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Un fenómeno que no se presentaba por lo menos desde hace seis años empezó a llamar la atención de las autoridades durante 2020 y lo que va de 2021. Según un informe entregado por la Policía Nacional y la Gobernación de Antioquia a EL COLOMBIANO, “a partir del 2020 se presentó una modificación en el comportamiento del homicidio en el departamento de Antioquia, pues dejó de predominar el homicidio urbano y pasó a tener mayor participación el homicidio rural”.
Las cifras oficiales dan cuenta de que mientras en el departamento el promedio de muertes violentas en la ruralidad había sido del 40% en el periodo comprendido entre el 1 de enero y el 30 de junio de los años 2016, 2017, 2018 y 2019; para el mismo periodo de los años 2020 y 2021 el homicidio rural ha tenido en promedio una participación del 53%.
La tendencia, además, ha ido aumentando a medida que avanza el tiempo. Un ejemplo de ello es que entre enero y junio de 2020 se presentaron 478 homicidios urbanos y 482 rurales, marcando una diferencia de 4 muertes. En contraste, durante el primer semestre de 2021 la Secretaría de Seguridad de Antioquia reportó 474 asesinatos en el área urbana y 608 en la rural, lo que representa 134 muertes más en contextos rurales.
Pero dichas cifras no han pasado desapercibidas en los altos mandos del departamento. De hecho, fue el mismo gobernador (e) de Antioquia, Luis Fernando Suárez, quien alertó sobre el escenario actual en cuestión de seguridad. “Estamos perdiendo esa lucha contra la delincuencia en el peor delito que es el homicidio. Actualmente, presentamos un 12,7 % más - de muertes violentas a nivel general- que el año pasado. Y del total de esa cifra, 56 % se dio en contextos rurales, que es una cifra que nos preocupa y en la que estamos trabajando”, precisó Suárez durante el balance de seguridad regional del primer semestre de 2021. (Ver: Paréntesis)
Tal como lo muestra el Sistema de Información Estadístico, Delincuencial, Contravencional y Operativo de la Policía Nacional, Siedco, las dos únicas subregiones en las que prevalecieron los asesinatos urbanos fueron el área metropolitana del Valle de Aburrá y el Urabá antioqueño. En contraste, las otras siete subregiones del departamento registraron cifras de homicidios rurales por encima. (Ver: Infografía)
Lo que, en el caso de Medellín y su área metropolitana, “se explica en buena parte porque tiene un territorio de área rural más reducido que las demás subregiones y porque, además, presenta múltiples bandas delincuenciales en contextos de ciudad de diferentes índoles”, explica Olmer Muñoz, docente de seguridad, defensa y Derechos Humanos de la Universidad Pontifica Bolivariana.
“Solo un ejemplo- añade Muñoz- en Medellín hay una gran cantidad de organizaciones de delincuencia organizada que la Secretaría de Seguridad ha tenido que priorizar en 150 bandas que cambian permanentemente de cabecilla, por lo que implica mayor trabajo de inteligencia para desarticularlas por parte de las autoridades”.
Por otro lado, están las subregiones de Suroeste, Bajo Cauca y Norte de Antioquia, las cuales, en ese orden, son las más afectadas por homicidios rurales.
Para dichos casos, el analista Andrés Tobón, exsecretario de Seguridad de Medellín (2017 -2019), detalla que la situación tiene una “explicación muy concreta y está relacionada con las disputas de carácter criminal” entre las diferentes estructuras.
Para el caso antioqueño, la Secretaría tiene identificados los grupos armados ilegales del Clan del Golfo, los frentes residuales 18 y 36 de las extintas Farc, los Caparros y el Eln; que tienen presencia en las subregiones Bajo Cauca, Norte, Nordeste y Urabá.
“Allá- dice Tobón- tenemos unas circunstancias específicas de asuntos de narcotráfico y narcumenudeo, control de rutas y cultivos que afectan de manera muy dramática a esta región del país”.
Y en eso concuerda la Secretaría de Seguridad departamental que, en dicho informe entregado a este diario el pasado 28 de julio, afirmó que la brecha entre los homicidios de un tipo y otro corresponde, según ella, a dos situaciones simultáneas.
“Por un lado, el aumento se debe, en parte, al desplazamiento de las disputas por las rentas del tráfico de drogas hacia esta zona, relacionado con un cambio en los patrones de consumo de estupefacientes. En efecto, el mercado rural aumenta por distintas dinámicas como la cosecha cafetera en el Suroeste, el desplazamiento de las organizaciones del Valle de Aburrá hacia zonas rurales del departamento para abrir nuevos mercados ante el control hegemónico de ciertas organizaciones en el área metropolitana”, detalla la entidad.
Mientras que, en un segundo lugar, la reducción de los homicidios urbanos también influyó en que la tendencia cambiará entre 2020 y 2021. “Esta se explica por los efectos que las medidas restrictivas adoptadas para responder a la pandemia por la covid-19”, agrega la Secretaría.
Sin embargo, Muñoz coincide con las autoridades en que los homicidios rurales también obedecen a problemáticas tradicionales de ese entorno como las riñas, problemas entre vecinos y casos de justicia por cuenta propia. “Todas estas problemáticas se mantienen sin cambios estructurales, pero sí explican en alguna medida la persistencia del fenómeno en el contexto rural”, agregó la Secretaría.
Lo cierto es que, por ahora, las cifras del departamento se siguen moviendo en rojo: con 1.082 asesinatos reportados este primer semestre de 2021, el departamento supera en un 12, 7 % las cifras de 2020, que, en ese mismo período, cerraron con 960 homicidios.
Para el caso puntual de la inseguridad en los territorios rurales, Tobón analiza que se debería aumentar la capacidad de investigación criminal en contra de estructuras criminales como el Eln, el Clan del Golfo o los Caparros. “Allí es clave una dinámica de persecución criminal directamente vinculada a la investigación y a la eliminación de rutas y control de fronteras”, concluye Tobón
de participación es el promedio de asesinatos rurales durante 2020 y 2021: Policía