Si se tiene la fortuna de elegir dónde pueden estudiar los niños, es recomendable ir más allá de los caprichos de los padres.
Muchos colegios solicitan inscribir antes de los dos años o desde que los niños nacen y esto significa tomar una decisión antes de conocer las características particulares de cada niño o sus rasgos de carácter.
Sin embargo, si se dispone del tiempo, se deben tener varias cosas en cuenta y hacerse las preguntas correctas: ¿Qué educación se quiere que tenga el niño y por qué? Religiosa, tradicional, con carga académica alta, educación bilingüe, con énfasis en el desarrollo individual, alternativa, que sea un colegio inclusivo o con calendario A o B.
¿Qué necesita el niño? Según las características que se perciben como la capacidad de atención, concentración, si le gustan los exteriores, entre otros. A los dos o tres años los niños son demasiado pequeños para que haya diagnósticos en qué basarse, pero sí se pueden detectar rasgos más o menos sólidos sobre su personalidad.
“Es recomendable hacer una lista de las instituciones disponibles, basada en los criterios que tienen los padres y visitarlas, hablar con las directivas, averiguar con otros padres que tengan sus hijos allí y conocer su visión, teniendo en cuenta que cada experiencia es personal. Lo ideal es visitar las instalaciones con el pequeño y tomar en cuenta su sentir. Esto garantiza un buen comienzo”, afirma la psicóloga clínica Luisa Fernanda Correa Osorio.
Otra pregunta importante es el rango económico en el que se encuentra el colegio de nuestra preferencia y esto incluye extras como materiales, uniformes, alimentación, transporte o paseos. Es importante considerar si se va a sentir cómodo en ese colegio o, por el contrario, se va a sentir en “desventaja” frente a sus compañeros.