Narcotráfico crece como en tiempos de Pablo Escobar, ¿quién lo detiene?

El exministro de Hacienda y expresidente de Ecopetrol, uno de los economistas más importantes del país, analiza para EL COLOMBIANO, el crecimiento imparable de la producción de cocaína —8,6 kilos por hectárea— en el país. Una pregunta detrás: ¿La bonanza económica colombiana tiene en su fondo el lavado de activos?

Los cultivos, como el de la foto de Norte de Santander, se traducen en una vida de ricos para narcos disfrazados de “nuevos ricos” en las ciudades, como el reciente caso de Falcon, extraditado a EE. UU

Juan Carlos Echeverry

01 de agosto de 2022

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Por Juan Carlos Echeverry

(@jcecheverryCol)

Desde los tiempos de Pablo Escobar, allá por la década de 1980, el tamaño del negocio de la cocaína en Colombia nunca ha sido tan grande como aparentemente lo es ahora. La información de Naciones Unidas (UNODC) es preocupante: en un lustro Colombia pasó de una producción potencial de 290 toneladas métricas (tm) de clorhidrato de cocaína puro a 1.200 tm (ver Gráfica 1).

Narcotráfico crece como en tiempos de Pablo Escobar, ¿quién lo detiene?

El Departamento de Estado de los EE. UU. tiene una estimación distinta, como aparece en el mismo gráfico, aunque no menos preocupante, pues estaríamos cerca a 970 toneladas métricas de cocaína en este año (todas las proyecciones de 2022 son hechas por EConcept con base en diversas fuentes).

Como se aprecia en las dos líneas del Gráfico 1, el ascenso se dio entre los años 2013 y 2017. Con posterioridad, básicamente se ha mantenido estable la producción, a pesar de los aparentes esfuerzos para combatirla. De ser ciertas estas cifras, la producción se cuadruplicó en menos de cinco años. Es el único sector productivo de Colombia con semejante capacidad de crecimiento. Cabe recordar que buena parte de su actividad sucede en la jungla, bajo terribles condiciones de seguridad.

Según la ONU, la productividad estimada de cocaína es de 8,4 kg de cocaína/hectárea cosechada de hoja de coca, y ha ido en constante aumento. ¿Cuáles son las rutas para la exportación? 74% por el Pacífico, 16% por el Caribe y 8% por Venezuela.

¿Cuánto le puede reportar esa producción a Colombia? Según estimaciones, el precio al por mayor oscila entre 7.500 y 10.000 dólares por kilo de cocaína pura entregado en el mar; entre 7,5 y 10 millones de dólares por tonelada (ver Gráfica 2).

En consecuencia, la producción potencial de Colombia al año valdría entre 9.000 y 11.000 millones de dólares (Gráfica 3). Naturalmente, a esto se debe sustraer la cocaína incautada, si realmente no vuelve al mercado. Para efectos comparativos, tomaremos el punto medio de estas dos estimaciones de ingreso potencial, es decir, 10.000 millones de dólares por año, en la actualidad. Téngase en cuenta que se trata de estimaciones y números gruesos.

Si se compara ese influjo potencial de dólares por cocaína con las entradas legales de dólares a Colombia estimadas para fin de 2022, el tráfico de cocaína sería en la actualidad la tercera fuente de ingresos, después de la minería del petróleo y el carbón, y de las exportaciones agropecuarias y manufactureras; y estaría por encima de las remesas, que se encuentran en niveles récord (que se acercan a 9.000 millones de dólares), y el turismo, que también se ha recuperado (Gráfica 4).

De hecho, 2022 será una año récord de ingresos del exterior, por las diversas fuentes. Se podría decir que todo lo que vendemos, sumado a lo que nuestros compatriotas envían desde el exterior, se ha disparado en 2022. Parte de la razón es la buena suerte, que siempre nos acompaña a la salida de las crisis.

En efecto, el Gráfico 5 muestra que los precios de algunos productos básicos que exportamos se hallan en niveles récord. No nos lamentemos de la buena suerte. La guerra en Ucrania ha disparado los precios de la energía, así como fenómenos climáticos han afectado los mercados agrícolas. Si bien también ha disparado la inflación, lo cual no es bienvenido, pero es distinto del tema que nos ocupa.

Volviendo a la dinámica de las exportaciones ilegales, se puede decir que a pesar de la lucha contra el narcotráfico y las incautaciones, el tamaño del negocio de la cocaína en Colombia nunca ha sido tan grande como ahora. Su poder puede ser tan devastador o desestabilizador como lo fue en tiempos de Pablo Escobar y el cartel de Cali. En esa época llegó a ser 3 por ciento del PIB, y en la actualidad estamos cercanos a ese nivel.

¿Qué pude pasar hacia el futuro? Los precios de la cocaína parecen estar en auge, de la misma manera que los de otros productos básicos. La Gráfica 6 muestra un fuerte aumento a finales de la década pasada; estos precios indicarían que de mantenerse el inmenso incentivo de rentabilidad de la cocaína, seguirá representando una seria amenaza para la estabilidad política y de las regiones pacífica, sur, oriental y norte de Colombia.

Una última reflexión surge al observar la gráfica 4. Si se mantienen las tendencias observadas en el primer semestre de 2022, y a final del año se materializa el escenario proyectado en esa gráfica, Colombia estaría experimentando en 2022 la bonanza externa más grande de su historia. Si ese fuera el caso, quedaría por explicar una aparente paradoja: ¿cómo se puede estar depreciando el peso colombiano y encareciéndose el dólar, en circunstancias de una bonanza externa legal e ilegal de semejante magnitud?

Por supuesto, la respuesta de este acertijo radica en que demanda de dólares está sobrepasando la oferta, por grande que esta sea. A pesar del inmenso influjo, hay más gente tratando de sacar divisas, que la que está tratando de traerlas al país. De hecho, las importaciones están disparadas, y el déficit de la cuenta corriente de la Balanza de Pagos se ha ampliado.

Esto indicaría que los colombianos que compran en el exterior, y que hasta mayo venían adquiriendo importaciones en niveles récord, bien sea anticipaban una devaluación, o bien sea se habían sumado a un supuesto contingente de personas que está sacando divisas.

Al respecto hay una polémica sobre qué tanto es atribuible a los resultados políticos de Colombia, y cuánto se debe al fenómeno internacional de las subidas de tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos, y al fortalecimiento global del dólar. La Gráfica 7 puede ayudar a responder esas preguntas. Todos los países de la gráfica experimentaron alguna presión devaluacionista. Fue más fuerte para Chile y Colombia, tal vez por los fenómenos políticos recientes. Pero la de Colombia se ha mantenido, indicado la presencia de una fuente interna que lo diferencia de los demás. Bien podría ser política.