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¿Por qué agreden a indígenas en el país?

Oponerse a los grupos armados, habitar en sitios remotos, falta de educación y oportunidades los hace vulnerables.

  • ¿Por qué agreden a indígenas en el país?
Indígenas luchan y reclaman su lugar en el país
03 de julio de 2020
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El reclamo ancestral hecho por las comunidades indígenas de Colombia en el que claman por una vida digna, por el respeto a la naturaleza, por su cultura, por ese pedazo de tierra que ocupan desde antes de la llegada de los españoles, ha pasado de generación en generación por más de 500 años y los ha llevado a ponerlos en la mira de los violentos; pero también los ha vuelto vulnerables.

Defender ese territorio llevó a que entre 1990 y el 30 de abril de 2020, fueras asesinados 17.042 comuneros en el marco del conflicto armado, según registros de la Unidad para las Víctimas.

En ese mismo periodo fueron desplazados forzosamente 359.570, otros 728 secuestrados, 382 torturados, 1.570 violentados sexualmente (tal y como ocurrió hace una semana con una niña de 13 años, violada por siete soldados en Risaralda); 26.848 amenazados, 508 afectados por minas antipersonal y 478 niños indígenas reclutados por los grupos armados ilegales.

Las consecuencias de estos actos los ha llevado a confrontar los actores de la guerra por años de vejámenes, por los éxodos, las agresiones y los insultos. “A nosotros no nos han querido reconocer que nos están exterminando. Siempre hemos estado en medio de los tiros de un lado y del otro, y caen nuestros. Es un escándalo por unos días y luego somos invisibles otra vez”, relata Breiner Colcué, líder nasa que ha sobrevivido a los embates de la guerra en Toribío, Cauca.

¿Por qué los matan?

El pasado 9 de junio, el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz, publicó un informe en el que registra que desde 2016 a junio 8 de 2020, fueron asesinados 269 líderes indígenas; de estos, 242 ocurrieron después de la firma del Acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc. En estos primeros seis meses, 47 murieron de manera violenta, 14 de ellos durante la pandemia.

Dice Indepaz que la muerte se ha enquistado en los territorios ancestrales porque los indígenas “han afirmado su autonomía y decisión de permanecer en sus espacios como condición para garantizar su supervivencia. En este sentido, las comunidades han rechazado todas las manifestaciones del conflicto armado y han asumido una posición de resistencia pacífica”.

Esa misma resistencia es para Álvaro Villarraga, director de la fundación Cultura Democrática, lo que les ha puesto una lápida en el cuello. Dice Villarraga que no es que quieran acumular tierras por acumular, como lo han expresado funcionarios en varias ocasiones, es que ellos conviven en armonía con la naturaleza y juran su protección contra el extractivismo y la utilización de estos territorios en economías ilegales.

“Las dinámicas de enfrentamiento entre Estado y guerrilla fueron por 50 años rurales, y se fueron desplazando hacia zonas de alta montaña, selváticas y de frontera. Con los operativos de la Fuerza Pública y el repliegue de las guerrillas, los territorios indígenas fueron invadidos y convertidos en teatros de guerra”, explica Villarraga.

Esa confrontación ha sido derivada, en parte, por las economías ilegales que han invadido las tierras ancestrales. Guerrillas, paramilitares y narcotraficantes se han adentrado cada vez más en esas áreas, encontrando la resistencia de estas comunidades, como explica el analista del conflicto armado, Juan Carlos Ortega.

“Estas estructuras ilegales se han adentrado para evitar los operativos militares, pero como se encuentran con las comunidades que se oponen pacíficamente, los amedrentan con el fusil”, dice Ortega.

Añade Villarraga que los gobiernos tienen gran culpa en la vulnerabilidad indígena porque aprueban licencias a las multinacionales, invadiendo sus territorios (Ver Para saber más). Estos llegan con enfermedades, vicios, costumbres diferentes y atropellan sus culturas. “Petroleras y multinacionales están cimentadas sobre sangre indígena, sobre culturas perdidas, sobre comunidades extinguidas”, sentencia Villarraga.

Las otras causas

Luis Fernando Arias, consejero mayor de la Organización Indígena de Colombia, Onic, considera que aparte del conflicto armado que los aqueja, hay otras situaciones que hacen vulnerables a las comunidades indígenas y que permiten que pasen las agresiones.

Entre los factores destacados por Arias están la dispersión de las comunidades, otras viven en zonas muy remotas, lo que dificulta el acceso a educación y salud; además, la poca formación, lo que, dice el consejero mayor, los excluye en aspectos sociopolíticos, sociológicos.

“Esto también tiene que ver con la doctrina militar de antaño que se les ha venido impartiendo a las Fuerzas Militares: que miren a los indígenas como guerrilleros, como narcotraficantes. Nos miran como enemigos, y de alguna manera, mientras exista esa doctrina militar, vamos a ser objeto de este tipo de violaciones”, destaca Arias, y añade que muchas no son denunciadas por el miedo impuesto por las acciones violentas de todos los grupos armados.

El consejero mayor señala además que la desigualdad de las comunidades indígenas frente al cubrimiento de necesidades básicas en relación a las que tienen acceso la mayoría de los colombianos (ver infografía) evidencia una profunda discriminación social arraigada en la sociedad, pero la discriminación y los ataques podrían cambiar si se empieza educar a los colombianos en el respeto.

El respeto es la solución

La falta de respeto con los indígenas se ha evidenciado, incluso, al momento de tramitarles una cédula de ciudadanía. En La Guajira aún persisten un puñado de indígenas wayú que se llaman Mariguana, Cosita Rica, Paraguas, Alka-Seltzer, Tarzán, Mudo.

Otros que ya murieron se llamaron Chorizo, Toyota, Bombón, Coito. Así lo cuenta la integrante de esa comunidad Estercilia Simanca Pushaina, quien escribió el cuento “Manifiesta no saber firmar”, en el que relata como en las décadas del 60, 70 y 80, los que fueron de la Registraduría pusieron esos nombres porque no entendían la lengua wayú, y además a todos les pusieron como fecha de nacimiento el 31 de diciembre.

“Llegaron en épocas electorales porque necesitaban tener votos para ganar elecciones. Entonces cedularon a menores de 14 años de edad y por ejemplo, a las mujeres les ponían tacones y trapos en los pechos para que parecieran mayores. Por eso hay wayú que tienen más de 100 años”, relató Simanca a este diario.

La socióloga Marta Elena Rangel, coincide en que en Colombia existe la xenofobia y se considera a los indígenas como menos que el resto de la sociedad, por la tanto carecen de respeto. Para ella, la solución debe partir de que cada colombiano tiene que entender que el concepto de civilización es distinto al que se tiene arraigado.

“La única forma es respetarlos a ellos, respetar su autodeterminación como pueblos. Ellos mismos traen sus procesos educativos, sus procesos de salud y nosotros debemos empezar a aprender de ellos”.

Infográfico
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pueblos indígenas están en riesgo de desaparecer física y culturalmente: Indepaz.

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