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Como una montaña rusa. Como un trampolín. Pasó de administrar un país que salió a las calles a protestar a gobernar desde el encierro. Han sido 24 meses en los que enterró a 22 cadetes asesinados mientras dormían. En los que logró que cerca de 6 millones de niños tuvieran alimentación escolar y en los que sembró 34 millones de árboles. Reunió a 46 expertos nacionales y creó la Misión de Sabios para definir la hoja de ruta de la ciencia.
En sus 17.544 horas al frente del país ha tomado la decisión más difícil de cualquier jefe de Estado, y él mismo lo dijo: confinar a 50 millones de colombianos y así evitar que el coronavirus colapsara el sistema de salud. Ha explicado varias veces que no era amigo del ganadero “Ñeñe” Hernández, pero hay varias fotos abrazándose con él. Por eso lleva todo este año dando explicaciones sobre cómo financió su campaña a la Presidencia insistiendo en que no recibió un solo peso del Ñeñe, de quien también se ha dicho que, supuestamente, tenía vínculos con el narcotraficante Marcos Figueroa.
Ha defendido siempre a su escudera, la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez. Ella lo ha puesto a dar explicaciones con temas como el servicio militar para mujeres, la consejería en comunicaciones de su despacho o hasta lo más sencillo, la grabación de un video en el lugar equivocado. No obstante, siempre le asigna las responsabilidades más altas, por ejemplo, buscar insumos internacionales para los médicos y la misma reactivación económica del país tras la pandemia.
Han sido 24 meses en los que se enfrentó, cara a cara, con las cacerolas que paralizaron el país. Gobernó durante meses concentrado en frenar las marchas. Desde su Gobierno se estructuraron los Talleres Construyendo País, y a sus ministros les tocó sentarse en el suelo, literal, para escuchar las peticiones de los jóvenes, de los maestros, de los ingenieros, de las amas de casa. Firmó 1.633 compromisos. De ahí salió el Acuerdo del punto final para saldar las deudas en salud con una inversión de $1,5 billones estimados en la primera etapa y también comprometió $4,5 billones adicionales para la educación superior.
Han sido 17.544 horas en las que vivió su momento político más complejo, y él también lo dijo: ver a su jefe, su mentor, su guía; en el paredón de la justicia. No ha vuelto a cantar vallenatos, al menos no frente a una pantalla. Duerme cinco horas. Se toma varios cafés al día. Lee prensa nacional e internacional. Se desestresa con Danton, un perrito pequeño que juega por su despacho. Su obsesión reciente: conseguir ventiladores y una vacuna.
Los colombianos, desde hace 135 días lo ven todos los días a las 6 de la tarde en el televisor en un ritual en el que le critican que parece más un presentador que un presidente. Es más, académicos expertos en comunicación, han dicho que es un exceso. La gente del común, y eso lo dicen las encuestas, lo siente cerca, les gusta ver al presidente respondiendo por detalles como, por ejemplo, si llegó o no la ayuda humanitaria a Puerto Nariño, Amazonas. Sí, así es, como un trampolín. Para algunos está arriba, para otros no ha saltado.
El presidente Iván Duque llegó a su segundo año como jefe de Estado. En este balance hay cosas por hacer, otras que ya se hicieron y otras por resolver. Sin embargo, el mandatario de los colombianos ya dio pistas sobre cuál es su apuesta para recuperar al país tras una de las emergencias más duras de la humanidad: el coronavirus que hoy deja 12.250 muertos en el país. Por eso, el viernes presentó su carta de navegación para sus próximos dos años, llamada: Compromiso por Colombia, el cual está enfocado en la reactivación económica.
“Porque esta pandemia nos obliga a entender, como no hay vacuna por ahora, ni tratamiento, ni inmunidad garantizada, es nuestro talante y nuestra cultura ciudadana la que va a marcar el camino a la reactivación seguro”, dijo.
En este trampolín, sus mayores saltos, están cantados. Sí, han tenido pitos y cornetas. El presidente Duque logró que el Congreso, con una mayoría ajustada, aprobara la cadena perpetua para asesinos y violadores de niños, una propuesta que él tenía desde la campaña. Puso en funcionamiento la primera vía de Cuarta Generación (Girardot-Honda-Puerto Salgar) y pasará a la historia como el presidente que inaugurará el túnel de La Línea, ahora en septiembre, tras 12 años de construcción. Frenó la deforestación en 19%, un hecho que parecía complejo tras denuncias sobre la tala en áreas protegidas como Chiribiquete, reveladas ampliamente por expertos como Carlos Castaño Uribe.
Hay más saltos: logró, en 2019, una reducción del 9% en el área sembrada de cultivos ilícitos en el país. Hizo entrega de 113 municipios libres de sospecha de contaminación por minas antipersonal. Acogió 1,8 millones de migrantes y está garantizando el retorno de quienes quieren volver a su país debido a la crisis sanitaria del covid.
Diana Ramírez, profesora de Ciencia Política de La Sabana, destaca otro hecho: el perfil técnico de su gabinete le ha permitido no naufragar en la crisis. Es el caso, puntual del ministro de Salud, Fernando Ruiz. “En esta línea ha sido relevante su gestión de los ventiladores para fortalecer las UCI”. De Ruiz se destaca que aunque fue fundamental su ingreso al gabinete como cuota de Cambio Radical –lo que le permitió un respiro a Duque en el Congreso– es importante anotar que ha sido el polo a tierra del mandatario en sus momentos más cruciales como cerrar el país por la pandemia. Ahí ha estado Ruiz, quien es máster en Salud Pública de Harvard School of Public Health, máster en Economía y doctor en Salud Pública del Instituto de Salud Pública, de México.
