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La temporada seca de este año, que se presupuestaba entre julio y septiembre, estuvo particularmente pasada por lluvias. Ríos enfurecidos, vientos que levantaron techos y derrumbes en vías municipales hicieron parte de la cotidianidad. La magnitud de lo sucedido lo revelan las cifras. Hasta el momento, en Antioquia van 20.684 personas damnificadas por el invierno, mientras en todo 2020 fueron 20.446. Y lo peor no ha pasado. Según las predicciones, la probabilidad de ocurrencia del Fenómeno de la Niña es alta.
Ninguna subregión del departamento ha salido indemne de las lluvias de este año. Los azotes del clima han golpeado a Urabá, en donde las inundaciones se ensañaron con Chigorodó; al Bajo Cauca, particularmente a Nechí y Caucasia, que han sufrido por la creciente del Cauca; y al Norte, en donde Briceño se quedó sin su entrada principal por pérdida de la banca.
Solo entre julio y agosto se reportaron 87 eventos relacionados con el invierno. Entre ellos, 17 vendavales y 11 avenidas torrenciales que, como en Cañasgordas, se llevaron lo que pudieron a su paso. Además, van 11 inundaciones, como la de Tarazá, sucedida el 18 de octubre.
Según la Gobernación, hay 11 pueblos en los que el invierno pegó con más fuerza: Anorí, Sabanalarga, Betulia, Briceño, Concordia, Montebello, Urrao, Granada e Ituango.
El alcalde de Sabanalarga, Morel Alonso Mazo, contó que las lluvias de los últimos 20 días los tienen “ahogados”. Las afectaciones, dijo, son de todo tipo: se perdieron cultivos y vías secundarias. En la vereda Llano Los Encuentros, en palabras del mandatario, “hay una falla inmensa”. Lo explicó: “Siete familias tuvieron que salir de sus casas. De ellas, cuatro lo perdieron todo . Hoy están reubicadas en el municipio. Por el mismo invierno no hemos, ni siquiera, podido arreglar la escuela de ese sector, que está afectada”.
Aparte de eso, la vía entre Sabanalarga y Liborina, literalmente, se cayó. En el kilómetro seis perdió la banca. Según el alcalde, hay una falla geológica inmensa. En el lugar trabaja maquinaria para remover la tierra que, constantemente, cae sobre la carretera.
Y esa escena, de maquinaria trabajando sin descanso sobre una vía, se repite por todo el departamento. En julio, la entrada a Briceño, una carretera en su mayoría destapada que mide 28 kilómetros, perdió la banca. Desde eso, para habilitar el paso, hay personal trabajando mientras se estudia la solución definitiva.
En el Occidente de Antioquia, entre las montañas que separan a la zona Andina del Caribe, está Peque, un pueblo que sufrió esta temporada “seca” y que teme por lo que pueda pasar si llega La Niña. El 8 de septiembre, luego de un aguacero de horas, la vía de entrada al municipio, su única conexión con el departamento, se hundió.
El pueblo estuvo tres días incomunicado, mientras se restablecía el paso por la vía. Así como en Sabanalarga y Briceño, la maquinaria fue la única solución temporal para permitir el tráfico de vehículos. Froy Fáber Hernández, alcalde de Peque, explicó que, pese a que hoy se puede entrar al pueblo, la vía es peligrosa: “Sigue siendo un riesgo. Le pedimos a la gente que transite con precaución y reporte cualquier eventualidad”.
La temporada que debió ser seca también se ensañó con Medellín y el Valle de Aburrá. Las laderas de la ciudad son las más vulnerables. Según el Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres (Dagrd), 1.089 familias de la ciudad han recibido, en lo que va de 2020, una recomendación definitiva o temporal de evacuación.
Las comunas de más evacuaciones, según el Dagrd, son la 1 (Popular), 2 (Santa Cruz) y 3 (Manrique). El caso más reciente es el de Villa Guadalupe, un barrio en la frontera entre El Popular y Manrique, en la parte alta de la ladera.
En ese barrio empinado, Jéssica Ríos lamenta, sin entender todavía muy bien, lo que sucedió hace apenas una semana. Por las grandes grietas de su casa, aparecidas durante las últimas lluvias, recibió la recomendación de evacuar su casa de manera definitiva. Quiera o no, no podrá volver a la vivienda de tres plantas que, con mucho sudor, levantó su abuela, María Alicia Maquiu.
En total, 40 casas fueron evacuadas por riesgo de colapso. “Lo único que tenemos claro es que van a hacer un estudio para determinar las causas de las grietas. Luego de eso, podremos reclamar ante la entidad competente. Por ahora estamos viviendo cada uno en casas de familiares, separados, sin saber qué va a pasar”, contó la afectada. Como la de ella, hay más de 1.000 casas que se quedaron sin sus habitantes.
De acuerdo con los análisis del Ideam, aunque entre julio y septiembre el país atravesaba por la temporada seca, los huracanes que se desataron en el mar Caribe derivaron en la llegada de ondas tropicales al país, que se tradujeron en un incremento de la nubosidad y las precipitaciones.
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) anticipó que la probabilidad de que este año ocurriese el fenómeno de La Niña es del 69%.
De acuerdo con el instituto, tras la llegada de segunda temporada de lluvias a mediados de septiembre, se prevé que los registros podrían estar entre un 10% y un 60% de los acumulados históricos en departamentos como La Guajira, Magdalena, el altiplano cundiboyacense y la región Andina, entre otros.
Jaime Enrique Gómez Zapata, director del Departamento de Gestión del Riesgo de Antioquia (Dagran), advirtió que con base en el inventario de afectaciones, la llegada de la segunda temporada de lluvias se proyecta preocupante, sobre todo porque los suelos ya se encuentran en un alto nivel de saturación