La contaminación es un mal permanente que está en el ambiente, sobre todo en zonas urbanas como Medellín y Bogotá, donde hay edificios, oficinas, empresas y una gran cantidad de vehículos que sueltan partículas que originan enfermedades respiratorias como el asma.
Según el Instituto Nacional de Salud (INS), la prevalencia de esta enfermedad crónica es del 11,7 % en niños y del 13,4 % en adolescentes; esto hace que uno de los focos de atención en salud respiratoria esté en niños y en mujeres gestantes, en estas últimas porque los efectos pueden causar problemas en el embrión durante su formación.
Precisamente, para estudiar los efectos de la contaminación del aire, se llevó a cabo en Colombia la primera investigación de Latinoamérica que aborda las diferentes fuentes de contaminación del aire y que son dañinas para la salud.
La investigación titulada Procedencia del Material Particulado y su Efecto en la Salud de los Niños (Promesa) trata sobre las exposiciones ambientales de 506 niños menores de cinco años de Medellín (Guayabal - Aranjuez) y Bogotá (Kennedy - Usaquén), a los que les hicieron un seguimiento constante sobre el comportamiento de su salud respiratoria y el registro de las enfermedades respiratorias que desarrollaron a medida que crecían durante cinco años consecutivos.
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El trabajo fue liderado por instituciones de educación superior nacionales e internacionales y empresas privadas y públicas: la Universidad Pontificia Bolivariana, Universidad de Antioquia, Universidad de los Andes, Universidad Nacional e Industrial de Santander, University of Manitoba y McMaster University en Canadá; las empresas EPS Sura, Laboratorio Genes y ATB Service y también contó con el apoyo de la Secretaría de Salud de Medellín. ¿Cuáles fueron los resultados de esta investigación? Diana Marín, docente de la Facultad de Medicina de la UPB y líder del proyecto, explicó los aspectos relevantes del estudio, los métodos de trabajo y el por qué esta investigación es relevante para la salud pública del país y el mundo.
Riesgos del material particulado
Una de las fuentes de contaminación del aire más estudiadas ha sido la del material particulado; datos de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos indican que estas partículas causan irritación en las vías respiratorias, tos y dificultad para respirar y afecta principalmente a personas con enfermedades cardíacas o pulmonares, niños o adultos mayores.
En este trabajo, se estudió el riesgo del material particulado fino (PM.25), que es una subcategoría. Este es 30 veces más delgado que un cabello humano y puede inhalarse profundamente hasta el tejido pulmonar y contribuir a problemas de salud graves, según el National Institute of Environmental Health Sciences.
La investigadora cuenta que estas partículas demostraron saltarse el primer filtro del sistema respiratorio —la nariz— y a veces pueden llegar hasta el torrente sanguíneo para afectar, además de los pulmones, el desarrollo cognitivo y el aprendizaje de los niños que evaluaron.
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“Lo que encontramos es que al material particulado se le adhieren otros químicos como hidrocarburos aromáticos policíclicos, que son potenciales cancerígenos derivados principalmente de la combustión vehicular y resulta que todo esto también afecta al cerebro, ya que se evidenciaron desenlaces neurológicos, capacidades de aprendizaje y otros efectos negativos como bajo peso al nacer, pues las partículas también llegan hasta la placenta de las madres gestantes”, cuenta.
La investigación evidenció que estas partículas tienen la capacidad de modificar el material genético humano y aumentar el riesgo de enfermedades como el asma, el cáncer y enfermedades neurológicas; también aumentan las infecciones respiratorias agudas, que son las más frecuentes en el mundo, según el Ministerio de Salud y Protección Social.
Además, en la investigación Promesa se encontró que, durante los años de seguimiento, 12 de cada 100 niños estudiados desarrollaron asma, la principal enfermedad crónica en niños menores de cinco años. “Encontramos que el material particulado aumenta en un 21 % el riesgo de tener enfermedades respiratorias y el dióxido de nitrógeno lo aumenta en un 10 %. El hecho de que el niño se exponga en esos primeros años de vida a estos contaminantes, cuando su sistema respiratorio no es capaz de hacerles frente, podría desencadenar enfermedades respiratorias agudas y asma que son frecuentes en este grupo poblacional”, dice.
Si bien esta parte de la investigación es importante, lo que hace de Promesa un estudio único en la región es el foco en otras fuentes de contaminación del aire como la influencia y el riesgo de habitar en las zonas urbanas. En Promesa se tuvo en cuenta donde vivían las madres al momento de la gestación y donde viven ahora los niños evaluados. Hubo importantes hallazgos.
Vivir en zonas de riesgo
La principal recomendación para una mujer en gestación es alejarse de zonas urbanas atiborradas de edificios. Según datos de Promesa, se encontró que las construcciones en Medellín y Bogotá pueden tener ambientes tóxicos para los pulmones de la madre y el bebé aumentando los riesgos.
“Encontramos que el espacio urbano influye en la salud respiratoria. Entre más edificaciones haya, se aumentan en un 5 % los riesgos de que los niños desarrollen infecciones respiratorias, incluso desde la placenta”, cuenta la médica.
Además, con las altas temperaturas del año, los edificios capturan el calor formando lo que se conoce como islas de calor, donde hay una elevación de la temperatura de las zonas urbanas por encima de las zonas con naturaleza.
“Justamente el aumento de la temperatura en el primer año de vida incrementó en un 70 % el riesgo de infecciones respiratorias agudas y lo que nosotros creemos que pasó es que a mayor edificación, más calor, formando estas islas”. Precisamente sobre esto, Alex Flórez, docente del pregrado de Enfermería de la Universidad CES, agregó que: “Los cambios climáticos pueden influir en la propagación de enfermedades respiratorias infecciosas, como la gripe y las infecciones respiratorias virales, al afectar la temporada de transmisión y la distribución geográfica de los patógenos”.
Por el contrario, el hecho de vivir cerca de zonas verdes como parques naturales disminuye estos riesgos. Eso sí, siempre y cuando la vegetación y los árboles no sean alérgenos y produzcan alergias en los bebés y niños.
“En el estudio encontramos que el exponerse a espacios naturales y verdes disminuye en un 5 % estas enfermedades y otorga protección. Nuestro llamado es a que se propicien espacios naturales al interior de los barrios y que sean espacios saludables, donde las personas puedan hacer deporte y generar un bienestar respiratorio y mental”.
El concepto de espacios saludables se relaciona también con la implementación de hábitos de vida saludables. Promesa encontró que una dieta balanceada y la actividad física favorecen a la salud pulmonar y a la protección contra estos contaminantes, principalmente en los niños.
“Nosotros encontramos que una dieta rica en frutas y verduras, protege a los niños de desarrollar estas enfermedades, mientras que el consumo de carnes procesadas, gaseosas, grasas y dulces aumentan el riesgo”.