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Los 145 días del primer presidente de izquierda que llegó a la Casa de Nariño

Gustavo Petro confía en pocas personas, tiene un círculo íntimo reducido y no suelta su Twitter. Busca controlar todos los movimientos de su Gobierno. ¿Habrá petrismo, o Petro, después del 2026?

  • Gustavo Petro se posesionó como Presidente de Colombia el 7 de agosto de 2022. FOTO: Colprensa
    Gustavo Petro se posesionó como Presidente de Colombia el 7 de agosto de 2022. FOTO: Colprensa
  • Álvaro Uribe VélezExpresidente
    Álvaro Uribe Vélez
    Expresidente
  • Roy BarrerasCongresista
    Roy Barreras
    Congresista
  • Maria Fernanda CabalCongresista
    Maria Fernanda Cabal
    Congresista
  • Diego Mesa PuyoExministro de Minas
    Diego Mesa Puyo
    Exministro de Minas
30 de diciembre de 2022
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“Nosotros no podemos fallar (...) Todas las lupas de todo lo que ustedes se imaginen, nacionales e internacionales, están sobre nosotros, sobre nuestras vidas, incluso personales y familiares”.

Estas palabras las pronunció Gustavo Petro cuando apenas llevaba poco más de una hora de haberse convertido en el primer presidente de Colombia con origen en la izquierda y que militó –hasta la desmovilización del M-19– en una guerrilla. Y lo dijo en su primera declaración pública desde la Casa de Nariño cuando posesionaba parte de su gabinete.

No habría más de 20 personas en el salón desde el que habló y, junto a él –entre su círculo íntimo–, estarían si acaso otras dos o tres. Desde ese momento, posterior a la simbólica ceremonia en la Plaza de Bolívar en la que hasta la espada de “El Libertador” tuvo su propio capítulo, han pasado 145 días exactos y la escena de un Jefe de Estado reacio a abrirse parece no haber cambiado.

Tal vez no se abra para no “fallar” o por la idea de querer hacer las cosas que considera están bien sin que la corrupción lo permee; lo cierto es que en estos 4 meses y 23 días en el poder Petro ha tenido un estilo casi que solitario, vigilante de quienes están a su lado para que los errores que generalmente cometen algunos de los suyos en desmedidas declaraciones públicas no terminen convirtiéndose en ejecutorías erradas que le den la razón a sus opositores, quienes desde el día uno ya lo califican como el “peor gobierno de la historia”. Así lo han llamado desde Miguel Uribe hasta María Fernanda Cabal, lo que contrasta con la neutralidad política de su líder, el expresidente Álvaro Uribe, quien ha pedido un tiempo de gracia para juzgarlo.

Pero hay cosas que no cambian. Ese líder solitario, que deja en manos de Laura Sarabia el manejo de su agenda, en los oídos de Augusto Rodríguez sus preocupaciones, en la guía de José Antonio Ocampo los consejos que muy escasamente pide y en las palabras de guía política que a veces le da Alfonso Prada, se afianza a medida que avanza su mandato.

Solo un ejemplo sencillo, directo, diciente: nadie, solo él, maneja la cuenta de Twitter que se convirtió en su tribuna, la misma que J. P. Morgan –el banco más prestigioso de Estados Unidos– criticó por volverse el germen de la inédita disparada que sufrió el dólar hace menos de dos meses.

Él mismo se ha quejado públicamente de una especie de mordaza tuitera que, según ha dicho, le quieren poner para evitar que sus trinos desaten polémicas innecesarias. Pero eso que Petro califica extraoficialmente de atadura digital se llama responsabilidad de gobernante y se debe aplicar cuando se está comandando a un Estado. Ya no es candidato o senador de oposición.

Y aunque la impuntualidad se la han cobrado duro, y las plantadas a estamentos claves como las Fuerzas Armadas y las altas cortes con mucha más fuerza, procura comenzar su día desde las 7 a.m. con agenda privada. Los lunes la hace con reuniones de seguimiento a las metas de su gabinete, y a partir de los martes siempre busca que sus compromisos sean en territorio y fuera de Bogotá.

En una entrevista reciente con Semana confesó que eso lo cansa, lo agota, pero que es lo que le gusta. Y debe serlo, porque si bien mantiene una imagen favorable por encima del 50 por ciento, sus choques por temas de salud, pensionales, económicos, políticos y laborales con las instituciones tradicionales pueden pasarle una cuenta de cobro que él –siendo Alcalde de Bogotá– aprendió a sortear rodeándose de masas; incluso, de las digitales que personajes como Gustavo Bolívar o Sebastián Guanumen le manejan bien y a su favor.

A veces, según le contaron algunas fuentes a EL COLOMBIANO, el consejo se lo pide al español Antoni Gutiérrez-Rubí, el estratega que le ayudó a desradicalizar su discurso en campaña y por cuenta de quien todo el tiempo intenta mostrarse cercano a la gente y lejano a los estamentos tradicionales de poder. Por eso, dice que prefiere el calor del pueblo que las frías paredes de la Casa de Nariño en Bogotá. ¿Populismo o popular?

En ese contexto, algunas voces hablan de que esa cercanía con las “clases tradicionales” las tiene la Primera Dama, Verónica Alcocer, una mujer de temperamento y proveniente de una familia acomodada de la Costa. Ella sabe lo clave que son las relaciones públicas para sostenter el poder.

