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Envejecimiento y demencia: una alerta para el sistema de salud colombiano

Los expertos calculan que cada 20 años se duplicarán los casos de demencia en el mundo. Se espera que en 2050 sean más de 139 millones de personas diagnosticadas.

  • La demencia es la principal causa de discapacidad en adultos mayores a nivel mundial. FOTO Depositphotos
    La demencia es la principal causa de discapacidad en adultos mayores a nivel mundial. FOTO Depositphotos
31 de mayo de 2025
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El paso de los años es irreversible e inevitable. Esta verdad, que poco a poco se va haciendo realidad en cada uno de nosotros, está convirtiéndose en una cuestión que va más allá de unas cuantas arrugas y canas. A pesar de que la vejez en sí misma no es una enfermedad —como muchos temen pensar—, el envejecimiento implica cambios fisiológicos y está asociado al aumento en la aparición de múltiples condiciones médicas.

El deterioro de la audición, la pérdida de la visión, los dolores musculares y la demencia son algunas de las afecciones más comunes en la “época dorada” de la vida.

Si bien estos cambios han sido motivo de preocupación individual desde siempre, hoy las enfermedades vinculadas al envejecimiento cobran mayor protagonismo debido al rápido crecimiento de la población mayor. Actualmente, en todos los países está aumentando el número de personas mayores de 60 años: se calcula que en cinco años, para 2030, una de cada seis personas tendrá 60 años o más y, además, en las próximas tres décadas, la cantidad de mayores de 80 se triplicará.

Al igual que la población se está envejeciendo cada vez más velozmente, las enfermedades que pueden aparecer en esta etapa también lo están haciendo. Ese es el caso de la demencia, la cual se espera que, a partir del 2030, se duplique cada dos décadas, un ascenso de casos que ya está en marcha.

La demencia, un problema asociado al envejecimiento

Cuando se habla de demencia se está haciendo referencia a un grupo de afecciones neurológicas ocasionadas por enfermedades o daños que afectan al cerebro. Lo más común es que la aparición de esta afecte la memoria, la capacidad de razonamiento y las habilidades sociales de las personas.

A pesar de que esta sea una de las condiciones con mayor probabilidad de presentarse durante la vejez, esto no significa que tener demencia sea “normal” o una fase inevitable de esa etapa de la vida.

La demencia está en aumento a nivel mundial. Según datos del Observatorio Mundial de la Demencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2015 había 50 millones de personas con esta condición, cifra que aumentó a 57 millones en 2021. Se proyecta que este número se duplique cada 20 años: así, para 2030 se estiman 78 millones de casos, y para 2050, 139 millones.

Actualmente, se calcula que cada tres segundos una persona desarrolla síntomas relacionados con la demencia y que, cada año, hay 10 millones de casos nuevos de demencia en todo el mundo.

Son varios los tipos de demencia. La más común es la Enfermedad de Alzhéimer, la cual representa entre el 60% y el 70% del total de los casos mundiales de demencia. La demencia vascular –que se produce por fallas con el flujo sanguíneo al cerebro, como las accidentes cerebrovasculares–, la demencia mixta –que es cuando estos síntomas tienen varias causas–, y la demencia frontotemporal, que se da por daños en estas zonas del cerebro, son otros de los tipos más comunes.

¿Qué pasa en Colombia con la demencia?

En cuanto a cifras, el panorama sobre esta condición en el país no está del todo claro. Esto se debe a que en Colombia no existen datos oficiales, es decir, no se conoce con certeza cuántas personas han sido diagnosticadas con alguno de los tipos de esta enfermedad crónica y degenerativa.

De acuerdo con estudios realizados en los últimos 20 años, se estima que la prevalencia en el país oscila entre el 1,3 % y el 23,6 %. Esto significa que esa es la proporción estimada de personas por cada 100.000 habitantes que podrían padecerla.

El desconocimiento sobre cuántas personas viven con esta condición dificulta, por ejemplo, la toma de decisiones en salud pública. Además, contribuye a invisibilizar el problema y a limitar la oferta de servicios para su prevención y atención dentro del sistema de salud.

