El asesinato de Miguel Uribe Turbay, senador y precandidato presidencial del Centro Democrático, marcó un antes y un después en la contienda política del país. El atentado, ocurrido el 7 de junio en pleno mitin en el occidente de Bogotá, revivió los fantasmas de la violencia electoral que Colombia creía superados y dejó en evidencia cómo el crimen organizado logró infiltrarse en el corazón del debate democrático.
Siete años de privación de libertad en un centro de atención especializada deberá cumplir el adolescente que disparó contra Uribe. Así quedó confirmado en un fallo de segunda instancia emitido por el Tribunal Superior de Bogotá.
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Según la investigación de la Fiscalía, el adolescente fue reclutado y convencido para ejecutar el ataque por Elder José Arteaga Hernández, alias El Costeño, quien le entregó una pistola Glock 9 mm momentos antes del atentado.
El joven, siguiendo las instrucciones de la organización, se acercó al lugar donde el senador hablaba con sus seguidores en el barrio Modelia, en la localidad de Fontibón, y le disparó tres veces. Uribe fue trasladado de urgencia a la Fundación Santa Fe, donde permaneció dos meses antes de fallecer, el 11 de agosto.