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Si hay un sitio de Medellín en el que las autoridades y ciudadanos se puedan sentir orgullosos por la reducción de homicidios, es la comuna 14. Desde noviembre 15 de 2019 han pasado 249 noches y 5.976 horas sin que maten a alguien en El Poblado.
Según datos de 2020 del Sistema de Información para la Seguridad y Convivencia (Sisc), la 14 es la única comuna que no ha padecido por la acción de los asesinos en el área urbana (el año pasado a la fecha iban seis casos), un sitial que comparte con el corregimiento San Sebastián de Palmitas en la esfera rural.
Por sus buenos resultados este año también se destacan La América, Guayabal, Santa Elena y San Antonio de Prado, con tres homicidios cada una (ver el gráfico). La realidad contraria se sufre en La Candelaria (32) y Castilla (26).
La respuesta a por qué los homicidas no han tocado a las puertas de El Poblado, está en tres fenómenos: la tendencia a la reducción generalizada de asesinatos que viene del año pasado, apalancada por los organismos de seguridad; los efectos de la pandemia de covid-19; y el enfriamiento de conflictos entre las estructuras de crimen organizado, que suelen ser las responsables de por lo menos 70 % de los asesinatos en el Valle de Aburrá.
En el segundo semestre de 2019 se quebró una tendencia al alza en el índice de homicidios de la ciudad. La buena racha se sostuvo y abril, con 21 casos, quedó en la historia como el mes con menos asesinatos en cuatro décadas.
Ayer hubo un consejo de seguridad y el alcalde Daniel Quintero destacó que en 2020 (al cierre de edición) van 209 de estos crímenes, 167 menos (-44 %) que en idéntico lapso de 2019, cuando iban 376. Hoy se registran 77 días no consecutivos sin homicidios.
“Gracias al uso de información, tenemos una estrategia que nos permite que cada vez que haya un homicidio en alguno de los barrios, se activa todo un esquema para capturar a ese homicida”, acotó.
Luis Guillermo Orjuela, presidente de la corporación Zona Rosa, que agrupa a 150 afiliados del sector comercial y hotelero de El Poblado, opinó que “la Alcaldía y la Policía han hecho un trabajo serio en el control a la delincuencia y los robos, sobre todo en las zonas más comerciales, como Manila, Provenza, Astorga, La 10 y el Lleras, eso se vio reflejado en los resultados de enero a marzo, antes de que empezara la cuarentena”.
La labor de las autoridades ha sido importante, aunque hay otras fuerzas que también incidieron en esta situación. Tal cual ha reportado EL COLOMBIANO en informes anteriores, varios peces gordos de la mafia encarcelados hicieron un pacto de no agresión a mediados del año pasado, para no perder más dinero en peleas y no exponerse a capturas e incautaciones por parte de la ley.
Eso mitigó los conflictos que había entre bandas delincuenciales, que tenían al rojo vivo a las comunidades de Altavista, Belén, Robledo y San Javier. Esto derivó en menos asesinatos, impactando las estadísticas oficiales.
Fuentes de Inteligencia contaron que en ese pacto de ilegales no estuvieron todos los representantes de Bello y Castilla, lo que explicaría en parte por qué en esos lugares no ha cesado la violencia.
Estos factores influyeron en la seguridad en El Poblado. El coronavirus y la cuarentena hicieron el resto, al provocar el confinamiento social.
“Muchos de los homicidios que se generan aquí son provocados por personas que vienen de otras comunas y se involucran en problemas, discusiones en discotecas o casos de prostitución. Al estar cerrados todos estos sitios de entretenimiento, y haberse reducido la afluencia de visitantes, las disputas se frenaron”, explicó Consuelo Gómez, líder comunitaria de El Poblado.
Agregó que otra causa de asesinatos eran los atracos a mano armada a los ocupantes de carros y motos; como el tráfico vehicular se disipó, pasó lo mismo con esta modalidad delictiva.
Fuentes judiciales indicaron que en El Poblado se venían presentando homicidios relacionados con el tráfico minorista de droga, dirigido a los turistas y clientes de establecimientos nocturnos. El encierro obligatorio y las restricciones al comercio alejaron a los adictos, lo que desactivó las ventas callejeras de estupefacientes y sus disputas.
En cuanto a las muertes por violencia intrafamiliar, Gómez aclaró que “muchas familias se fueron para sus fincas”, así que, en caso de que ocurran incidentes, no cuentan para la comuna.
El coronel Iván Santamaría, comandante Operativo de la Policía Metropolitana, hizo énfasis en que no se pueden atribuir al encierro todos los resultados en El Poblado, pues la reducción de homicidios y hurtos ya venían desde finales de 2019, cuando el virus ni siquiera había sido detectado.
Indicó que sus unidades tienen dispositivos especiales desplegados, con patrullas de reacción y vigilancia permanente, lo que ocasionó, por ejemplo, que este año se incautaran 17 armas en esa comuna, tres más que en 2019.
Si bien El Poblado va ganando el año en prevención del homicidio, Gómez considera que hay una tarea pendiente: “el ataque a la prostitución y la explotación sexual infantil que se da en hostales y hoteles, en especial de los barrios Manila y Astorga”.
Añadió que es importante el control y vigilancia de los mendigos. “Hace poco, un habitante de calle le arrojó un ladrillo a un transeúnte en Astorga; si no se agacha, lo mata. Al parecer fue porque no le dio plata”, afirmó.
Orjuela señaló que aunque la cuarentena ha sido una calamidad en muchos aspectos, en materia de seguridad es también una oportunidad. “Hacemos un pedido a las autoridades, para que cuando todo vuelva a la normalidad, sea la institucionalidad la que ocupe los espacios y sigamos con estas cifras de delitos a la baja”.
Al respecto, el secretario de Seguridad, José Acevedo, dijo que “apenas abran las discotecas, bares y esta serie de sitios, vamos a trabajar con ellos, esperando generar más cultura frente al comportamiento de las personas, y que no se produzcan situaciones que lamentar. Esas proyecciones ya las estamos haciendo con la Fuerza Pública y las iremos trabajando en la medida en que los sectores económicos tengan su apertura”.