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Una grave situación humanitaria se presenta desde la tarde del pasado lunes en Necoclí, Urabá antioqueño, donde más de 10.000 migrantes se agolparon en el municipio buscando una salida hacia Panamá que les permita seguir con su recorrido hacia Estados Unidos.
Las aglomeraciones se presentan en las calles y playas a la espera de una solución, y Juan Arturo Gómez, periodista de la región de Urabá, le contó a EL COLOMBIANO que no hay hoteles “y colapsó el servicio de acueducto, alcantarillado y de salud”.
“Acá la situación está muy compleja, pero lo más duro es que siguen llegando más y más migrantes. Por ejemplo, tenemos información que de Perú salieron 3.500 que van a arribar al municipio, agravando más la situación humanitaria de estas personas y de los habitantes”, precisó Gómez.
Según el periodista, a pesar de que la solidaridad de los habitantes de Necoclí con los migrantes es recurrente, ya se han comenzado a presentar abusos por parte de algunos comerciantes que les cobran casi el doble por algunos productos.
“Se ha visto que por un cuarto de aceite que cuesta 3.000 pesos, les cobran hasta 15.000 pesos; o por ejemplo, una olla para cocinar que normalmente cuesta 15.000 pesos, les cobran 45.000 mil pesos”, reseña Juan Gómez.
Pero la situación más crítica la viven por parte de los llamados “coyotes”, quienes son los encargados de pasarlos al otro lado de la frontera y les llegan a cobrar hasta 400 dólares por pasarlos hasta Capurganá, promesa de viaje que no es cumplida en muchas ocasiones, como relató uno de los migrantes cubanos a EL COLOMBIANO.
“A usted le dicen que lo dejan en Capurganá, pero mentiras, muchas veces nos dejan tirados y toca caminar hasta 70 kilómetros con maletas, mujeres embarazadas y niños en brazos”, relata el migrante.
Es por esta razón que a diario se ven zarpar desde las playas de Necoclí, pangas con 70, 80 y hasta 100 migrantes.
El director de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa, detalló la semana pasada que los migrantes que hacen su tránsito por esta región, generalmente no tienen la documentación requerida para estar en Colombia y por eso deben salir del país.
Espinosa negó, para ese momento, que en Necoclí permanecieran cerca de 10.000 migrantes irregulares, como había advertido el alcalde Jorge Augusto Tobón Castro.
Calamidad pública
Jorge Augusto Tobón Castro, alcalde de Necoclí, reveló que el municipio está viviendo “la peor crisis de la historia”. Por ello se declaró calamidad pública. “Hoy no tenemos una sola habitación. No hay alimentos y las cosas se están pagando en dólares. Estamos pidiendo al Gobierno Nacional para que ponga un puesto de migración permanente y se asignen recursos para atender este problema”, expresó el mandatario.
Hasta el momento, se conoce que la autoridades locales declararían la calamidad pública ante el riesgo de contagios por covid-19.
La Defensoría del Pueblo solicitó a las entidades “del orden nacional, departamental y municipal, planes de contingencia ante posible colapso por represamiento de migrantes que transitan por la ruta del tapón del Darién, quienes llegan a Necoclí con proyección de salida hacia Panamá”.
Según la entidad, durante este año han transitado unas 33.000 personas provenientes de Haití, Cuba, Chile, Senegal y Ghana, entre otros países, mientras que la semana pasada Migración Colombia informó que más de 25.000 extranjeros, la mayoría de ellos haitianos que se dirigen a Centroamérica, han entrado a Colombia irregularmente.
Riesgos en pasos fronterizos
De acuerdo con Migración Colombia, diariamente llegan a Necoclí un poco más de 600 ciudadanos extranjeros pero estos dejan el lugar al día siguiente y continúan su tránsito hacia Centroamérica, atravesando el golfo del Urabá en barco y adentrándose por la peligrosa selva del Darién hasta llegar a Panamá.
Este fenómeno no es nuevo porque los migrantes utilizan al país como lugar de paso e incluso hay años con picos de hasta 35.000 migrantes irregulares.
Hasta 2016, la mayoría de quienes pasaban de Colombia a Panamá eran de Asia o África, pero entre ese año y 2020 aumentó el número de cubanos y disminuyó el de asiáticos. Desde 2018 predominan los haitianos, que viajan en familias completas.