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Vivir en el Centro de Medellín es tener todo a la mano

Cinco historias, de seis personas que viven en el Centro de la ciudad. Entre el amor y el odio.

  • Elkin en su buhardilla y en el lugar de su casa en el que más está siempre: la silla. Su casa es una torre de marfil, muy distinta a cuando se cruza la puerta y se sale al Centro. FOTO JULIO CÉSAR HERRERA
    Elkin en su buhardilla y en el lugar de su casa en el que más está siempre: la silla. Su casa es una torre de marfil, muy distinta a cuando se cruza la puerta y se sale al Centro. FOTO JULIO CÉSAR HERRERA
  • La presencia de sitios culturales y de encuentro motiva, según Cristóbal Peláez, la seguridad en el Centro, porque aficionados al arte transitan sus calles de día y de noche. FOTO Juan Antonio Sánchez
    La presencia de sitios culturales y de encuentro motiva, según Cristóbal Peláez, la seguridad en el Centro, porque aficionados al arte transitan sus calles de día y de noche. FOTO Juan Antonio Sánchez
  • Si bien no son de quedarse horas en un parque, Gloria y Gilberto no se imaginan viviendo fuera del Centro. FOTO Donaldo Zuluaga
    Si bien no son de quedarse horas en un parque, Gloria y Gilberto no se imaginan viviendo fuera del Centro. FOTO Donaldo Zuluaga
  • “Una señora de Ayacucho decía que, desde que funciona el tranvía, está feliz. Su calle es ordenada, sin ruido ni congestión. Ojalá la cultura metro llegara a más partes”. FOTO Juan Antonio Sánchez
    “Una señora de Ayacucho decía que, desde que funciona el tranvía, está feliz. Su calle es ordenada, sin ruido ni congestión. Ojalá la cultura metro llegara a más partes”. FOTO Juan Antonio Sánchez

Vivir en el Centro de Medellín parece para muchos el paraíso. Tenerlo todo en ese mismo lugar, a pocas cuadras de sus casas: el teatro, el médico, el banco, el café, el supermercado.

Porque todavía, el Centro está en la mitad, dice Pilar Velilla, gerente del Centro. “Está casi en el centro de una ciudad que ha crecido a lado y lado del río Medellín, sin darse cuenta, pues apenas en las últimas décadas comenzamos a mirar el río como un eje estructurante. Una lástima, porque el desarrollo habría sido muy diferente. Sin embargo, el Centro, cualquiera que sea su ubicación, seguirá siendo el núcleo principal”.

En un recorrido a pie, sobre todo en la parte oriental, se ven casas y edificios de habitación y, detrás de ellos, gente que ha decidido tener sus hogares allí. Es la zona menos comercial, la del lado de La Playa y el Teatro Pablo Tobón Uribe. Según el Plan de Desarrollo de Medellín 2016-2019, son 85.587 habitantes, cifra oficial; algunos calculan más de 120 mil.

Jorge Agudelo, director de investigaciones de la Lonja de Propiedad Raíz de Medellín y Antioquia, explica que aunque no hay una investigación como tal, sí hay gente yéndose a vivir a este espacio, en especial los estratos medio y medio bajo.

La Candelaria, Boston, Buenos Aires y las zonas cercanas al tranvía son las elegidas. Los estudiantes de universidades también prefieren el lugar, y a veces se pasan con sus familias, porque se ahorran el pasaje y el atravesar la ciudad y el mismo Centro.

El hecho lo están viendo desde hace unos dos años, con el auge del tranvía que, añade él, “le ha cambiado mucho la cara a la zona. Por tradición a la gente le ha gustado estar cerca a la Oriental y al Metro, y vivir cerca a universidades”.

Aunque hay distintos cánones de arrendamiento, un apartamento de 60 metros puede costar entre 800 y 850 mil pesos, comenta el director de investigaciones. Las casas antiguas, por supuesto, tienen un precio más alto. De todas maneras, hay de todo.

Si se trata de comprar, en este primer semestre, sigue Agudelo, han detectado inmuebles usados de 1.200.000 pesos el metro cuadrado, hablando de apartamentos de unos 65 metros.

¿Vivir en el Centro?

Algunos se quedan, o se van para allá, porque el Centro los emociona, les gusta el caos, mirar la confluencia de culturas y de personas, distintas, con motivos diferentes para pasarse por allí. Otros, en cambio, porque están acostumbrados, y ahí han estado toda la vida. Puede no gustarles ya, como al caricaturista y editor Élkin Obregón, que nunca se ha mudado, pero que permanece porque allí nació, pese a que ya no recorra sus calles como antes.

Es relativo y cada quién tiene su mirada, según sus vivencias y experiencias o, por el contrario, sus no vivencias.

Entre sus habitantes hay quienes lo ven como el lugar perfecto, sin desventajas, del que poco quieren salir; hay otros, en cambio, a quienes el amor no les quita conocimiento: le notan incomodidades.

Entre los primeros están Gilberto Martínez y Gloria Tobón, que no le notan ruido, polución ni inseguridad mayor que los de los demás sectores. Entre los segundos, la periodista Angélica Lopera, habitante del sector del Parque del Periodista: disfruta las ventajas de tener casi todo a la mano, pero lamenta el excesivo ruido.

El Centro es centro de amores y desamores; de nostalgia y regocijo... pero eso sí, nunca de indiferencia.

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