Con acciones de barbarie, cada vez más infames, el horror trata de imponerse en Siria. En un cuadro dantesco fue convertida, el pasado fin de semana, una caravana humanitaria, pactada por las partes en conflicto, para evacuar de la asediada ciudad de Alepo a miles de civiles y combatientes atrapados. En las afueras de la ciudad, un carro cargado con explosivos fue activado al paso de los vehículos, todos debidamente identificados. La explosión mató a 126 personas, entre las que figuran 68 niños y dejó decenas de heridos. Ninguno de los bandos en guerra se atribuyó el crimen masivo.
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