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Algunos barrios, como los niños, tienen nombre desde antes de nacer: sus fundadores planean meticulosamente el trazado de calles, la ubicación de la iglesia, la ruta para los buses y definen cómo se llamará.
Según Óscar Iván Calvo, historiador y profesor de la Universidad Nacional, esa fue la tendencia en la Medellín de los años sesenta, cuando los constructores empezaron a urbanizar terrenos que antes eran fincas y les pusieron nombres a su libre albedrío.
Otros barrios, en cambio, nacen sin planearlo y en medio de la necesidad: no tienen acueducto, luz o alcantarillado, las calles sin pavimentar se convierten en un lodazal con cada aguacero y los niños tienen que caminar por vías intransitables para llegar a la escuela. A esos, por lo general,...
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