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Hasta la semana pasada, don Raúl Hernández Restrepo negociaba acciones de la Bolsa de Valores de Colombia desde la comodidad de su hogar, en el barrio Conquistadores de Medellín.
Aunque gozaba de buena salud y semblante, la muerte lo sorprendió a los 78 años con un derrame cerebral. Muy dolidos con su partida, sus familiares y amigos están tranquilos porque no sufrió.
De su primer matrimonio con doña Anita Ramírez, tuvo tres hijos, María Teresa, Juan Raúl y Pablo. Luego contrajo nupcias con doña Estela Arango; con ella no tuvo hijos, pero acogió a Rafael y a María Clara, hijos de doña Estela, como si fueran suyos.
“Mi papá era muy estricto y disciplinado; nos exigió mucho durante nuestra formación académica. Para él, era muy importante que fuéramos buenos estudiantes y ciudadanos, personas correctas; buscaba que nuestros pensamientos fueran coherentes con nuestro actuar”, comentó su hijo Juan Raúl. “Aunque era más reservado que cariñoso, daba los mejores consejos”, dijo.
Cuenta Juan Raúl que cuando su papá era joven, le gustaba practicar el tiro al blanco con unas carabinas muy lindas que tenía; pero no le hacía a la cacería porque respetaba mucho la naturaleza. Sin embargo, fue el único de los hermanos Hernández que no era ‘finquero’, nunca tuvo ese gusto por lo rural o campestre, era muy citadino.
“Era fiestero, le gustaba tomarse sus aguardienticos escuchando tangos, en compañía de sus amigos. Siempre fue hincha del Medellín, nunca lo pude cambiar (risas); pero bueno, él quería mucho a su equipo y era de esos hinchas de estadio pegado al radio”, recuerda con nostalgia Juan Raúl.
Don Raúl Hernández hablaba muy bien de los periódicos, los quería mucho. Siempre mantenía en casa las ediciones de EL COLOMBIANO y LA REPÚBLICA. En los últimos años, con la transformación de LA REPÚBLICA, decía que este diario era una guía indispensable para entender la realidad económica del país.