A comienzos del mes de diciembre el ilustrador australiano Eddie White dibujó a tres mujeres que representaban “algunos de los estilos típicos de las niñas de Medellín”, según dijo en su cuenta de Twitter @eddieWhiteJr. Mostraba a tres jóvenes vestidas con jeans rotos, ombligueras, pelo rubio, cabello muy largo y alisado, tatuajes, shorts, tenis Nike y escotes. La publicación generó decenas de comentarios recriminatorios de usuarios de esta red (especialmente mujeres) y provocó las disculpas públicas del dibujante, que explicó a todas ellas que “no quería ofenderlas”.
En este caso, comenta el psicólogo Santiago Gualteros, magíster en psicología y catedrático de la Universidad Antonio Nariño, el ilustrador está reforzando los estereotipos que algunos tienen sobre las mujeres de Medellín, “lo que no es malo ni bueno sino funcional, porque le permite a una persona que no conozca la realidad paisa hacerse una idea. Ahora bien, ¿qué tan alejada está esa idea de la realidad? Esto depende de quienes lo estén mirando. Estos estándares tienen una cosa particular y es que son subjetivos”.
De acuerdo con la definición de la Real Academia de la Lengua Española, un estereotipo es una “imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable”. Según Johnny Orejuela, psicólogo y coordinador de la Maestría en Psicología del Trabajo y las Organizaciones de la Universidad Eafit, es una forma de representación que las personas hacen del mundo social y de algunas características como la raza, el origen social, la clase o la identidad de género. Así se perpetúan conceptos como que los árabes son terroristas o los argentinos ególatras, los hombres mujeriegos o las madrastras malvadas.
Explica el catedrático Gualteros que siempre van a ver “excepciones a la regla y que es importante que sepamos que, muchas veces, nuestras opiniones personales, basadas en estereotipos y que forman prejuicios, son solo eso, opiniones. No quiere decir que así sea la realidad y que tampoco que eso realmente funcione así y, por eso, no todos los colombianos somos narcotraficantes, por ejemplo”.
Por su parte, la psicóloga clínica Laura Alejandra Miranda Ávila, creadora de la plataforma Colma.co, para brindar atención psicológica en línea, explica que estas afirmaciones, a nivel general, “nos ubican en una realidad, en un grupo, en una cultura, pero el problema está cuando se generalizan este tipo de particularidades, pues pueden generar una distorsión y traspasar esa delgada línea de caer en los prejuicios y la discriminación” (ver Glosario).
Otro caso reciente
De este tema se ha venido hablando en las últimas semanas luego de que la modelo caleña que reside en Medellín, Alexa Rodríguez, denunció en redes sociales que se le negó la entrada a un restaurante de la ciudad por su manera de vestir, “el lugar tenía un letrero que decía que no se podía entrar con trajes sadomasoquistas (...). Simplemente decidieron que yo era una chica de la vida fácil”, dijo y aclaró que ella tenía puesto un jean negro con brillo, unas botas y un body negro con transparencia.
Orejuela recuerda un caso similar que vivió él en Bogotá también al ir a un restaurante, “simplemente porque soy más quemadito que el resto de las personas”. Al lugar asistieron él, un amigo blanco y una amiga negra, “dejaron pasar a mi amigo blanco y a nosotros dos no nos dejaron seguir, nos dijeron que era porque el restaurante ya se había llenado y evidentemente no era cierto. Quién estaba en la entrada atribuyó a la condición de color de piel unas intencionalidades generalizadas: mal comportamiento en la mesa, groseros, bullosos y hasta incultos, y con esa condición nos hizo un juicio a dos personas totalmente distintas a esa percepción”.
Lo malo para el psicólogo de Eafit es que los estereotipos generan formas de exclusión y de segregación social, “porque mete en la misma caja a todas las personas sin haber hecho una evaluación más concienzuda en sobre si la modelo, por ejemplo, o en mi caso, por mi color de piel, podríamos tener ese potencial comportamiento negativo y por eso es que esos hechos se ven como injusticias”.
