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No se ha terminado de ajustar el rediseño de la operación Agamenón, esta estrategia que busca dar con alias Otoniel, máximo cabecilla del Clan del Golfo, y aún sin entrar en total funcionamiento Agamenón II, cuando ya presentó un importante resultado contra esa estructura ilegal.
Ayer a las 12:20 del mediodía, en la vereda Buenvista, del municipio de Riosucio, Chocó, la Fuerza Pública abatió a Nelson Darío Hurtado Simanca, alias Marihuano, segundo cabecilla de esa estructura ilegal.
El presidente Iván Duque, y el nuevo director de la Policía, general Jorge Vargas, confirmaron que tras un seguimiento de tres meses y con información entregada por exintegrantes del Clan del Golfo, lograron dar con la mano derecha de alias Otoniel.
“Varios miembros del Clan del Golfo prestaron importante colaboración para dar con la ubicación exacta, después de esto, se infiltraron Ejército y Policía”, aseveró el general Vargas en la tarde de ayer.
Y es que volver a concentrar los esfuerzos en la captura de los máximos jefes del Clan del Golfo es el propósito del rediseño que hará el Gobierno a la campaña militar y policial Agamenón II.
Esta operación continuada, que comenzó hace seis años (2 de febrero de 2015) en cabeza de la Policía, y que luego sumó a las Fuerzas Militares, ha generado 4.062 capturas (3.224 del clan y 838 de otros grupos) y la muerte de 147 delincuentes; la incautación de 403 toneladas de cocaína y 1.188 armas; el decomiso de $31.479’993.117, el embargo de 2.194 bienes avaluados en $973.668’850.000 y la destrucción de 125 laboratorios de droga.
A pesar de este esfuerzo, el clan sigue siendo la organización narcotraficante más poderosa del país, con redes en 20 departamentos, en Panamá, España y Venezuela.
Tras el relevo en la cúpula de la Policía, el general Vargas contó en entrevista a EL COLOMBIANO que, durante su jefatura, Agamenón será fortalecida con investigación judicial y agentes de Inteligencia, y que el principal objetivo será derrumbar el llamado “estado mayor”, es decir, la cúpula de la estructura, comandada por “Otoniel”, “Chiquito Malo”, “Siopas” y “Gonzalito” (ver los recuadros).
Como primer responsable de coordinar la operación estará el general Fernando Murillo, director de la Dijín, quien señaló que el rediseño “consiste en fortalecer lo que en algún momento era la operación Agamenón, unos años atrás, cuando se tenía una articulación con las FF.MM. y agencias y gobiernos extranjeros, en pro de neutralizar o capturar a ‘Otoniel’. Para ello se han incrementado las capacidades de inteligencia, Policía Judicial, fortalecimiento de tecnologías para dar con su ubicación y el pago de información a fuentes humanas”.
Para profundizar en la renovación de Agamenón II, consultamos a otros oficiales e investigadores involucrados en el proyecto, quienes contaron que en los últimos dos años se le había dado otro enfoque, no basado en la persecución de los blancos estratégicos, sino en atacar las redes financieras, logísticas y sicariales de la estructura, tratando de limitar su expansión.
A pesar de esto, el incremento de cultivos ilícitos y la capacidad de producción de cocaína terminó fortaleciendo el negocio transnacional y local del narcotráfico y, en consecuencia, al clan.
La propuesta del 2021 es poner de nuevo, como misión específica, los blancos de alto valor. “Uno de los objetivos es dar captura o neutralizar al principal cabecilla de esta organización, como también a los integrantes del estado mayor, y disminuir sus capacidades en el territorio, dijo el general Murillo.
Tender el cerco a esos líderes que llevan más de 20 años delinquiendo no es cosa fácil, por lo que la estrategia contempla una intervención sobre áreas críticas. Según los investigadores, en la práctica habrá que dominar territorial y tecnológicamente el Nudo del Paramillo, para bloquear los corredores de movilidad de la banda hacia Córdoba, el Bajo Cauca, Urabá y Chocó.
De igual manera, frenar el proceso de expansión del clan hacia el Catatumbo, en Norte de Santander, un enclave estratégico para obtener recursos del narcotráfico y el contrabando, con conexiones a Venezuela y el Caribe.
El cartel ingresó al Catatumbo en 2016 y allí creó el frente Fidel Barba Galarcio, como su punta de lanza. Esa subestructura recibe apoyo militar y financiero del frente Carlos Vásquez (Urabá), pues para consolidarse ha protagonizado guerras contra la Fuerza Pública y contra “los Rastrojos”, Eln, “los Pelusos” y disidencias de las Farc.
Fuentes de Inteligencia revelaron que, al parecer, “Otoniel” le compró una franquicia a “los Rastrojos” en ese departamento, que incluye cerca de 300 hombres, para crear otro frente llamado Luis Orlando Padierna.
La misma transacción ya la había hecho en los Llanos Orientales en 2016, comprando la franquicia a la banda “Libertadores del Vichada”.
Agamenón II también tratará de entorpecer sus rutas de narcotráfico a Europa; y en Urabá evitar que sigan contaminando con droga los barcos que salen del puerto.
El asesor de seguridad, Erich Saumeth, dijo que la operación Agamenón ha tenido logros importantes, como golpear al clan en varias de sus redes y a su “estado mayor” en épocas pasadas; sin embargo, “el principal objetivo, que es la destrucción de ese grupo, no se ha logrado”.
Para el experto, independiente del esfuerzo de la Fuerza Pública, se requiere una política de seguridad efectiva, la cual, a su juicio, no se ha cumplido, “porque seguimos siendo el principal exportador de cocaína”, con fenómenos de violencia generados por narcotraficantes, lo que provoca “que la percepción de la ciudadanía frente a la seguridad y convivencia sea negativa”.
Recordó Saumeth que, pese a tantas capturas, el clan sigue agrupando cerca de 4.000 integrantes y asociados, sin contar el daño que hacen otras facciones como el Eln y las disidencias de las Farc. “En su estrategia de diversificar fuentes de ingresos y frente a operaciones como Agamenón y la presión de EE.UU con la DEA, estas organizaciones han colonizado el mercado interno, por eso el microtráfico de drogas es tan fuente y extendido en Colombia, lo que genera un grave problema de seguridad”.
El columnista de opinión y docente de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, Alejo Vargas, expresó que “la Fuerza Pública debe revisar si los objetivos con los que se creó Agamenón siguen siendo pertinentes o si hay que modificarlos”.
Añadió que, “si bien los golpes a los máximos cabecillas tienen un efecto simbólico importante en la opinión pública y la propia organización ilegal, estos grupos tienen altas capacidades de relevo y se vuelven a recomponer”.
Es por eso que derrotar al clan implicará “una acción integral del Estado, no solo policial y militar, en esas regiones afectadas, donde las personas, sin más posibilidades de empleo, son fácilmente reclutadas. Actuar solo con la Fuerza Pública implica que será un problema de nunca acabar”.
Sobre “Otoniel”, lo último que supieron los agentes de Agamenón II es que sufre por una hernia discal, que le impide caminar bien, por lo que se moviliza en canoas y bestias. ¿Será que este año termina la persecución?