Para obtener datos precisos, una de las alternativas podría ser la creación de un plan nacional específico, el cual actualmente no existe en Colombia. David Fernando Aguillón, director del Grupo de Neurociencias de Antioquia (GNA), considera que una iniciativa de este tipo sería fundamental. “Esta es una enfermedad de alto costo y que, de alguna manera, ha sido subvalorada por el sistema de salud. Por eso sí se requiere un plan nacional que impulse varios puntos clave en la atención”, explica el experto. También advierte sobre un factor preocupante: actualmente hay un retraso de 4,5 años desde que una persona empieza a experimentar los primeros síntomas hasta que recibe un diagnóstico médico.

Según Aguillón, un plan nacional debería promover el fortalecimiento de la formación en diagnóstico y manejo en las facultades de medicina, garantizar una atención de calidad a los pacientes y asegurar el seguimiento riguroso de los casos identificados.

En 2017, la Organización Mundial de la Salud aprobó el Plan de acción mundial sobre la respuesta de salud pública a la demencia, cuyo objetivo —vigente hasta este año— ha sido mejorar las condiciones de quienes viven con esta enfermedad. Una de las recomendaciones fue precisamente la creación de planes o políticas públicas centradas tanto en los pacientes como en sus cuidadores.

Algunos países de Latinoamérica ya han implementado este tipo de iniciativas. Por ejemplo, ese mismo año Chile estableció su Plan Nacional de Demencias, con medidas como la inclusión del abordaje de estos casos en la Atención Primaria en Salud, la creación de Unidades de Memoria en hospitales y clínicas para el diagnóstico y tratamiento de trastornos neurocognitivos, y programas de apoyo social y psicológico dirigidos a los cuidadores.

Medidas similares han sido adoptadas en países como República Dominicana y Costa Rica, y resultan clave para anticiparse a los pronósticos sobre el aumento de estos casos en las próximas décadas. En el caso colombiano, su implementación cobra aún más sentido si se considera que, para 2050, se estima que de los 153 millones de personas que padecerán esta enfermedad, el 68 % vivirá en países de ingresos bajos y medios.

Aunque algunos expertos consideran que estas iniciativas deberían ser aún más ambiciosas y enfocarse en el envejecimiento en general. Diego Iván Lucumí, profesor de salud pública en la Universidad de los Andes, afirma: “No solamente falta un plan de demencia, sino que el país sigue descuidando de manera importante todo lo relacionado con el envejecimiento”.

En 2015, el Ministerio de Salud realizó el estudio SABE Colombia, que buscaba conocer la situación de vida de las personas mayores. Aunque no arrojó datos específicos sobre demencia, sí identificó que el 17,5 % de las casi 24.000 personas encuestadas presentaban deterioro cognitivo leve, una condición que aumenta el riesgo de desarrollar algún tipo de demencia.

Sin embargo, este estudio —que en 2025 cumple diez años— no se ha actualizado, por lo que no se conoce cómo han evolucionado estas cifras, especialmente considerando el impacto de la pandemia de Covid-19.

Lo que sí hay en Colombia es una Política Pública Nacional de Envejecimiento y Vejez 2022–2031 y dos de sus ejes son la atención integral en salud y el envejecimiento saludable. No obstante, no contiene medidas explícitas sobre trastornos neurocognitivos, a pesar de que estos representan la principal causa de discapacidad entre adultos mayores a nivel mundial. Si bien se menciona la evaluación de las capacidades cognitivas, no se plantean acciones concretas frente a estas enfermedades.

También existe una Guía de Práctica Clínica para el manejo de los trastornos neurocognitivos, que es el documento que establece cómo los profesionales de la salud deben atender a los pacientes con sospecha o diagnóstico de demencia. Sin embargo, especialistas coinciden en que esta guía no se aplica de manera efectiva en la práctica. Así lo afirman tanto Aguillón como José Manuel Santacruz, director del Centro Intellectus del Hospital Universitario San Ignacio de Bogotá, quien señala que “el país presenta una limitada identificación, prevención, reconocimiento y manejo efectivo de estas condiciones”.

