. Mucho pesar por los que no lo comen, igual pesar siento por los que detestan la cebolla y el ajo, pero eso es tarea de otro día. Felicitaciones a Mondongos por su calidad y el servicio. Es un digno representante de la cocina colombiana, de la manera como debemos servir nuestros platos y de ejemplo para los que tienen ideas con sancocho, frisoles, arepas, o chicharrones, no la menosprecien, alguna vez Mondongos también comenzó...