Sentada en el suelo, con un celular prestado de baja capacidad y una conexión de internet que por ratos le regala una vecina, son las condiciones bajo las cuales recibe clases virtuales una niña de ocho años residente en Bello.
La infante se llama Davianny Fabiana Mendoza Delgado, es de nacionalidad venezolana y afirma que a pesar de las incomodidades, no quiere dejar de estudiar, pues tiene sueños muy grandes que quiere cumplir para que sus padres se sientan orgullosos de ella.
“Yo quiero ser doctora, porque me gusta sanar a las personas, también a las que tienen coronavirus”, afirma la niña, un poco tímida al hablar, pero muy segura de lo que quiere.
Su madre, Anahis Delgado, de 40 años, explica que las dificultades que vive Davianny son muchas desde que inició la educación virtual, pues con sus escasos recursos no tienen para un computador, tampoco para un celular acorde a lo que demanda la virtualidad educativa y mucho menos conexión a internet.
“El celular se lo presta una amiga de ella, el internet es porque una vecina la deja conectar a ciertas horas, pero son muchas las incomodidades para recibir las clases”, narra Anahis.
Para colmo, el celular tiene la pantalla quebrada, además de la cámara posterior dañada, y tiene muy poca capacidad para conexiones a plataformas como Zoom, por lo cual las caídas son constantes.
“Cada día hay que estar borrando todo para que pueda dar la conexión”, asegura Anahis.
Ella vive en el sector El Trapiche, zona semirrural de Bello, con su esposo y una hija de 20 años.
“Mi esposo vende jugos de naranja en la calle y gana muy poco, pero mi hija mayor está enferma, además pagamos arriendo y en estos días casi que nos hemos alimentado de algunas ayudas que nos han dado, como un vecino que nos dio un mercado”, cuenta Anahis.
Davianny cursa el grado 3° en la Institución Educativa La Primavera, de Bello, y cuenta su madre que siempre se ha destacado en sus notas.
En la cuenta de Twitter @BustamanteNata se muestra un video de las condiciones bajo las cuales la niña recibe sus clases. La pobreza salta a la vista en las imágenes.
En la casa no hay escritorio y ni siquiera una mesa para ella sentarse. En el piso debe permanecer las tres horas que dura la clase virtual todos los días (de 2:00 a 5:00 p.m.).
La niña, con timidez, pide que le ayuden con un celular o un computador para mejorar sus condiciones de estudio, pues aunque no desistirá así le toque en el piso, quiere ser la mejor estudiante para ayudarles a sus padres, que un día salieron de su país a buscar mejores condiciones de vida en Colombia.