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Dos días más podría tardar la reparación de la torre de energía derribada por las Farc que mantiene sin electricidad a Buenaventura, donde la población ya se siente afectada por el desabastecimiento de alimentos que necesitan refrigeración y filas para conseguir combustibles.
Las Fuerzas Militares inspeccionan la zona rural donde los guerrilleros del frente 30 cometieron el atentado que fue repudiado por la población civil, pero antes de permitir el ingreso de los técnicos deben verificar la presencia de explosivos cerca a la estructura caída. Las condiciones climáticas del terreno y el clima también han impedido avanzar más en el terreno.
El comandante de la Fuerza Naval del Pacífico, contraalmirante Ernesto Durán, informó que “hay patrullas en la zona, el río está crecido y es difícil, además, cuando se trabaja con explosivos hay que tener mucho cuidado para no causar una tragedia más grave a la que ya se está viviendo por la falta de energía en la ciudad”.
El oficial agregó que este ataque no fue contra las Fuerzas Militares, sino contra la población civil. “Es un atentado terrorista claramente hablando, porque se afectan los hospitales, las comunidades, el transporte, todo. Es un atentado contra la vida, la seguridad y el bienestar de las comunidades que se beneficiaban con esa línea de energía”.
En el aeropuerto de Buenaventura está lista la torre de emergencia y “son 50 técnicos que ya están listos, con más de 3 toneladas de equipos que esperan ser transportados en un helicóptero de carga”, explicó el gerente encargado de la empresa de energía de Buenaventura, Jhon Edward Quiñones.
En las estaciones de gasolina hay congestiones por las cientos de personas que intentan conseguirla para abastecer las plantas eléctricas. “En la oficina ya hemos comprado como 50.000 pesos hoy en gasolina para poder encender los equipos”, aseguró a la prensa local el habitante Giovany Sepúlveda.
Incluso, varias personas reportan daños por los bajones de energía por el uso de esas plantas. “Ya se nos han dañado los aires acondicionados y algunos computadores y pues eso nos perjudica mucho”, explicó Javier Mendoza, trabajador de un restaurante.