Un hombre delgado, de estatura baja, piel trigueña, nariz larga, ojos claros, y que siempre porta una gorra negra con el nombre y la imagen del Che Guevara, sería el líder de los comandos ilegales que –en los últimos meses– están sembrando terror en Cúcuta, al igual que en otras zonas de Norte de Santander.
Responde al alias de ‘Nula’ y, de acuerdo con información de inteligencia obtenida por EL COLOMBIANO, estaría detrás del último atentado que estremeció a Cúcuta: el ataque con explosivos contra la estación de Policía Atalaya, que el pasado lunes dejó 14 personas heridas (12 uniformados y dos civiles).
Si bien el Frente de Guerra Urbano Camilo Torres Restrepo, del Eln, se atribuyó la autoría del atentado, las autoridades judiciales ya tenían indicios previos de que esa guerrilla fue la responsable del acto terrorista. De hecho, venían indagando –con fuentes humanas en terrreno– datos en torno a este enigmático hombre, del que las autoridades aún desconocen su nombre de pila y que apenas se conoce una fotografía, pero que impone su ley en la zona rural de la capital nortesantandereana, específicamente en la zona de frontera con Venezuela, desde donde controlaría los ataques contra la Fuerza Pública.
Sobre este hombre se conoce que sería oriundo de El Nula –de ahí su alias–, localidad del estado Apure (Venezuela), habría pertenecido a la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela, pero desde hace cuatro años se habría hecho miembro del Eln. Amparado bajo esa estructura ilegal logró el control de pasos fronterizos entre Villa del Rosario y Cúcuta con San Antonio del Táchira y Ureña.
Incluso, de acuerdo con información publicada por La Opinión, de Cúcuta, ‘Nula’ viviría en el sector Garrochal, en territorio venezolano, con un esquema permanente de seguridad de tres hombres fuertemente armados.
Habitantes de esa zona de frontera han relatado que, cuando el hombre empezó a hacer presencia en el territorio, tuvo a su cargo entre 15 y 30 guerrilleros. Y han dicho que, entre más control gana, se ha vuelto más violento.
“Todo el mundo le tiene miedo, se la pasa armado y con un radio. Cuando estamos en algún sitio y él llega, nos toca irnos”, recoge La Opinión del testimonio de uno de los habitantes de Garrochal.
Néstor Rosanía, especialista en temas de paz y conflicto y Director del Centro de Estudios en Seguridad y Paz, explica que la forma en la que ‘Nula’ opera corresponde a una figura que pasó de ser de repliegue estratégico, o ángulo muerto, para convertirse en un fenómeno de bisagra.
“Antes, los grupos armados buscaban la frontera como una zona de descanso para sus mandos, pero ahora decidieron pasar la frontera y desplegar una capacidad operativa que les permite delinquir tanto del lado colombiano como venezolano, obteniendo nuevas rentas ilegales”, sostiene.
De ahí que desde el lado venezolano ‘Nula’ ejerza el control en varias trochas de la zona. Y quien incumpla sus órdenes puede llegar a recibir golpizas, ser víctima de retenciones e incluso ser asesinado.
Por eso, a este hombre se le adjudican, por lo menos, cinco homicidios, varios secuestros y desapariciones ocurridas en estos pasos informales en diciembre de 2020, y constantes intimidaciones a quienes trabajan como maleteros.
A pesar de la falta de relaciones diplomáticas con Venezuela, las cuales facilitarían acciones militares contra grupos ilegales que operan desde su lado de la frontera, hay operativos en terreno para ubicar a ‘Nula’.