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Las “emergencias nacionales”, queda claro, ya no son lo que eran. Hace apenas un par de meses, la administración Trump expedía dos órdenes ejecutivas que básicamente prohibían el uso TikTok, así como de WeChat, porque encarnaban -según la Casa Blanca- el peligro inminente de que los datos de los usuarios estadounidenses terminaran al otro lado de la Gran Muralla China.
Bueno, pues pasadas las elecciones, la gran amenaza amarilla que pregonaban Trump y su partido parece haberse disipado, como se disipó en su momento la de la caravana de migrantes, o la de las avispas asesinas...
Las órdenes del presidente Trump afectaban -o eso se suponía- a las aplicaciones de las empresas con sede en China ByteDance (TikTok) y Tencent (WeChat). De haberse cuplido, las amenazas estadounidenses deberían haber impedido las descargas de TikTok y WeChat en las tiendas de aplicaciones a partir del 20 de septiembre. Las medidas incluían también un veto a las empresas estadounidenses para hacer negocios con ByteDance después del 12 de noviembre.
Nada pasó. Ambas órdenes fueron bloqueadas en la corte, que consideró probable que el Gobierno se hubiera extralimitado. Mientras ByteDance, así como un colectivo de TikTokers, demandaba a la administración, el Comité de Inversión Extranjera de la administración en los Estados Unidos estableció otra fecha límite el 12 de noviembre para que TikTok se desprendiera de cualquier activo relacionado con la operación de TikTok en los EE. UU.
Desde entonces, entre las exigencias de la campaña y, más recientemente, los esfuerzos por reversar una elección que perdió en las urnas, Trump pareciera haberse olvidado del urgentísimo tema de TikTok y por eso es la firma china la que está pidiendo que alguien le defina algo. El martes de esta semana, fue TikTok la que presentó una petición ante el Tribunal de Apelaciones de los EE. UU.para el Circuito de DC.
Ya es bastante malo que los temas de las grandes tecnológicas sean manejados en órganos legislativos que no entienden su más básico funcionamiento, pero que el Presidente de Estados Unidos use el tema como un comodín y lo lleve a la categoría de emergencia nacional sin serlo es un nuevo tipo de vergüenza. Hace que uno se pregunte si debajo de todo esto no estará, como tantos aseguraron en su momento, una simple pataleta por las acciones de TikTokers y fans del K-Pop que se dedicaron a sabotear sus rallies.
TikTok no es la única compañía china en la mira de Trump y gigantes como Huawei o ZTE podrían hablar de los efectos que han tenido sus medidas. En el pasado, TikTok ha negado que comparta los datos de sus usuarios con absolutamente nadie, y particularmente con el gobierno chino. En medio de una serie de acciones para mostrar transparencia sobre sus prácticas, ByteDance mudó sus servidores e incluso acordó vender parte de una nueva compañía estadounidense llamada TikTok Global a Oracle. El acuerdo recibió críticas de Trump y no tiene, que sepamos, la bendición del gobierno chino.
A lo mejor en serio se le olvidó. La consistencia no ha sido precisamente la marca del gobierno Trump. Mientras asume un gobierno nuevo, la suerte de una red que usan más de cien millones de personas en ese país, seguirá en el aire. Pero es posible que el daño esté hecho.
Hay preocupaciones legítimas frente al manejo que las empresas, las chinas y las de otros países, les dan a los datos de sus usuarios. Pero el método impulsivo, cortoplacista y matón de Trump no solo no va a resolverlo, sino que con toda probabilidad podría empeorarlo. Es por eso que, como lo registra un libro publicado este mes, los especialistas en relaciones internacionales han comenzado a planear para ‘el día después de Trump’, de la misma manera en que se planea la recuperación después de un desastre.
