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Gracias al trabajo de infiltración y la información obtenida por Inteligencia Militar y de Policía en Colombia se han dado fuertes golpes a estructuras ilegales. La caída del “Mono Jojoy”, “Alfonso Cano”, “Raúl Reyes” y el desarrollo de operaciones como Jaque, son el resultado de ese trabajo.
Sin embargo, el 25 de septiembre pasado, el gobierno del presidente Iván Duque presentó un dossier ante las Naciones Unidas en el que pretendía comprobar la presencia del Eln y otros grupos ilegales, y lo hizo con fotografías que señaló fueron tomadas en Venezuela, pero en realidad cuatro de ellas eran del contexto del conflicto armado colombiano.
El contenido de esta carpeta fue avalado por Inteligencia Militar, según lo aseguró el presidente de la República cuando lo presentó ante la ONU, lo que generó un manto de dudas sobre el trabajo de esta unidad y concluyó con la renuncia del general Oswaldo Peña Bermeo, jefe de Inteligencia y Contrainteligencia de las FF. MM.
Sobre la razón exacta por la que se dio esta imprecisión en la información hasta ahora no existen explicaciones oficiales públicas. Sin embargo, para que el presidente presentara un documento con fotos “de referencia” como lo dijeron él y la comandancia de las Fuerzas Militares, pudieron ocurrir varios errores, según explica John Marulanda, coronel (r) y consultor en seguridad.
Uno de los escenarios estaría relacionado con una falla en el control de calidad del documento. “Esas imágenes debieron pasar por controles estrictos y una última supervisión de la agencia de inteligencia, encargada de darle eso al presidente. Pudo ser Inteligencia Militar, la Dirección Nacional de Inteligencia, Cancillería o el Ministerio de Defensa”, afirma.
Para el consultor también pudo existir un error de Inteligencia Militar en cuanto a la evaluación que se le hizo a la fuente que, en este caso, según el Gobierno es la ONG venezolana Fundaredes.
“Una falta de evaluación de fuente e información es una falla grave de la inteligencia, ahí pudo existir premura y falta de experiencia”, indicó.
EL COLOMBIANO consultó a una de las fuentes que hace parte de Inteligencia del Ejército (que pidió anonimato) y explicó cómo pudo ser ese trabajo que dio con imágenes en las que se ven insurgentes jugando con niños en una escuela, otros visitando sitios turísticos de ese país o de los anillos de seguridad de cabecillas más allá de la frontera.
Dice el militar que existen varias posibilidades para que esa información terminara en lo que se llama un paquete de inteligencia: infiltración o penetración.
“Supongamos que, en ese entonces, la meta era comprobar que el Eln estaba reclutando menores de edad en las escuelas. A partir de ahí se asigna la misión, luego se planea cómo hacerla, hay que buscar información o un objetivo de interés que nos ayude a llegar a lo que queremos”, añade la fuente.
Ese es, en resumidas cuentas, el inicio de ese trabajo; a partir de ahí comienza toda una minuciosa labor de espionaje que se podría ajustar a cualquier guion de película de acción. “Hacemos una evaluación de los datos que se han recopilado, se contrastan y, si son completos y verídicos, se lanza la operación para dar con el objetivo”, dice.
En la ejecución de estas misiones, los agentes de inteligencia son vitales. Estas personas son las que están en terreno, abordan a los objetivos de interés para convencerlos de trabajar para ellos o se infiltran con identidades fachada para camuflarse entre la población sin llamar la atención.
“Digamos entonces que en el caso del Eln se habría hecho una infiltración. Para eso un agente de inteligencia se tuvo que ganar la confianza de los guerrilleros, hacer parte de ese grupo y tomar las fotografías. También se pudo dar una penetración. Para eso se tuvo que hacer un seguimiento a una o varias personas que tuvieran acceso a la escuela, por ejemplo, un profesor. Ahí se aborda y se le convence para que trabaje con nosotros, tome y nos ceda las imágenes”, asegura el militar.
A parte de estas opciones, también se podría obtener información e imágenes, según el integrante de Inteligencia, con el método denominado topo, “es decir, que uno de los guerrilleros trabaje para nosotros y todo lo haga desde el interior de esa organización criminal”.
En el caso de la foto presentada en el dossier y obtenida por El COLOMBIANO en 2015, Inteligencia Militar pudo haberla obtenido de terceros civiles a los que el Eln les habría entregado el material en retenes ilegales, si se tiene en cuenta lo que explicó a este diario el pasado domingo uno de los guerrilleros, conocido con el alias de Mono Sergio, que asevera armó ese material gráfico.
Las nuevas fotos presentadas el pasado lunes por el Ministerio de la Defensa en las que se observan cabecillas del Eln en Venezuela llegaron a las manos de la inteligencia luego de ser incautadas en operaciones militares o de Policía, tal y como lo confirmó el director de esa institución, general Óscar Atehortúa.
El proceso en este caso es diferente, tal y como lo narra un integrante de la Policía (inteligencia), también consultado por EL COLOMBIANO.
“Luego de un operativo, combate o allanamiento pueden darse incautaciones que deben ser legalizadas ante un juez de control de garantías. Una vez ocurre esto, el material queda en cadena de custodia y puede ser pedido, bajo autorización, para ser analizado por especializados de inteligencia”, explica el oficial de la Policía.
El paso a seguir es sacar interpretaciones, conclusiones y recomendaciones del material analizado. “Esto se convierte en material de inteligencia cuando se sabe el contexto del material incautado, ya sea una foto, una conversación, un documento.
Después de esto se pasa la información a los mandos, quienes deciden qué operación realizar, aclara el investigador, no sin antes advertir que todo este proceso debe estar acompañado por Policía Judicial para que lo que salga de allí, “sirva como elemento de prueba”.
Jerárquicamente, la estructura de la Inteligencia del Ejército inicia con una jefatura en el comando de las Fuerzas Militares, a partir de ahí está compuesta por el Comando de Apoyo de Combate de inteligencia y luego están dos brigadas. Una es la encargada de los objetivos de alto valor y cuenta con mucho más presupuesto y apoyo tecnológico: aviones plataforma, interceptación de comunicaciones, dispositivos GPS, entre otros.
La otra, es especializada en inteligencia humana y sus objetivos son más regionales.
En cada una de las divisiones (ocho territoriales) que tiene el Ejército en todo el territorio nacional hay un batallón de Inteligencia. Además, en el área de operaciones también funciona lo que se denomina inteligencia de combate que, en pocas palabras, es la información que recopilan los pelotones que se encuentran en terreno.