Enamorarse como un flechazo que no puede contener, frenar o descartar es una idea que se repite en Sueño de una noche de verano de William Shakespeare. Igual sucede en las películas de Disney de la década del noventa.
Pero, ¿cómo en la vida real un ser humano decide de quién se enamora? La respuesta romántica es que los instintos lo guiarán naturalmente hacía las personas que son buenas para usted. No obstante, a partir de los abordajes sobre el amor romántico y el autoengaño de la antropóloga Helen Fisher, y la teoría del apego abordada por John Bowlby, uno de los psicoanalistas más citados de la historia según Review of General Psychology (2002); se podrían aclarar asuntos que en algunos casos no funcionan como querría.
En nombre del romanticismo la cultura popular le sugiere confiar en sus instintos; una idea que plantea el amor como una especie de éxtasis que desciende cuando usted se siente en presencia de un alma buena, cálida y amable, que responderá a sus necesidades emocionales, entenderá su tristeza y lo fortalecerá para las tareas difíciles de la vida.
Seguramente Shakespeare se imaginó que esto pondría fin al tipo de relaciones asfixiantes que resultaron de las viejas formas de encontrar pareja: el matrimonio arreglado.
Entonces no existía el cortejo, más que un acuerdo económico o de conveniencia entre familias. En cambio, elegir pareja y conquistarla dispara una serie de reacciones químicas agradables, pero no siempre confiables. “Aunque esto se siente rico, es peligroso y puede resultar en un desastre”, sugiere Alejandro Ibarra, magíster en psicología de la Universidad de Antioquia.
Se refiere a ese primer momento en el que comienza el galanteo. “En esta etapa es común una idealización del otro, así como elegir ser idealizado”, puntualiza.
Aquí se presenta una gran energía, probablemente por la elevada cantidad de dopamina en su cerebro. La otra persona cobra un significado especial. Usted enfoca su atención en ella, la engrandece.
La euforia intensa cuando las cosas van bien le permite estar despierto toda la noche; y cuando van mal, se presenta la desesperación.
Hay una dependencia real, dice Fisher en su libro Anatomía del amor (Anagrama, 2007), y relata cómo cerebros enamorados analizados bajo escáner cerebral (resonancia magnética funcional) mostraron activación en varias áreas del cerebro, incluyendo las del giro cingulado, que se ha demostrado desempeña un papel en los antojos de drogas como la cocaína.
El amor romántico, dice Fisher, es un impulso, no una emoción ni una serie de emociones.
Cómo elegir sabiamente
Entonces, ¿por qué se enamora de quien no lo ama o de quien le hace daño? Al parecer, a pesar de los sentimientos especiales que usted dice tener por esa persona que conoció en una fiesta o en la aplicación Tinder, la recomendación de confiar en sus instintos parece no haber llevado a ser más felices a las uniones contemporáneas que a las parejas medievales encadenadas a una unión arreglada.
Desde 2014, los divorcios en Colombia se incrementaron en un 20,8 por ciento, según cifras de la Superintendencia de Notariado y Registro para finales de 2017.
“Las formas en que amamos como adultos están relacionadas con la manera de presentar el amor desde los primeros cuidadores”, enfatiza Ibarra.
De acuerdo con la teoría del apego de Bowlby los humanos no necesariamente se enamoran del que se interesa por usted de forma ideal, sino por el que se interesa por usted de una forma familiar. Así que en ese encuentro en el que el impulso emerge usted no estaría buscando felicidad, sino familiaridad.
Y aquí está la clave. Esto puede estar relacionado con el apego a atracciones problemáticas que se interpone en la oportunidad de crecimiento y felicidad como adultos.
Los adultos buscan recrear las primeras sensaciones de amor en la niñez que muchas veces se pudieron confundir con otras dinámicas destructivas como sentimientos de querer ayudar a un adulto que llora y está fuera de control, estar privado del calor familiar, asustado por la rabia de su cuidador, o amenazado por la inseguridad de comunicar sus deseos más íntimos (como los de un niño que quiere jugar con muñecas).
En el libro Cara a Cara (Planeta, 2015), el psicoanalista argentino Gabriel Rolón dice: “Cada encuentro es de hecho un reencuentro”. En este texto sugiere que al enamorarse se busca implícitamente algunas cualidades en la otra persona que ya se han visto en otras en el pasado.
Esto podría explica las expresiones románticas como: “Se siente como si te conociera toda la vida”, o “te había estado esperando”
Lo que tiene su lado oscuro. Para sentirse en casa, puede que, inconscientemente, esté buscando los rasgos de carácter de quienes lo torturaron en el pasado.
Si le hace sentido, sea cuidadoso con esto.
¿Cómo? Una idea que surge del video Cómo elegir una pareja sabiamente de la plataforma web The School of life, es enumerar en un papel las mayores dificultades con las que tuvo que enfrentarse cuando convivió con sus padres, especialmente en la niñez. Luego tome el ejemplo de una expareja, solo para ver cuánto de él o ella y de su experiencia en esa relación hay en común con las cosas que tiene en su lista.
Aunque el resultado puede sorprenderlo, también se puede aprender de esto al hacerlo consciente. Entonces, cuanto más instrospectivo pueda ser sobre lo que está pasando y cuantas más cosas note sobre las fuerzas ocultas que parecen determinar su vida, más podría cambiar la forma en que funciona su mente. Tenga en cuenta que será una batalla de por vida.
En este proceso siempre recuerde no ser muy duro consigo mismo, sugieren los terapeutas. Porque la lucha es contra algo que está dentro de usted, que estaba allí desde antes.
Rolón lo explica diciendo que antes de nacer, ya se existía en la mente de esa madre que había soñado con usted, que le tenía un nombre y se imaginaba su futuro. En el libro Historias de Diván (Booket, 2011), también del argentino, hay una frase de Alejandro Dolina, puede ilustrar cuán vigorosa es esa fuerza, que opera constantemente dentro de usted y puede arruinar su vida: “Los pasos que nacieron antes que mis pasos me llevan hacia mi ruptura”.
No se engañe. Déjese flechar pero anticípese al enganche. Haga su lista primero
