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Este astronauta es de los pocos que ha “caminado” en el espacio

Christer Fuglesang es sueco y estuvo en Medellín. Es de los pocos que ha flotado solo en el espacio.

  • La Corporación Cipsela, en alianza con Saab, invitó al astronauta al país. FOTOS carlos velásquez
    La Corporación Cipsela, en alianza con Saab, invitó al astronauta al país. FOTOS carlos velásquez
  • Algunos jóvenes estudiantes del semillero. Foto: Carlos Velásquez
    Algunos jóvenes estudiantes del semillero. Foto: Carlos Velásquez
  • Fuglesang, de rojo, en compañía de miembros de la Corporación Cipsela. Foto: Carlos Velásquez
    Fuglesang, de rojo, en compañía de miembros de la Corporación Cipsela. Foto: Carlos Velásquez
17 de noviembre de 2021
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La Tierra no es tan grande como se cree. De hecho, vista desde el espacio tiene el tamaño de una pupila. Se ve frágil, con una atmósfera apenas perceptible que mantiene la vida en ella. Así la describe Christer Fuglesang, el primer y único astronauta sueco en volar al espacio. Tiene más de 33 horas de caminata espacial que ha realizado cinco veces y es uno de los pocos que puede decir que ha estado afuera de una nave espacial, flotando en el espacio.

Ahora es profesor en el KTH Royal Institute of Technology en Suecia y hace parte del Grupo de Estrategia en la empresa sueca de soluciones espaciales Saab y visitó Colombia, en Rionegro, la semana pasada para asistir a la graduación de los 26 jóvenes integrantes del Semillero Aeroespacial de la Corporación Cipsela.

¿Cómo terminó siendo astronauta?

“Por casualidad. En ese entonces, con 33 años, estaba trabajando como científico en un laboratorio y vi un día en los periódicos que la Agencia Espacial estaba buscando astronautas. Yo ya me había dicho que si alguna vez se daba esa remota oportunidad, yo la tomaría. Así que eso hice. Trabajé duro, me preparé por dos años para poder tener una buena aplicación y finalmente fui seleccionado”.

¿Cuáles son esos requerimientos para ser uno?

“Se necesita un pregrado en un área científica o médica, varios años de trabajo y experiencia, un doctorado, estar sano y con buen estado físico y estable psicológica y socialmente, pues requiere uno ser capaz de trabajar en equipo. Y además se necesita suerte, ser la persona indicada en el momento indicado”.

Y debe ser ciudadano del país en el que está la agenda...

“En mi caso debía ser miembro de los países europeos, o para la Nasa debe ser ciudadano estadounidense, pero las cosas están cambiando pues antes eran solo las agencias espaciales las que construían naves, pero ya las hay privadas y envían a sus astronautas sin pensar en ciudadanías”.

¿Cómo fue su primera vez en el espacio?

“Estuve muy emocionado esperando en la nave a que nos lanzaran. Sabía que era riesgoso y podría morir, pero al mismo tiempo confiaba en el sistema. No fue un viaje largo, 10 minutos y medio. Recuerdo que tembló fuerte, íbamos rápido, pero luego todo se detuvo y ya estábamos en el espacio, sin peso, en ingravidez. Nos alegramos y vimos lo hermosa que es la Tierra”.

¿Cómo se siente esa ingravidez?

“Es muy difícil de explicar. Algo así como una caída libre, solo que en esta solo tienes unos segundos así que no tienes tiempo para experimentarlo bien. O es también como estar en el agua, libre, pero es aún más libre en el espacio. Es muy fácil hacer las cosas, moverse, pero debes ser cuidadoso con los objetos porque algo no se te cae al piso sino que no se sabe a dónde irá a parar. Nada se queda donde se dejó”.

¿Y es difícil dormir sin saber dónde está, arriba o abajo?

“Sí. Toma tiempo acostumbrarse a quedarse dormido cuando no sientes la cama y no hay peso, nos toca hacerlo en una bolsa de dormir que se amarra a la pared para no flotar”.

¿Qué fue lo más difícil de esa experiencia de ingravidez?

“Sobre todo la higiene, porque no se puede tomar una ducha completa, tienes que hacerlo con toallas. Ir al baño es complicado, se hace con un sistema de succión. No se puede comer de forma normal sino que lo hacemos directamente desde bolsas y al manipular cualquier objeto se debe ser cuidadoso sobre dónde se ubica”.

Ha hecho varias caminatas. ¿Cómo se siente?

“He hecho cinco y es lo más emocionante que puedes hacer en el espacio. Es dejar la nave, usar un traje especial que funciona como otra pequeña nave individual que controla humedad, presión y que te mantiene vivo en ambientes extremos. Es difícil y retador y requiere mucho entrenamiento. Debo admitir que mi primera caminata fue cuando más nervioso he estado porque yo dependía solo de mí, de no cometer ningún error”.

