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Samuel Castro
Editor Ochoymedio.info, Miembro de la Online Film Critics Society
Twitter: @samuelescritor
Cómo nos parece una película, si nos gusta o nos emociona, depende de tantas cosas en las que no pensamos, que es casi gracioso que al final nos pongamos de acuerdo con otros en una misma percepción. Un ejemplo de ello es “Alerta submarina”, de Thomas Vinterberg, que llega a nuestras salas un año después de su estreno mundial. Esta película, que cuenta la historia real del accidente que tuvo un submarino ruso, el Kursk, hace 18 años en el mar de Barents, no puede ser vista de la misma manera si uno pasó por los cinco episodios de “Chernobyl”, la miniserie de HBO. Porque cuando veamos cómo reacciona la Marina rusa al conocer el accidente, la memoria nos conectará de inmediato con la respuesta de las autoridades rusas en 1986, y entonces pensaremos: “¿Es que no aprendieron nada en 14 años?”. Cuando veamos que los equipos técnicos con los que intentan rescatar a los marinos varados en el fondo del mar son obsoletos o carecen de mantenimiento, pensaremos en aquellos lectores de radioactividad defectuosos que tanto mal permitieron.
Esta coincidencia temporal juega en favor de “Alerta submarina”, pues después del accidente, lo que queremos es conocer más detalles del caso, igual a como nos los presentó la serie. Pero la duración limitada de la cinta no permite abarcar tantas dimensiones del hecho, como si lo conseguía “Chernobyl”, al punto de que la parte de la intervención inglesa, para la que cuenta el director con una estrella como Colin Firth, se reduce a un par de escenas tan pobres, que desmerecen frente al actor que las realiza.
Ahora bien, como decía al comienzo, son muchos los factores que pesan a la hora de ver una película: las condiciones de la sala, el ánimo personal, las noticias más recientes. ¿Cómo ver “Alerta submarina” y no relacionar al militar de alto rango que encarna Max von Sydow, que desprecia a los civiles que le piden explicaciones por lo que ocurre con sus familiares dentro del submarino, con la respuesta del Ejército ante la absurda muerte de Jesús Mosquera y Sebastián Gamboa durante una exhibición aérea en la Feria de las Flores? De repente la película cobra una trascendencia que para el mismo público colombiano, en otro momento, no habría tenido.
Fue Groucho Marx quien dijo que inteligencia militar eran dos términos contradictorios. Viendo “Alerta submarina” -la película más convencional de Thomas Vinterberg, aunque no por ello carente de elementos valiosos, como la música de Alexandre Desplat y ciertas secuencias dentro de la nave- es inevitable pensar que todos los militares del mundo se comportan igual y dan las mismas explicaciones tontas para no aceptar un error. Que en todas partes los que terminan pagando son los inocentes, los que cantan con orgullo himnos de patrias que después no los rescatan. Que como ocurre en el tramo final de la película, tal vez la mejor respuesta sea no darles la mano, no salir en la foto. No comprar nunca la versión oficial y esperar décadas para que la ficción, por fin, pueda contar la verdad.