La cobertura de la quebrada Santa Elena, entre las carreras Sucre y Junín, la canalización del río Medellín, las avenidas El Poblado y Las Vegas y el Sistema Vial del Río, entre otras obras, tienen algo en común: su financiación dependió del cobro del gravamen de valorización.
Pese a que muchas vías se construyeron desde la década del 30 hasta la actualidad en Medellín por la aplicación de la figura, esta sigue generando polémica, tanto, que una de las razones de la actual Alcaldía para no continuar las demás fases de Parques del Río radica en la implementación de esta contribución.
Luis Alberto García Bolívar, director del Fondo de Valorización de Medellín (Fonvalmed) en la Alcaldía pasada, dijo en un libro sobre el paquete de obras en El Poblado, que queda en evidencia que este pueblo grande no habría podido dar los saltos requeridos para hacerse “ciudad” y de allí pasar a “metrópoli”, sin la aplicación de la valorización.
La Ley 25 de 1921 dio vida al impuesto pero solo como instrumento para el Gobierno Nacional. Aún sin regulación normativa local, en 1930, relató García, parte de la cobertura de la quebrada Santa Elena fue financiada por mitades por los habitantes que se beneficiaban con la iniciativa y el Municipio. Fue hasta 1938, con la Ley 63, que se extendió la posibilidad de uso en ciudades capitales.
Medellín la aplicó de inmediato, en parte, como respuesta a las exigencias de su crecimiento urbano. Así surgió el Acuerdo 85 de 1938 que determinó el cobro de valorización para un conjunto de obras locales. Esta norma dio paso a la Oficina del impuesto de valorización, creada en 1939.
Según estimó García en su relato, 80 % de la red vial arterial de la ciudad fue impulsada por este gravamen. Así se construyeron la ampliación de Carabobo, un tramo de la canalización del río, las avenidas Guayabal, Oriental, del Ferrocarril, la 33, la Regional, las calles San Juan, la 10 y Colombia.
En 1968 la Alcaldía decretó la Obra 246 de valorización, que comprendió las transversales Superior e Inferior, la avenida Las Vegas y las lomas del Tesoro y el Campestre.
“Lo poquito o lo mucho que tenemos en infraestructura se lo debemos a la valorización”, opinó Juan Carlos García Bocanegra, docente de la Facultad de Arquitectura de la UPB y experto en instrumentos de financiación urbana.
Ires y venires de la figura
La contribución de valorización es un gravamen que recae sobre la propiedad de un inmueble que se beneficie con la ejecución de obras de interés público, según el Acuerdo municipal 58 de 2008, que revivió la herramienta en Medellín. Esta tuvo su esplendor en la ciudad hasta los 90 cuando decayó, entre otras razones, por diferencias políticas.
García Bocanegra detalló que el declive se originó por el proyecto de ampliación de la carrera 76 en Belén. “Hubo descontento de la comunidad y luego se capitalizó con una promesa política. Se desmonta el instituto de valorización y solo hasta 2008 empezó a revivirse. Su resurgimiento ha sido lento porque reintroducirla es difícil, sobre todo con obras en el Poblado”, añadió.
El director de Fonvalmed, César Augusto Giraldo, opinó que aunque polémica, es una herramienta con momentos de apogeo y que no se debe descartar en el futuro. “Es una figura que tiene legitimidad y validez, pero si no se sabe aplicar, se pierde el apoyo que la ciudadanía brinda. Una serie de situaciones le quitaron peso político y fuerza a la figura. Se trató de ser muy ambiciosos con el paquete de obras en El Poblado y se terminó deslegitimando un poco la valorización”, indicó.
¿Aplicarla en el futuro?
Olga Lucía Zapata Cortés, profesora de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, afirmó que se debe dar un debate público sobre la procedencia de cobrarle a todos los beneficiados una determina participación. “En Bogotá se aplica una metodología más equitativa: la contribución depende de la cercanía a la obra. Establecer unos perímetros o zonas de derrame. La invitación es a repensar el instrumento si lo vamos a seguir utilizando en obras públicas”, sostuvo.
Para García Bocanegra, la valorización se debe complementar con otras herramientas previstas en el Plan de Ordenamiento Territorial, como la plusvalía, concesiones y obligaciones urbanísticas, entre otras. “En proyectos como Parques del Río o el tranvía de la 80, perfectamente se podría cobrar valorización porque los inmuebles cercanos se podrán comercializar por más valor”, apuntó. Detalló que la valorización podría servir como mecanismo de financiamiento parcial en proyectos como el túnel del Olaya Herrera.
El director Giraldo mencionó la posibilidad de aplicar las figuras en áreas metropolitanas. “Las obras entre límites municipales se complican, se podrían destrabar nudos entre fronteras dentro de la conurbación”, concluyó.