También ha dado saltos que no le han salido del todo bien. Según el profesor de la Universidad de Antioquia, Juan Carlos Arenas, la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología ha sido un punto importante. “Obviamente, la clave del éxito en estas áreas no está en crear los entes burocráticos sino en convertir estas estructuras del Estado en un mejor soporte para el desarrollo de políticas que mejoren el desempeño del país”.
Y se quedó a la mitad porque como lo publicó este diario, en el Presupuesto General radicado este año por el Ministerio de Hacienda en el Congreso se proyectan $280.851 millones para este sector, equivalentes a $111.149 millones menos que el presupuesto que está vigente. “Hay mucha preocupación por una disminución significativa a un presupuesto que ya era insuficiente”, le dijo, en su momento, Moisés Wasserman, científico y docente de la U. Nacional, a este diario, quien agrega que la consolidación de este Ministerio sigue siendo una deuda, justo en un momento en el que “en todo el mundo se le reconoce papel protagónico” a la ciencia.
Entretanto, el politólogo, Iván Garzón, indicó que Duque puso sobre la mesa varios temas que son importantes, en la línea de la modernización del país como conectividad y tecnología en lugares apartados. “Hay que reconocérselo más”, dijo. En ese sentido, Duque puso a su fiel escudera Karen Abudinen frente al Ministerio de las TIC y busca en los próximos meses lograr la instalación de 10 mil centros digitales en las zonas vulnerables del país, con una inversión de 2,2 billones de pesos. A esto se suma el plan de extensión para lograr el 70 % del país beneficiado con banda ancha al 2022.
En temas estructurales, los analistas consultados para este informe coinciden en reclamarle a Duque por su triple salto mortal que, en este caso, sería básicamente, presentar una reforma a la justicia.
Esa propuesta estaba engavetada, olvidada, luego de que la exministra de Justicia, Gloria María Borrero, no lograra sacarla adelante en el Congreso. Es decir, el Gobierno llevaba 15 meses sin volver a plantear una reforma estructural. No obstante, esta semana desde el Centro Democrático, se habló de una Constituyente, tras conocerse la decisión de la Corte Suprema en la que ordenan la medida de aseguramiento contra el expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez.
En conversación con Colprensa Duque dio pistas de lo que quiere: “lo dije el 20 de julio, en mi informe a la Nación: espero que esta sea la legislatura en la que avancemos en la reforma a la justicia y espero además que ese proceso que ya tiene un buen consenso político, institucional, en la academia, nos permita a nosotros avanzar. Entonces nos encontramos con la propuesta de la Constituyente”.
En ese sentido, él mismo se cuestiona: “a mí me preguntan, ¿usted descarta la Constituyente? No la descarto, mi preocupación no es sobre la herramienta, es sobre los tiempos y la practicidad versus la urgencia y el consenso”.
La profesora Ramírez indica en ese sentido que, efectivamente, uno de los puntos que el presidente no ha resuelto es que no ha logrado materializar grandes reformas necesarias para el país como la de la Justicia o las leyes anticorrupción.
“Son medidas que el país necesita con urgencia y el presidente no ha tenido el liderazgo para impulsarlas. Duque tendrá que afrontar con asertividad las consecuencias de la pandemia y generar consensos para tramitar reformas estructurales que permitan hacer frente a los efectos tan nocivos del covid en temas de desempleo y pobreza”.
Patricia Muñoz Yi, docente de Ciencia Política de la Universidad Javeriana, explica que su segundo año inició con un nuevo diálogo con relación al Congreso y con el impuso a algunas iniciativas que traía, pero este año se vio atravesado por la pandemia con las consecuencias de la crisis económica y social que esto genera en el país.
“Sin embargo, esto lo ha llevado a una exposición mediática que ha alcanzado con su espacio de televisión lo cual le ha permitido incrementar sus niveles de gobernabilidad”. dijo.
Los próximos meses serán una prueba de fuego en el tema político porque debe garantizar la unidad de su partido tras lo sucedido con Uribe. Así lo dice la profesora Muñoz Yu.
“Los hechos jurídicos de la última semana sin duda lo ponen en una situación difícil frente al partido de Gobierno. Por esa razón, los próximos dos años no serán fáciles para el presidente. De un lado, tenemos la incertidumbre de lo que vaya a ocurrir con el Centro Democrático como partido de gobierno y, por el otro, tendrá que encontrar un nuevo liderazgo. Duque se queda sin sombra. También tendrá ya sobre la mesa, el camino de las nuevas presidenciales y estará en medio de un ambiente político ya en campaña”.
Por eso, el profesor Arenas indicó que el desempeño de Duque ha tenido tal vez su máximo escollo, básicamente, porque “la sociedad en su conjunto no suele reconocerlo como el principal líder del país. Esto ocurre no solo entre sus detractores sino también entre los miembros de su partido y de su coalición de gobierno”.
La académica Ramírez dice que además de sortear la compra de ventiladores, el desafío de Duque está en la arena política y es “lograr la unidad de su colectividad”.
Como una montaña rusa. Como un trampolín. Así serán estos 731 días que le quedan a Duque como huésped de la Casa de Nariño en medio de la pospandemia, la reactivación del país, el futuro incierto de su partido y el inicio de la precampaña electoral.