Eso sí, el tono calmado de Petro siempre está pese a las adversidades. No lo pierde. En el despelote de los primeros días, que lo obligaron a convocar dos veces a todo su gabinete a la hacienda Hato Grande para ajustar tuercas, nunca sonó altanero. Corrigió, llamó al orden, así como lo hizo la última semana del 2022 para que su director de Colpensiones, el sindicalista Jaime Dussán, no desatara pánico por su frase de usar el ahorro pensional en obras públicas. Pero nunca se alteró.

“No es una persona que se exalte”, resumió Mauricio Lizcano, director del Departamento Administrativo de la Presidencia y converso al petrismo en la reciente campaña. “Este es un gobierno que necesita ensamblarse y eso quita mucho tiempo. Por eso, él no está dedicado a atender personas que no estén directamente relacionadas con las metas que se está proponiendo”, complementó.

Tal vez por eso algunas voces hablan de un “Llanero Solitario” que persigue objetivos, pero que para la oposición es solo alguien que se aísla a un círculo que le afiance lo que cree sin importar lo que pase. Casi que un delirio de persecución que lo caracterizó en su época de congresista cuando sus denuncias por la parapolítica, particularmente fuertes entre 2004 y 2009, lo convirtieron en el hombre más amenazado del país. Claro que eso lo capitalizó y en parte los catapultó para ser hoy el Presidente.

En todo caso Petro quiere hacer un gobierno de 4 años, pero a largo plazo, que le dé la posibilidad de dejar un sucesor en Casa de Nariño y para ello es clave que en las regionales del 2023 sus aliados queden en las principales alcaldías. La campaña ya comenzó, él inició el juego y sus fichas están buscando los votos. La izquierda usando el poder como lo hizo la derecha para evitar perderlo, fórmula que el país ya conoce.

Y de ahí es clave el mensaje que mandó ese mismo 7 de agosto cuando posesionó la primera parte de su gabinete: “El tiempo es un bien escaso y, como bien escaso, tiene un alto precio. Nosotros tenemos poco tiempo, cada segundo se nos va agotando la existencia política, luego tenemos que aprovechar con intensidad y al máximo el tiempo”.

El presidente del Senado, Roy Barreras –quien conoce bien el valor (¿burocrático?) del tiempo, le dijo en su momento a EL COLOMBIANO que el plan de gobierno es de por lo menos 12 años. ¿Habrá Petro y petrismo para tanto?

OTROS QUE PISARON FUERTE

Uribe cambió su discurso

<b>Álvaro Uribe Vélez<br /></b>Expresidente
Álvaro Uribe Vélez
Expresidente

Un giro de 180 grados dio el expresidente Álvaro Uribe Vélez en su posición frente al gobierno de izquierda que por primera vez se sentó en la Casa de Nariño. El político más popular en la historia de Colombia moderó sus posiciones frente al gobierno y la presidencia de Gustavo Petro y hasta accedió a reunirse con el mandatario de los colombianos para hallar consensos en puntos en común. Por primera vez en su vida política, Uribe y sus seguidores tuvieron una sonada derrota en las urnas, espacio que quieren recobrar en 2023 con elecciones regionales.

Roy Barreras tuvo un año de altibajos

<b>Roy Barreras<br /></b>Congresista
Roy Barreras
Congresista

El 2022 fue, en el papel, un año en el que el congresista Roy Barreras tuvo sus aciertos y puntos no tan favorables en su vida política y personal. En lo político, la vida le sonrió y de la mano del presidente Gustavo Petro se afianzó en el Congreso luego de ser votado para el Senado. Barreras le hizo campaña a Petro para la presidencia, y a cambio, recibió el apoyo que lo catapultó a la presidencia de la corporación. En lo personal, Barreras anunció su retiro y el padecimiento de un cáncer de colón el cual ya está siendo atacado con tratamiento médico.

La nueva carta fuerte del Uribismo

<b>Maria Fernanda Cabal<br /></b>Congresista
Maria Fernanda Cabal
Congresista

“¿Un sueño para el 2026?”. Las redes sociales se han inundado con este mensaje y una foto de la congresista María Fernanda Cabal. A lo que hace referencia es que buscarán que Cabal se lance a la presidencia de la República, todo con la bendición del expresidente Álvaro Uribe Vélez y el beneplácito del Centro Democrático. Las posiciones radicales de Cabal frente al actual gobierno, e incluso frente al anterior, le han abierto un espacio entre uribistas más puritas que quieren volver a poner presidente en la Casa de Nariño.

El paisa que lideró un cambio energético

<b>Diego Mesa Puyo<br /></b>Exministro de Minas
Diego Mesa Puyo
Exministro de Minas

En el 2020, 11 años después de conocer al expresidente Iván Duque en un apartamento en Estados Unidos, al antioqueño Diego Mesa le cumplieron una promesa: Duque, presidente de Colombia en ese año, lo llamó para que fuera su ministro de Energía. Mesa tuvo como misión liderar la creación de estrategias para la transformación energética del país. Esto incluiría la ejecución de la primera subasta de energías renovables no convencionales. Este paisa estudió economía en la Universidad de Concordia, en Canadá, y luego su maestría, también en economía, en la Universidad McGill.

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