Abrir los ojos y contemplar la inmensidad del universo, poder sentarse en la Luna y ver las estrellas lo más cerca posible, es quizá uno de los sueños que siempre ha de tener el hombre en su infancia.
El Festival Internacional de Poesía de Medellín, que finalizó este sábado, no hizo despegar un cohete o mandó una tripulación al espacio, no le corresponde, pero trajo el cosmos a la ciudad a través de las palabras.
Desde Rusia llegó el cosmonauta Alexander Lazutkin para compartir su experiencia fuera de la Tierra. Cerca de 15 años de experiencia le permitieron descubrir ese mundo que hay afuera y al que pocas personas han tenido la oportunidad de conocer.
A él primero lo atraparon las páginas de los libros, solía leer sobre mundos lejanos, cometas y otros planetas. Desde entonces sintió el deseo de verlo con sus propios ojos, y entre los textos recuerda muy bien La nebulosa de Andrómeda, de Iván Efrémov.
En otro lugar
Cuando logró poner sus pies en una nave espacial y viajar fuera de la Tierra fue tanta su impresión que por poco se queda sin aire, “vi una cantidad inmensa de estrellas, luego pude ver que nuestro planeta era redondo y flotaba, era realmente magnífico”, dice.
Lo tercero que observó fue el Sol y quizá fue lo más extraño del mundo para el astronauta, ya que brillaba y atrás había un fondo negro. En la Tierra no es así, se suele ver con un cielo azul lleno de luz.
Contemplar la Luna no fue tan ajeno, debido a que desde cualquier país se ve también en la oscuridad. Lo verdaderamente llamativo fue lo cercano que estuvo de ella.
A la mente le viene un pensamiento muy particular y es precisamente cómo sería vivir siempre allí, lejos de su territorio. ”Me pregunto cómo las personas vivirían en el espacio, es algo difícil de imaginar porque todo sería diferente, Por ejemplo, los paisajes no tienen color verde”.
Sería una experiencia interesante, porque aunque los astronautas pasan gran tiempo en el espacio, vivir ya sería algo completamente distinto.
Ejercer ese oficio es encantador, aunque a veces desgasta físicamente, recuerda. Todos los días se presentaban eventos, y ahora que Alexander solo trabaja en construcción de equipos espaciales, extraña salir a explorar.
La poesía y el espacio
A veces no importa en qué lugar del universo se encuentre el hombre, porque al final el sentimiento siempre será convertido en poema, no siempre escrito, en ocasiones simplemente queda en el corazón.
Para el ruso, el cosmos puede significar demasiado, porque es parecido a la prosa. Señala que “los versos tienen un orden, la música es lírica y en la orbe ocurre igual, todo está ordenado y escuchas sonidos que provocan alegría en el alma”.
Llegar al Festival de Poesía fue un misterio, jamás ha escrito, pero si ha podido sentir lo sublime de la naturaleza.
Afirma que él y sus compañeros suelen ser invitados a todo tipo de eventos, van a festivales de cine, conversatorios y a conferencias científicas, pero nunca había sido invitado a algo parecido como lo que realizó en Medellín, incluso cree que es la primera vez de un astronauta.
Aunque siempre estuvo en otro tipo de actividades, considera que tampoco es algo ajeno, pues durante los vuelos vivieron muchos momentos difíciles, ante ellos se les venía a la mente extractos de canciones, especialmente patrióticas, y considera que cada soneto es un poema. Además, cree que significaron ayuda ante la dificultad.
En los textos hay descripciones, pero como dice Lazutkin “solo nosotros hemos podido observar con nuestros ojos la inmensidad y el océano desde lejos”, inclusive han podido cumplir un segundo sueño “viajar alrededor del mundo en una hora y media”.
Para él, los encuentros en el Planetario con los medellinenses fueron una oportunidad de atrapar ciudadanos hacia el maravilloso mundo cosmonauta y aunque el festival dio por finalizado, a alguien, o tal vez a muchos, les quedó el deseo de poder usar un traje espacial y volar hacia la inmensidad del universo .