viernes
7 y 9
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diego londoño
Crítico de música
@elfanfatal
La música es la salvación, o por lo menos para mí lo es. Y en tiempos complejos como los que vivimos, dignos de una verdadera cinta espeluznante de ciencia ficción o apocalípsis, se confirma esta afirmación. La música es un bálsamo para el encierro, la paranoia, la distracción y la soledad.
Y en las crisis globales frente a la humanidad, la música estuvo dispuesta a ser oxígeno y válvula de escape. Como pasó en la Segunda Guerra Mundial, la música, las canciones fueron sanación y compañía, tanto para los ciudadanos escondidos y temerosos del futuro, como para los soldados que atrincherados huyendo de la muerte, buscaban refugio en canciones que hablaban de amor, de la vida en el hogar y de los recuerdos de sus países en tiempos de paz. O como pasó durante la primera Guerra Mundial con la influenza de 1918, una de las pandemias más devastadoras de la historia, que afectó a 500 millones de personas, es decir, un tercio de la población mundial. Allí en ese momento, en 1918, la música también jugó un papel fundamental de compañía, aliento y alegría en medio de la desolación y muerte.
Solo por hablar de dos ejemplos, pero podríamos mencionar los días siguientes a los atentados al complejo World Trade Center, el 11 de septiembre de 2001, o para no ir muy lejos, hablar del encierro obligado que vivieron muchos de los habitantes de Medellín y Colombia con el fenómeno del narcotráfico, sicariato, las bombas diarias y el terror que generó Pablo Escobar y su Cartel de Medellín.
Y ahora la música, en 2020, se expresa amorosamente en diversas manifestaciones, en conciertos casuales en terrazas y balcones, recitales a capella a través de ventanas, con coros representativos de canciones o interpretaciones libres de trompeta, piano y guitarra, de cuadra a cuadra, edificio a edificio, con espectadores observando, disfrutando y aplaudiendo con la esperanza puesta en la música.
Hoy, en medio de la crisis mundial por la covid-19, el mundo del espectáculo y la industria musical ha caído en picada por la cancelación masiva de conciertos. Artistas, agrupaciones, empresarios, gestores, todos sin excepción, grandes o pequeños, padeciendo la crisis económica de este virus. Por fortuna, la música no se detiene y en la misma distancia preventiva que nos exige este momento de aislamiento, el sonido y las canciones nos unen.
La virtualidad y las plataformas de interacción social han permitido que muchos músicos a lo largo y ancho del planeta hayan ofrecido conciertos en casa para que al otro lado de la pantalla en cualquier lugar y circunstancia, las personas disfrutemos de la intimidad de sus canciones, desde las soledades acompañadas por una pantalla.
Colectivos de cantautores en Colombia, México, Argentina, España e Italia lo han hecho, sinfónicas en diversos lugares del mundo también ofrecen sus recitales de manera digital, es un experimento social que hasta ahora empieza, y que al parecer se hará cotidiano.
Así que músicos, a seguir cantando, a seguir componiendo y aprovechando este tiempo para la creación y para el compartir digital. Y público, la música sigue viva, siempre está sonando, hay que ir tras ella, por eso en estas épocas de pandemia, la propuesta es simple, música como compañía, que lo viral sea la música, no el pánico.
#CuarentenaMusical: compartamos canciones, seguro así, con banda sonora, todo va a mejorar pronto.