La suma de esfuerzos de la Gobernación de Antioquia, los municipios y las Corporaciones Autónomas Regionales para quebrar la tasa del 15 % que le aporta Antioquia al total de la deforestación del país, es apenas un paño de agua tibia frente a un fenómeno que no deja de crecer y arrasar con la geografía regional y nacional.
Así lo considera el ingeniero investigador Esteban Sánchez Dávila, quien siente que, fuera de reforestar e implementar programas de restauración, se hace muy poco por contrarrestar los fenómenos que causan el problema.
Recalca que en los últimos años Antioquia ha ocupado los primeros lugares entre los departamentos con mayor tasa de deforestación del país.
Del total de área deforestada en Colombia, que es de 140,356 hectáreas, Antioquia aporta 21.032, que representan el 14.98 % del total nacional.
“Considerando que es el departamento con mayor PIB, con las CARs más organizadas y responsables, el mayor número de estudios de sus bosques, el mayor número de grupos de investigación y ong preocupadas por la conservación, estas cifras indican la incapacidad de la sociedad para cuidar sus recursos naturales y hacer frente a problemas ambientales tan críticos como la pérdida de los bosques”, argumenta.
El investigador atribuye a la expansión de tierras ganaderas el factor más importante de deforestación a nivel departamental, pero aclara que un estudio reciente sobre la deforestación en el Oriente cercano (Valle de San Nicolás) muestra que la urbanización está generando altas tasas de deforestación en las zonas protectoras de los embalses de La Fe y Guatapé, “poniendo en riesgo la seguridad hídrica de la ciudad de Medellín”, que se abastece de esta zona.
El cambio climático, con los incendios forestales de los últimos tres años, ha causado efectos nefastos en regiones como Urabá.
El contrapeso: reforestar
Para contrarrestar este desastre, la Gobernación inició la campaña “Sembremos Antioquia”, un proyecto que pretende sembrar 40.000 nuevas plantas, cifra que por su insignificancia, ha recidido duras críticas por la magnitud del problema. La titular del Medio Ambiente, Lucy Arbey Rivera, lanzó la alerta por ese segundo lugar que ocupa Antioquia en el país en la cantidad de área deforestada. Reconoce que en “Antioquia, para combatir ese daño ambiental, deberíamos sembrar 13 millones 750 mil árboles”, precisó.
Pero para la Gobernación asumir este reto sola sería imposible, por lo que convocó a todas las entidades públicas y privadas a aportar en este ejercicio de reparar el daño ambiental. Los municipios deben jugar su papel activo para enfrentar este desastre.
Los municipios incluidos son Guarne, Marinilla, Jericó, Santa Bárbara, Belmira, El Bagre, Mutatá (resguardo indígena Mungodó); Arboletes, Sopetrán y Puerto Triunfo.
La idea es conseguir aliados estratégicos para una tarea interinstitucional, con el Tecnológico de Antioquia, las administraciones e instituciones educativas de los municipios participantes del proyecto; además de las corporaciones Corantioquia, Corpourabá, Cornare, y otras organizaciones comunitarias.
Paño de agua tibia
Para Sánchez Dávila, “40.000 árboles equivalen a 40 hectáreas reforestadas; esto no es nada frente a las 25.000 hectáreas que se pierden anualmente de bosque natural en Antioquia”, dice.
Luz Adriana Molina, subdirectora de Ecosistemas de Corantioquia, aclara que esta relación de número de árboles por hectárea no es tan milimétrica, dado que hay reforestación activa y pasiva.
La activa se da cuando hay planificación de siembra, con intereses comerciales, que siembra a tres metros por individuo. La pasiva -dice- está asociada a la compra de predios para cercarlos y evitar que entren la ganadería y otras actividades, y además se ayuda con siembras de individuos que ayuden a que otros individuos puedan crecer.
Corantioquia, según el Ideam, “concentra cerca del 11 % del total de la deforestación del país y para 2014 aumentó la superficie deforestada en 48 % respecto de 2013”, precisa el Ideam.
En los últimos cuatro años, esta corporación aportó la siembra y donación de 956 mil árboles para la sostenibilidad del territorio. Entre 2012 y 2015 se reforestaron 905 hectáreas, gracias a la siembra de 746.905 árboles de 128 especies diferentes.
Y tiene proyectado la siembra de otras 100 hectáreas por año, para un total de 400 hectáreas más en los próximos cuatro años, como meta mínima, aclara la señora Molina.
Lo proyectado es seguir con los planes de reforestación especialmente en las cuencas abastecedoras del recurso hídrico, en las declaradas áreas protegidas, con la recuperación de suelos degradados y el desarrollo de prácticas combinadas agroforestales y agrosilvopastoriles, “para mejorar la actividad productiva y la cobertura forestal en el territorio”, detalla. La inversión proyectada es de $500 millones por año.
Más esfuerzos
Actualmente, hay 90.000 hectáreas a de bosques plantados en Antioquia, pero anualmente se deforestan 25.000 ha, lo que hace ver casi nula la acción de control.
Los municipios que concentran el mayor porcentaje de deforestación en Antioquia son El Bagre, Remedios y Segovia, que están en la lista del los primeros doce a nivel nacional. Remedios tiene 2.110 ha y el 1,50 % nacional, con una deforestación acumulada de 39,81 %; El Bagre, 1.878 y el 1,34 % nacional, con un acumulado de 41,15 %; y Segovia 1.859 y el 1,32 %, con un acumulado de 42,48 %.
A la hora de establecer los factores que inciden en la deforestación, Antioquia es víctima de todos los elementos aportantes a este drama: la minería ilegal (muy fuerte en el Nordeste), la conversión a áreas agropecuarias, la tala ilegal, los incendios forestales y la deforestación asociada a cultivos ilícitos.
El director del Departamento Nacional de Planeación (DNP), Simón Gaviria Muñoz, reveló que el 58 % de la deforestación en Colombia se produjo en municipios en conflicto: “En los últimos 25 años en Colombia se han deforestado 5 millones de hectáreas, de las cuales 3 millones están en municipios de conflicto armado”, manifestó Gaviria.
En Antioquia, la localidad más afectada por este fenómeno es Remedios, junto San Vicente del Caguán (Caquetá) y La Uribe, La Macarena y Mesetas, Meta. En ellos, según Planeación, hay más de 3 hectáreas deforestadas por cada hectárea de coca sembrada.
Vanessa Paredes, directora de Corpourabá, que cubre municipios del Occidente, el Atrato y el Eje Bananero, afirma que “el cambio de usos del suelo para expansión agrícola y en las zonas determinadas en los POT como de conservación y de protección, además de la alta ilegalidad con el manejo de los productos forestales”, han incrementado el área deforestada en la región.
El contrapeso lo hace con programas como el BanCo2 -adaptado de Cornare-, con la siembra de 424 hectáreas para beneficio de 77 familias.
En Turbo y Necoclí se trabaja el proyecto piloto de identificación de árboles semilleros, con 108 hectáreas entre ambas poblaciones y para este año se tiene una meta inicial de reforestar 400 ha, abarcando un total de 898.
El problema es que reforestar no soluciona el problema. La prioridad debe ser la protección y conservación del bosque nativo, recalca el investigador Esteban Sánchez Dávila.
80 %
total del carbono almacenado en la vegetación terrestre está en los bosques tropicales.