¿Cuál fue el objetivo de esas caminadas?

“Allá afuera está la enorme Estación Espacial que ha sido construida poco a poco y por años. Para esto, nosotros llevamos cosas desde acá en otras naves y las vamos instalando, moviendo, arreglando, reparando y demás”.

Algunos jóvenes estudiantes del semillero. <b>Foto: Carlos Velásquez</b>
Algunos jóvenes estudiantes del semillero. Foto: Carlos Velásquez

¿Y cuáles son los peligros?

“Tienes que ser cuidadoso de no perder la cuerda de seguridad porque podrías perderte, aunque eso nunca ha pasado porque usamos otra atada al traje. Además, debes ser cuidadoso con el traje porque si algo está mal con él, se necesita más o menos media hora para volver a la nave y ha habido incidentes donde ocurre, pero el traje está preparado para funcionar incluso con algún defecto, aunque nadie ha muerto o se ha perdido durante ninguna caminata, y eso que hemos hecho más de 300, casi siempre son dos”.

¿Puede una persona perderse en el espacio?

“En principio, sí, por eso somos cuidadosos. Esos trajes se diseñan para que haya dos fallas y aún así se pueda sobrevivir, y hay una cuerda extra de seguridad. En la maleta hay un cohete que se puede activar para volar de vuelta a la Estación”.

¿Qué le pasa al tiempo al ir y volver al espacio?

“Al ir se afectan casi todos los sentidos, te mareas, el sistema de balance no funciona apropiadamente, los flujos tampoco, el estómago no se mueve, ni siquiera sientes la necesidad de ir al baño o comer. Con el tiempo te vas acostumbrando, al igual que a la ingravidez. Al volver, el sistema de balance sigue alterado y yo caminaba como borracho los primeros días, perdí algo de músculo”.

A largo plazo, ¿qué puede pasar?

“Se pierde masa muscular muy rápido, sobre todo al estar más de un mes por lo menos, por lo que se debe entrenar dos veces al día de forma muy específica, al igual que para la pérdida de masa ósea”.

¿Por qué es importante la exploración espacial?

“Para el futuro a largo plazo de la humanidad. Por ejemplo, hemos encontrado recursos incluso en asteroides y así, si alguna vez se acaban esos recursos aquí, podrían traerse desde ellos, o si aprendemos a vivir en Marte, será más espacio para la supervivencia. También para mejorar la forma en la que vivimos acá en la Tierra o por simple curiosidad e inspiración”

¿Qué piensa sobre el turismo espacial?

“Me parece excelente. Es una necesidad que permitirá tener una base para que mucha gente viaje al espacio, pues no se alcanza a mandar a muchas personas con el dinero del Estado y de los impuestos. Permite que las compañías privadas además avancen en desarrollos y construyan naves nuevas y más económicas”.

¿Quisiera volver al espacio?

“Si alguien paga por un viaje para mí, sí, pero yo no lo pagaría ahora, es mucho dinero. Aunque si en 20 años se puede ir a la Luna y siento que tengo la fuerza y la energía y no es muy costoso, claro que lo haría”.

¿Qué sueños le faltan?

“Quiero ver a la humanidad llegar a la Luna y a Marte, y poder contribuir a eso”.

Y en la Tierra, ¿qué disfruta?

“Hay muchas cosas que disfruto y el tiempo parece no ser suficiente. Me gusta viajar, esquiar, navegar y disfruto leer”.

Fuglesang, de rojo, en compañía de miembros de la Corporación Cipsela.<b> Foto: Carlos Velásquez</b>
Fuglesang, de rojo, en compañía de miembros de la Corporación Cipsela. Foto: Carlos Velásquez

¿Qué hacía Fuglesang en Rionegro?

Hace un par de semanas EL COLOMBIANO contaba en sus páginas que un grupo de 26 niños y jóvenes del semillero aeroespacial de la Corporación Cipsela lanzaban a la estratósfera, desde Rionegro, dos globos con cápsulas y varios experimentos.

En esta ocasión, esos mismos estudiantes se graduaron y, para conmemorar el proceso, Cipsela, en alianza con la fabricante de aviones sueca Saab, recibió a Fuglesang para inspirarlos y motivarlos a seguir con estos procesos, como contó el director de Tecnología de la Corporación, David Pineda.

El astronauta lanzó junto con ellos varios cohetes realizados por ellos mismos, les explicó cómo a través de la matemática y la geometría pueden calcular la altura que alcanzan y al final del día compartió sus experiencias y les entregó sus actas de graduación. Para el pequeño Samuel Salazar Álvarez, que tiene apenas 10 años pero que hace cuatro es parte del semillero, graduarse fue la evidencia de que “todo en la vida es posible” y hacerlo al lado de un astronauta de verdad fue una experiencia que no se vive todos los días.

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