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A las 5:30 de la mañana el graznido alborotado de cientos de loros se siente con fuerza en los árboles del barrio Laureles, al occidente de la ciudad. Y a esa misma hora, cuando asoman tímidamente los primeros rayos del sol, don Guillermo Trujillo ya está caminando con su pequeño perrito dando su paseo matutino de todos los días.
En su recorrido observa a las loras y loritos que juegan animadamente, lo que se convierte en el preámbulo de su encuentro con muchas de estas aves.
Una hora después, cuando finaliza la “vueltica” con su mascota de 17 años, regresa a casa y un par de loras verdes, grandes, con plumaje rojo debajo de sus alas, lo esperan en la baranda café de su balcón para dar inicio a un hermoso e inverosímil momento.
Don Guille, como lo llaman cariñosamente sus vecinos, prepara su tarro lleno de cacahuates, silba y llama con una melodía “Lorito, lorito” a sus emplumadas amigas que sin dudarlo llegan en manada.
Jocosamente se autodenomina “el encantador de animales” y su relación con estos se remonta a su niñez, pues es hijo de un cazador quien le enseñó el amor y respeto por los animales.
La cita del desayuno de Guille y las loras es un espectáculo que disfrutan transeúntes y vecinos que quedan maravillados con la cantidad de aves que comen de su mano, paradas en su cabeza y brazos, lo cual lo hace digno merecedor de su apelativo “El Señor de los loros”.
María Eugenia Echeverri, su esposa, es la camarógrafa de los videos que se han viralizado en redes sociales, especialmente en su perfil de Facebook, en donde suman más de un millón de reproducciones y mil comentarios.
Pero dejemos que sea el mismo Guillermo quien cuente su historia, una de barrio, de color y mucho cariño por los animales.
Editor del área audiovisual