Es muy probable que usted también haya estado allí, en la línea de salida, siguiendo ansioso la cuenta regresiva que le anunciaba el instante en el que debía acelerar. Una vez empezaba la carrera, chillaban las llantas, rugían los motores y la emoción subía. Había que andar a toda velocidad esquivando cáscaras de banano, procurando no chocar contra las paredes y no caer en los precipicios.
E ir lanzando pequeñas trampas en formas de caparazones de tortugas para golpear a los oponentes y cruzar los...
¿QUERÉS SEGUIR LEYENDO?
Solo debés ingresar unos datos mínimos para crear tu cuenta
y leer todo el artículo. Es fácil y te toma menos de un minuto.
Al realizar el registro de tus datos por medio de estas redes sociales, aceptas los términos y condiciones, el
uso de tu información personal y el uso de tu información por terceros de El Colombiano disponibles en
www.elcolombiano.com y el envío de noticias a tu correo.
SI YA ESTÁS REGISTRADO
Iniciá sesión con tu correo y contraseña