La falta de políticas o programas específicos impide la implementación de estrategias de búsqueda activa y provoca que tanto los tratamientos como las acciones preventivas no lleguen a toda la población mayor, especialmente a quienes viven en zonas rurales. A esto se suma la desinformación: un estudio publicado este año —en el que participó Lucumí y se consideraron las perspectivas de pacientes, cuidadores, profesionales de la salud y funcionarios públicos— evidenció que uno de los principales factores que contribuyen a la invisibilización del problema es la creencia de que el deterioro cognitivo es una consecuencia normal del envejecimiento.

¿Cómo se puede prevenir la demencia?

Lo cierto es que estas enfermedades no solo afectan a personas mayores: el 9% del total de los casos corresponden a la demencia de inicio temprano, que es cuando los síntomas aparecen antes de los 65 años.

Aunque la edad es el principal factor de riesgo para desarrollar esta condición, esto no significa que sea un proceso natural ni, mucho menos, que no se puedan tomar medidas desde la juventud para prevenirla.

Estudios médicos realizados en los últimos 20 años han demostrado que existen diversos factores modificables, tanto mediante hábitos como por medio de intervenciones médicas, que pueden reducir significativamente las probabilidades de padecer algún tipo de deterioro cognitivo.

Se ha evidenciado, por ejemplo, que el nivel educativo está relacionado con la salud cerebral: a mayor escolaridad, menores son las posibilidades de enfrentar este tipo de trastornos. Entre las recomendaciones más frecuentes también se incluyen la práctica regular de actividad física, evitar el consumo de tabaco y alcohol, y mantener una alimentación saludable. Asimismo, se ha observado que el aislamiento social y la falta de estímulos mentales –como leer, resolver crucigramas o pintar— incrementan el riesgo de deterioro mental.

Los resultados de estas medidas ya han sido documentados en países de otras regiones y, próximamente, también lo serán en Latinoamérica. Doce países de la región participaron en la iniciativa LatAm Fingers, un estudio que busca prevenir el deterioro cognitivo, basado en Fingers, una iniciativa finlandesa que demostró que los cambios en el estilo de vida pueden ser efectivos para este propósito. Colombia es uno de los países participantes, a través del Grupo de Neurociencias de Antioquia.

Aguillón explica que lo que se hizo en este estudio, llevado a cabo durante los últimos tres años, fue reunir a 1.200 personas: la mitad de ellas participó en una intervención sistemática, en la que los especialistas les ofrecían orientación sobre temas como alimentación saludable, actividad física y estimulación cognitiva, aspectos que eran supervisados de manera constante. La otra mitad del grupo solo recibía recomendaciones por parte de los expertos, sin una evaluación continua.

El director del GNA asegura que acaban de finalizar LatAm Fingers y que el siguiente paso es hacer un seguimiento a la población para evaluar la duración del efecto de las intervenciones del estudio.

Cuando se realizó Fingers en Finlandia, se concluyó que, si no se hubiera llevado a cabo, el 30% de los pacientes con riesgo de desarrollar demencia habrían sido diagnosticados con esta en el futuro.

Además de medidas preventivas, Lucumí, el profesor de los Andes, considera que en Colombia debe caracterizarse con urgencia el fenómeno de la demencia. Esto incluye describir qué existe en términos de atención, para lo que el experto señala que en la institución de la que hace parte están realizando un estudio para conocer cómo es la ruta que sigue una persona con esta condición en el sistema de salud. Otro de los temas que considera cruciales es el impacto que tiene este trastorno neurocognitivo en los cuidadores. Una de las sugerencias que hace el Plan global de la OMS sobre la demencia a los países miembros es contar con programas o servicios pensados en las personas que están a cargo de los pacientes con esta condición.

Esto, además de ser una medida que puede mejorar la calidad de vida de los cuidadores, también podría tener beneficios económicos. Solo en 2019, a nivel mundial, la demencia tuvo un costo de 1,3 billones de dólares y se calcula que por lo menos la mitad de esa cifra equivale al costo social de la condición, o sea, corresponde a los cuidados que realizan cónyuges, hijos o amigos –especialmente mujeres–, quienes pueden dedicar cinco o más horas al día a estas tareas. Así, la demencia no solo es cuestión de las personas que ya la padecen o de quienes los acompañan: es un problema social que habla de todas las tareas pendientes que tiene un país como Colombia para enfrentar –y aceptar– que cada día tenemos más canas que bebés.

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