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Una generación que verá morir a sus ídolos

23 de mayo de 2023
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Cómo extraño la guitarra y la voz de George Harrison. La voz de terciopelo, la rebeldía y energía de Janis Joplin. La poderosa calidad interpretativa de Dolores O'Riordan. La dulzura de Whitney Houston. El fuego incandescente sobre cada melodía de las pentatónicas de Jimmi Hendrix. Extraño el baile de Michael Jackson, su rigurosidad sobre el escenario con esos shows de fantasía. ¿Qué decir de David Bowie? Su fantasía, su elegancia, su estilo, su poder prodigioso para hacer canciones eternas. Cada día de mi vida extraño a Gustavo Adrián Cerati, es un tatuaje indeleble.

La nostalgia se apodera de mí cuando pienso en Kurt Cobain, su rebeldía vestida de grunge y su aporte al mundo del rock. Lo mismo con Amy Winehouse, al pensar que faltó lo mejor de su vida y su obra. Chris Cornell nos dejó grandes canciones que se van convirtiendo en clásicos, pero que no se renovarán.

Joe Arroyo ya no resuena con su caballito en mitad de sus canciones. Celia Cruz dejó de decir azúcar y Nina Simone es un recuerdo cinematográfico. Tampoco podremos ver de nuevo las locuras disparatadas de Gustavo “El Loco” Quintero sobre el escenario, mucho menos la genialidad de Lucho Bermúdez, esa mente valiosa que cambió la historia de la música latinoamericana para siempre. Vicente Fernandez no nos pondrá a llorar en vivo. Juan Gabriel no publicará un nuevo disco, no conoceremos una nueva de sus maravillosas tragedias. José Alfredo Jiménez se terminó su última botella, ya no tendrá más resaca, solo la nuestra. Javier Solís y su bolero ranchero solo suena en Spotify y en el recuerdo de mariachis en todo el mundo, pero su bigotito elegante es solo una fotografía.

Y así, con miles más. Mercedes Sosa, Jim Morrison, Pablo Milanés, Rodolfo Aicardi, Elvis Presley, Bob marley, Héctor Lavoe, Dario Gómez, John Lennon, Rafael Orozco, Marvin Gaye, Prince, Karen Carpenter, Luis Alberto Spinetta, Juancho Vargas, Freddie Mercury, Selena Quintanilla, Elkin Ramírez, Carlos Gardel, Marciano Cantero, Pau Dones, Gilda y un larguísimo etc que nos duele.

Hoy a la mañana (el día que escribí esta reseña) leí una noticia. Piero está en cama, en un hospital alejado de su país natal aunque él ya no es extranjero en ningún lugar. Su pronóstico es reservado, pero la complicación es una afección respiratoria. Enrique Bunbury se retiró de los escenarios por problemas de salud y aunque está bien y vital, no lo veremos nunca más sobre las luces recibiendo aplausos. Ni hablar de Charly García, todos los días me despierto pensando en que nada le pase, es una muerte que me asusta. Ozzy Osbourne no puede con su pasado y su presente es incierto, el rey de las tinieblas vive lento y calmo. Serrat y Perales se retiraron de los escenarios, sus cuerpos ahora necesitan descansar.

Somos la generación de la ausencia, de la nostalgia, de los clásicos que ya no sonarán más en vivo y de las historias musicales que nos ayudarán a recordar a nuestros ídolos. Ojalá que la muerte se tarde y que estas voces sean eternas.

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