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diego agudelo
Crítico de TV
El tercer pico de la pandemia está devastador y el confinamiento parece ser la mejor manera de cuidarnos. Y en estos días de encierro una buena manera de combatir el aburrimiento y la angustia es dejarse llevar por el hilo de una historia, sumergirse en algún mundo extraordinario, real o de ficción, que nos permita navegar a salvo en la oprimente rutina. Dejo aquí algunas sugerencias para maratonear sin pausa durante un toque de queda.
Empezaría con las series documentales históricas que Netflix está consolidando como un formato muy rentable para adentrarse en el pasado remoto. La saga del imperio Otomano o las vidas de los emperadores más ilustres de Roma son trepidantes y cautivadoras. Las historias sangrientas de Japón en la era samurai son envolventes, impresionan las vidas de esos espadachines valientes y sanguinarios que quisieron unificar a la nación del sol naciente. Y para completar de la mejor manera esta travesía por la historia, dejaría como la cereza del pastel a El reino perdido de los piratas, una serie intensa que sobre todo contagia el ansia del viaje.
Para contrastar la dosis de realidad, la siguiente etapa de esta maratón debería darse una pasada por Amazon Prime y aprovechar la oferta de tramas de ciencia ficción y fantasía que están convirtiendo a esta plataforma en una de las mejores del mercado. Hay mucho de donde escoger: Tales from the Loop o Electric Dreams son opciones que nadie debería perderse para echar un vistazo a las posibilidades que nos depara la tecnología, sobre todo en cuanto a imaginar un devenir fantástico para nuestro destino. Aunque si la intención es dejarse arrastrar por el buen humor, Upload es una mejor opción pues ayuda a abrigar la ilusión de que la vida después de la muerte es una excursión a un resort de lujo donde, liberados del cuerpo, no existen límites para lo que podemos hacer, eso sí, siempre y cuando podamos costearlo. A continuación, las dos temporadas de The Boys o la primera temporada de Invincible ayudarían a hacer contrapeso a las historias de superhéroes que nos inundan por estos días. En ambas series se muestran versiones aterradoras de estos paladines: vanidosos, crueles y pervertidos, con delirios de grandeza y una falta total de empatía por los seres humanos.
En un nuevo salto de plataforma, visitaría en mi jornada maratónica a Disney+ para disfrutar de nuevo de las dos temporadas de Mandalorian. Ninguna de las películas de La guerra de las galaxias me ha logrado capturar como lo hizo esta hermosa serie: concisa, vertiginosa y sobre todo, bien escrita. Todo un despliegue de buen gusto a la hora de planear secuencias de acción y desarrollar una trama sin cabos sueltos.
Y a propósito de tramas bien construidas, no perdería oportunidad de visitar Apple TV+ para deleitarme con la inquietante historia de Servant y descubrir los interrogantes que quedaron abiertos con la primera temporada. No alcanzo a definir si es una serie de horror sobrenatural o simplemente presenta de una manera distinta el delirio y la locura, pero quizás no sea necesario resolver esto, el placer de la historia está justamente en que nos permite contemplar el misterio con miedo y asombro por partes iguales y de cierta forma nos volvemos masoquistas porque las preguntas martillan en el cerebro y hay algo de nosotros que no quiere que se resuelvan.
Por último, en la etapa final de esta megamaratón, acudiría al punto de partida, Netflix, para darme un festín con series gastronómicas como Street Food Latinoamérica o Chef’s Table, entre muchas otras que además de ofrecer recorridos por el mundo enseñan a sacarle el mejor sabor a la vida y este es el mejor gesto que podemos hacer por estos días.