Los antipersonajes del año: Armando Benedetti, Verónica Alcocer y Juliana Guerrero
El ministro del Interior es el funcionario más poderoso del Gobierno y quizá también el más cuestionado. A pesar de sus peleas públicas con gente del petrismo, el jefe de Estado lo sostiene y protege. ¿O al revés?
Periodista y politólogo de la Universidad Javeriana de Bogotá. Máster en audio digital y pódcast del Centro de Estudios Superiores Barreira en España. He desempeñado distintos roles en Colmundo Radio, El Tiempo y Noticias RCN. En EL COLOMBIANO cubrí al presidente Gustavo Petro y actualmente soy el editor de Actualidad que abarca temas políticos, judiciales, de salud e internacionales. Cocinero aficionado, melómano y cinéfilo.
Uno de los personajes más cuestionados, estridentes, groseros y astutos de la política colombiana es al mismo tiempo el funcionario más poderoso del Gobierno después del presidente de la República. Si uno cierra los ojos y piensa en un rostro, además de Petro, que simbolice el poder este 2025, se viene a la cabeza Armando Benedetti.
Un excongresista costeño al que desterraron los primeros años del petrismo, cuando había más gente sensata y otros sectores en el gabinete, pero que desde hace más un año aterrizó al corazón de la Casa de Nariño, sentado justo al lado del jefe de Estado.
Ha pasado tanto este año, que se ve lejano aquel Consejo de Ministros del 4 de febrero transmitido en vivo y en directo, en el que la mayoría del gabinete protestó contra la presencia de Benedetti y de Laura Sarabia, otra funcionaria cuestionada que pasó de ser su pupila a enemiga pública. El caso es que ese día, Petro demostró ante millones de colombianos y ante su propia gente que lo cuestionó —Francia Márquez, Susana Muhamad, Juan David Correa, Gustavo Bolívar, Augusto Rodríguez, Alexander López, entre otros— que prefiere a su lado a “un loco”, como le dijo, que a unos “sectarios”.
Desde ahí, a un costo enorme para la reputación del Gobierno, Benedetti se convirtió en la mano izquierda y derecha del poder presidencial con tentáculos en varias entidades, no solo en el Ministerio del Interior. Fuentes de Palacio dicen que como el presidente Petro está tan solo, Benedetti se ha convertido en su único gran apoyo porque tiene la capacidad de hablarle sin rodeos. Pero, ¿por qué tanto poder para un personaje tan cuestionado?
Decir que Benedetti tiene secuestrado a Petro sería simplificar la realidad y quitarle agencia al mandatario, quien decide mantenerlo. No importa que se haya peleado públicamente con otros funcionarios como el exministro Eduardo Montealegre, el director de la Ungrd Carlos Carrillo, el exdirector de la Dian Luis Carlos Reyes, el director de la DNI Augusto Rodríguez o con la propia Sarabia.
Tampoco ha importado sus múltiples controversias. Una reciente, la arremetida contra la magistrada Cristina Lombana de la Corte Suprema, a quien el ministro le dijo que era una “demente, delincuente y loca”; todo porque allanaron su mansión en Puerto Colombia en medio de una investigación que adelanta el alto tribunal. Ese comportamiento de Benedetti no viene de ahora. Su esposa Adelina Guerrero sufrió un episodio en Madrid en el que él sacó un cuchillo frente a sus hijos en medio de una pelea de pareja. Además, la embajadora Sarabia tiene demandado a Benedetti en la Fiscalía por presunta violencia de género.
Pero no acaba ahí. El hombre más poderoso del Gobierno este año carga con otras investigaciones. Primero, un caso de presunto enriquecimiento ilícito siendo congresista que está en manos de la Sala de Instrucción de la Corte Suprema. Segundo, una investigación por presunto tráfico de influencias en el Fondo Financiero de Proyectos de Desarrollo (Fonade).
Tercero, la financiación irregular de la campaña presidencial de Petro. “’¿Quieres que diga quién dio la hp plata? (...). Nos hundimos todos, nos vamos presos”, se le escuchó a Benedetti en unos audios con Laura Sarabia. Esos elementos habrían influido, entre otras razones, para que el ministro hubiera sido incluido este año en la Lista Clinton junto a Petro, Verónica Alcocer y Nicolás Petro Burgos.
