viernes
8 y 2
8 y 2
El eterno debate del protagonismo del peatón y de los ciclistas versus el carro bordea las turbias aguas de la quebrada La Picacha, en el Occidente de Medellín.
Todo por un proyecto de $15.000 millones que afronta su recta final y que involucra a las comunas de Belén y Laureles, en el tramo de la canalización que va desde el centro comercial Los Molinos hasta la fase 1A de Parques del Río.
La apuesta en esta ocasión, por parte de la autoridad ambiental, fue clara: más espacio para el peatón y para las bicicletas y una reducción en la calzada vehicular.
Así lo dice Viviana Tobón, subdirectora de Movilidad del Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA), quien califica la obra como un hito en materia de movilidad activa en la región.
“La idea del proyecto es que el carro y los motorizados dejen de ser los protagonistas y los peatones y los ciclistas sean prioridad. Tuvimos que hacer la intervención con el espacio existente y eso resulta en una redistribución más equitativa”, expresó.
Cuando dice “equitativa”, la funcionaria hace referencia a que el diagnóstico que tienen es que, a pesar de que gran parte de la infraestructura está hecha para los carros y las motos, estos medios de transporte solo representan el 25 % de los viajes realizados en la región metropolitana.
En efecto, el vigente Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín (2014-2027) invirtió la pirámide de movilidad para darle prevalencia a los modos de transporte no motorizados.
Detalles de la obra
Aunque el tramo del proyecto comprende 3,6 kilómetros (entre la carrera 83 y la desembocadura de la quebrada en el río Medellín), el proyecto presenta más de 6 kilómetros de obras porque fueron intervenidas ambas calzadas.
El corredor verde atraviesa varios puntos neurálgicos del occidente de la ciudad como los cruces con las carreras 80, 78, 76 y 65 y tiene polos de desarrollo importantes cerca como Los Molinos, Unicentro, el parque de Belén, la Universidad Pontificia Bolivariana y la Universidad de Medellín.
Los trabajos se enfocaron en tres prioridades: construir nuevo espacio público peatonal (más andenes), rehabilitar donde había acera pero estaban en mal estado y construir ciclorrutas en ambas calzadas.
Aunque las obras arrancaron en febrero del 2018, y se proyectaban para diez meses, luego de quince meses el corredor verde avanza al 90% y estaría lista en julio.
“Tuvimos dificultades con la aprobación de los planes de manejo de tráfico que se nos demoraron varios meses y aunque hubo algunos retrasos, lo cierto es que es una intervención completa y muy compleja”, declaró la subdirectora del AMVA.
Más bicicletas públicas
Dado que la movilidad amigable con el medio ambiente es la beneficiada con este proyecto, el corredor verde incluirá por lo menos seis estaciones del servicio EnCicla, que presta bicicletas públicas.
Las estaciones confirmadas estarán en el corredor de La Picacha con los cruces de las carreras 78, 76, 66b, la glorieta de Bulerías, en inmediaciones de Unicentro y en el parque de Los Almendros.
Otra estación adicional se negocia con el municipio en inmediaciones de la carrera 80, en la Villa del Aburrá.
La proyección es que por lo menos 5.600 viajes diarios se realicen por ese corredor.
Quejas de la comunidad
Aunque buena parte de las ciclorrutas del proyecto ya están en funcionamiento y las molestias ocasionadas por las obras tienen los días contados, un sector de la comunidad vecina de La Picacha aún se queja del poco espacio con el que quedó la calzada vehicular y de que falta socializar más la intervención para que se eviten accidentes y sea mejor aprovechada.
Uno de los vecinos es Mateo Agudelo, estudiante universitario que reside en Alameda y quien se mueve entre la bicicleta, la moto y el vehículo particular. “El proyecto es de amores y de odios. El corredor para las bicicletas es muy bueno pero para los vehículos es algo incómodo porque si un carro se vara o hay un choque no hay espacio por dónde salir y por acá bajan los buses de Belén Santra”, reprochó.
EL COLOMBIANO realizó un recorrido por el proyecto y evidenció que algunos de los separadores nuevos, que dividen la calzada vehicular de la ciclorruta, presentan afectaciones menores ocasionadas por buses y carros.
Otra vecina, Andrea Cardona, reclama que falta pedagogía para todos los públicos porque mientras pasea su mascota por el sendero peatonal ha recibido insultos de ciclistas que comparten ese espacio en vez de usar el carril exclusivo para bicicletas.
El AMVA sabe que el cambio puede ser traumático pero confía en que la gente entienda la apuesta: caminar más y montar en cicla o sacar el carro y llenarse de paciencia.
Más periodista que comunicador social. Apasionado por la lectura, la escritura y la historia. Enfermo por los deportes e inmerso en el mundo digital.