Tienen un propósito
Aunque podría pensarse que todos son negativos, en realidad ayudan al cerebro a comprender la realidad. La psicóloga clínica Laura Alejandra Miranda Ávila trae como referencia a la antropóloga Margarita del Olmo, quien publicó en la revista de Educación de la Universidad de Huelva, España, el artículo Prejuicios y estereotipos: un replanteamiento de su uso y utilidad como mecanismos sociales, en el que precisa que los estereotipos son útiles en la comunicación humana y “por eso hacemos el esfuerzo de adquirirlos, crearlos, mantenerlos y transmitirlos. Estereotipar consiste en simplificar, en asociar un conjunto de ideas sencillas, generalmente adquiridas de otro a una categoría (...). No tienen por qué ser siempre negativos, pueden tratarse de ideas neutras o de valoraciones positivas”. Como que los orientales son tranquilos, los latinos son buenos bailarines o los brasileños son excelentes futbolistas, hay algunos que son reconocedores y otros segregadores –dice Orejuela– al final es ser conscientes de que son generalizaciones que a veces son arbitrarias.
De ello habló el psicólogo social británico Henri Tajfel que desarrolló la Teoría de la identidad social en los años 80, un concepto para comprender los fundamentos psicológicos de la discriminación entre grupos. Para Tajfel los seres humanos suelen clasificarse y enmarcar a los demás en categorías, identificarse con algún grupo específico, compararse unos con otros y desear que su propia identidad sea distinta a la de los demás. Es un proceso natural con el que se vive.
Los estudios en psicología social que se han hecho a través de los años, como el de Tajfel, cuenta Gualteros, han dado la posibilidad de aproximarse a los estereotipos como son fenómenos socioculturales que están presentes en todas las sociedades humanas y ayudan a encontrar regularidades en la vida cotidiana, “para mí no son ni buenos ni malos, son funcionales, es decir, cumplen una tarea”.
Los psicólogos consultados coinciden en que lo malo con ellos es pluralizarlos, ya que no todas las personas tienen las mismas características que corresponden a un cierto modelo de comportamiento social.
Mi percepción hacia el otro
Gualteros cita al epistemólogo Gregory Bateson: “Aquello que yo digo de un fenómeno dice más sobre mí, que del fenómeno que estoy describiendo”. Es decir, habla de las propias creencias y valores.
La psicóloga Miranda considera que en el caso de la modelo, habría que analizar cómo describe, quien no la dejó entrar, una prenda sadomasoquista, “son cosas que nosotros mismos vamos creando y hacen parte de esos imaginarios”. Y asegura además que son construcciones sociales colectivas, pactadas y mediadas por el lenguaje, el entorno cultural, la educación, la sociedad, la familia, las historias, la fotografías y hasta el arte. Todo influye.
Añaden los psicólogos que estas percepciones no son estáticas sino dinámicas, cambian con la historia y los acontecimientos sociales. Explica el catedrático que los estándares de hoy no son los mismos del pasado y que incluso se transforman muy rápido y trae ejemplos de como a finales de los 90 una persona con piercing o tatuajes era vista hasta con aires de criminal algo muy distinto a lo que sucede hoy o como antiguamente se pensaba que la mujer que utilizaba pantalones era muy masculina y eso se renovó gracias a movimientos sociales y culturales como el feminismo.
Por eso, ¿sus estereotipos y prejuicios pueden cambiar? La respuesta es sí, según los especialistas consultados, (ver recuadro). La idea es acercarse desde otro punto de vista a su idea preconcebida o aprendida desde la infancia, y ahí es vital escuchar otros relatos, conocer otras culturas y hablar con personas que no opinen lo mismo, “algo que en filosofía se llama perspectiva y es la posibilidad de flexibilizar los puntos de vista subjetivos para poder tener mayor información y pensar en cómo ese estereotipo puede acercarse a una realidad más apropiada”, concluye Gualteros.
La sociedad también puede transformarlos, a través de “campañas, entidades o medios de comunicación que hagan pedagogía ciudadana para desmontarlos. También a partir del arte, el cine y la televisión, son muchas las formas de interpelar ese estándar y mostrarle a la gente que muchas veces tenemos visiones que nos hacen cometer errores de atribución hacia los demás”, dice el psicólogo Orejuela.
Y antes de enojarse con afirmaciones generalizadas, la psicóloga Miranda recomienda respirar y pensar su respuesta, “a veces la ira demuestra que no hay argumentos, y es un reflejo innato del ser humano, sí, pero si tiene capacidad de análisis puede pensar mejor su réplica y anticiparse a la situación”, por ejemplo, si está en otro país y lo señalan negativamente por ser colombiano puede hablar de tantas cosas positivas de su cultura, la calidez de la gente, situaciones que se pueden resaltar y que quizá quien lo catalogó de narcotraficante no conoce porque nunca ha venido al país y ahí puede aprovechar la nueva canción de Maluma, Medallo City que dice: Medallo no es Pablo Escobar hay una historia mejor que contar”