Pero también Benedetti está en líos por gente cercana: el contratista Euclides Torres —el que financió el tarimazo de la ‘P’ en Barranquilla— habría sido beneficiado con una ley de vigilancia y también con millonarios contratos bajo este Gobierno. Otro contratista cuestionado es Ricardo Leyva, el empresario de espectáculos, quien le intercambió a Benedetti la mansión de Puerto Colombia por un apartamento. Leyva, además de tener contratos con RTVC, protagonizó un intento de feminicidio contra su pareja y tiene otras denuncias de mujeres en su contra.
Por todo lo anterior y más, Benedetti es el “antipersonaje” del año 2025. Su trabajo impulsando las reformas del Gobierno en el Congreso no fue tan destacado como dicen en el petrismo para defenderlo. Lo que sí está claro es que su poder es desbordado y por eso el paso de Gustavo Petro por la Presidencia no podrá analizarse en la posteridad sin el enorme lastre que significa la presencia de Benedetti.
Verónica Alcocer, “separada” de Petro, pero en medio de lujos
Tan cuestionado está el círculo del presidente Gustavo Petro que hasta su propia esposa —siguen casados legalmente— entra al baile de los antipersonajes del año. Verónica Alcocer tiene el remoquete de “primera dama”, pero ejerce selectivamente esa dignidad cuando le conviene. Según Petro, están “separados hace años”, y efectivamente así es según fuentes, pero ella sigue gozando los beneficios del Estado: escoltas, camionetas, viáticos diplomáticos, viajes por el mundo y hasta presuntos beneficios a sus familiares, pues se supo que la familia Alcocer ha accedido a créditos con mayor facilidad en el Banco Agrario, administrado por el Gobierno.
También hay que decir que así como se beneficia de los gozosos también le afectan los dolorosos: este año fue incluida en la temida Lista Clinton, lo que implica en la práctica una serie de restricciones a la movilidad en cualquier país del mundo y un bloqueo en el sistema financiero.
Eso no ha impedido, de todos modos, que Alcocer se pasee por las tiendas de lujo de Suecia, país en donde se radicó este año y según medios de ese país, entró a rodearse de la clase alta escandinava. Su aparición pública más reciente, justamente, fue en Estocolmo cogida de gancho con el cuestionado empresario catalán Manuel Grau, quien gracias a Petro obtuvo varios negocios en nuestro país.
A todas estas, ¿de qué vive Verónica Alcocer?
Juliana Guerrero: las mentiras sobre sus estudios para seguir en el poder
Justamente, una pupila de Benedetti es Juliana Guerrero. Una joven de 23 años que este año ocupó los titulares de los medios por varias polémicas y que el presidente Gustavo Petro, extrañamente, defendió a rabiar.
La principal polémica: presuntamente haber mentido sobre su título profesional como contadora pública para alcanzar el viceministerio de la Juventud en el cuestionado Ministerio de Igualdad y Equidad. Según la propia Fundación San José —señalada de entregar títulos exprés—, Guerrero nunca fue a clases; si no es porque le faltaba el examen Saber Pro, requisito para graduarse, hubiera podido llegar a un alto cargo del Estado saltándose las reglas básicas que exige la contratación pública.
Más allá del detalle sobre su polémica, Guerrero retrata el efecto que el poder hace en las personas: querer saltarse pasos necesarios en la vida casi con el convencimiento de un designio divino: “Dios me colocó aquí porque ve algo en mí”, le dijo a EL COLOMBIANO hace unos meses.
Pues el presidente Petro también ve algo en ella porque a pesar de las polémicas la mantiene como su delegada ante el Consejo Superior Universitario de la Universidad del Cesar. Hay quienes dicen, incluso, que ya está preparándose para lanzarse a la gobernación. En estas festividades habría que recomendarle la canción de Arroz con habichuela de El Gran Combo de Puerto Rico: “Esto no es llegué y pegué, esto lleva sus añitos”, dice la letra.
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